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La educación de las niñas como herramienta contra la crisis climática  Yo opino Créditos: EFE / Santiago Carbone

La educación de las niñas como herramienta contra la crisis climática 

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Siento un peso en el pecho cuando leo una noticia sobre grandes incendios forestales, islas de plástico, comunidades afectadas por la contaminación, entre otros temas. Me pregunto al instante qué puedo hacer, por qué no puedo hacer más, cómo se puede frenar el cambio climático o cómo desde mi vereda activista puedo involucrar a más gente. Hasta hace un año no reconocía este profundo sentimiento de desesperanza, hasta que escuché el concepto de eco ansiedad. 

Desde 2021, junto a más de 600 compañeras de toda Latinoamérica y el Caribe, nos unimos como estudiantes de la Academia Climáticas y compartimos los sentimientos negativos que nos invaden en relación con la crisis ambiental. No es desconocido para nadie que el tiempo se nos vino encima y ya nada podemos hacer para revertirlo, más que mitigar las consecuencias. 

[cita tipo=»destaque»] Las consecuencias se nos vienen encima, y a la vez, nuestra representación como mujeres y jóvenes en espacios de decisión en temas ambientales es tan baja, como si nos tendieran una broma [/cita]

Y es que la salud mental es un pilar fundamental en la situación ambiental que nos aqueja, sobre todo para los y las jóvenes, porque la sociedad se esmera en darnos el crédito para actuar; porque somos “el futuro”, somos la generación del cambio, somos tantas cosas y entre esas, además, somos las mujeres las más afectadas por la crisis climática. Según ONU Mujeres, el 80% de quienes buscan refugio climático son mujeres y tenemos 14 veces más probabilidades de morir en un desastre natural. 

Las consecuencias se nos vienen encima, y a la vez, nuestra representación como mujeres y jóvenes en espacios de decisión en temas ambientales es tan baja, como si nos tendieran una broma. Esa angustia aminoró cuando en la Academia pude entender la conexión directa que tiene la crisis climática con la educación y que con pequeños actos se puede salvar el planeta.

“La educación de niñas y adolescentes como una solución climática” ha sido una frase que no ha dejado de estar en mi mente, un efectivo eslogan de aquel importante espacio educativo que este año nuevamente le abrió las puertas a cientos de estudiantes ansiosas por la crisis ambiental. Cuán importante y primordial es hacernos partícipes en esta lucha desde el aprendizaje; pero no solo nosotras, también las empresas deben tomar un rol activo y responsable en la lucha contra el cambio climático. La academia tiene una plataforma de acciones personales y uno de sus espacios es el Mundo Retornable, impulsado por Coca-Cola, en el que podemos registrar la reutilización de empaques como botellas retornables. Solo con este registro el año pasado mitigamos 8,4 toneladas de CO2. 

Este tipo de experiencias combaten la desinformación y todo lo que conlleva, permitiéndonos abrir los ojos frente a lo que verdaderamente está sucediendo con el calentamiento global. Y por qué no, compartir la carga emocional que estos temas provocan. Es posible no solamente concientizar a las personas a través de la educación, sino también formar a los nuevos líderes del futuro, como tanto les gusta decir, y del presente, como nos gusta decir a nosotras. Las niñas y adolescentes son más que capaces de luchar contra el impacto de la crisis climática gracias a la educación como  una herramienta de empoderamiento que puede y va a cambiar el mundo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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