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Violación grupal: lo peligroso del todos y ninguno a la vez Yo opino

Violación grupal: lo peligroso del todos y ninguno a la vez

Carolina Valenzuela Zúñiga
Por : Carolina Valenzuela Zúñiga Directora del Magíster Psicología Jurídica y Forense UDP
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Recientemente, una mujer de 23 años acusó ser víctima de una violación en grupo cometida en la casa de un famoso futbolista. Frente a esta acusación, hay voces que se preguntan si nos encontramos en presencia de una “manada chilena”, concepto surgido de una violación grupal cometida en Pamplona en 2016, cuyos perpetradores tenían un grupo de WhatsApp llamado “Manada”.

Es imperativo que esta grave acusación se investigue y que, de comprobarse, se condene a quienes resulten responsables por el delito de violación. Para la justicia serán violadores y ojalá que para la sociedad también, porque cuando los medios de comunicación o la sociedad en general se refiere a ellos como “manada”, lo que estamos haciendo es perpetuar la idea de que los hombres son animales que no pueden controlar sus instintos, como si fuera su naturaleza, sin espacio al cuestionamiento.

Precisamente es ese el tipo de lógica que se ha usado durante décadas para justificar comportamientos transgresores y violentos que hoy, sabemos, no tiene ningún respaldo científico. Por eso, es nuestro deber aportar en quitar el respaldo social de estas aseveraciones.

[cita tipo=»destaque»] Cuando los medios de comunicación o la sociedad en general se refiere a ellos como “manada”, lo que estamos haciendo es perpetuar la idea de que los hombres son animales que no pueden controlar sus instintos, como si fuera su naturaleza, sin espacio al cuestionamiento. [/cita]

Pero también surge otra pregunta, ¿qué propicia a un grupo de hombres a cometer uno de los crímenes más violentos contra una mujer? Principalmente, la pérdida de subjetividad individual que hace que la responsabilidad de los actos cometidos se difumine y, por lo tanto, se desplace al grupo, lo que implica que no hay culpa individual. La culpa está en el grupo, es decir, en nadie en concreto. Además, la subjetividad individual es la que nos hace tener miedo al castigo, es el freno de las conductas, por lo que aquellas que nos parecen reprochables estando solos, en grupo son aceptables porque no hay consecuencias.

Los expertos en este tipo de delitos señalan como causas a nivel social el resentimiento de algunos hombres contra las mujeres, derivado del creciente aumento del feminismo, que ha logrado que cada día más mujeres se sientan en libertad, en especial respecto de su sexualidad. Esto es visto e interpretado por algunos hombres como una forma de pérdida de poder sobre las mujeres y tratan de compensarlo sometiéndolas sexualmente, porque la violación grupal no busca la gratificación sexual de estos sujetos, sino que reafirmar su poder.

Asimismo, la falta de educación sexual en los jóvenes se vislumbra como un elemento importante a considerar. Aprenden a través de la pornografía, donde la sexualidad y afectividad no se muestran relacionadas. Por el contrario, la agresión, la falta de consentimiento, la cosificación de la mujer, entre otros aspectos, es la tónica.

Tampoco es posible dejar de mencionar que no solo la educación sexual de los jóvenes importa, sino que también enseñarles desde pequeños a gestionar distintas emociones, especialmente la tolerancia a la frustración. Esto no significa frustrarlos de forma intencionada, sino ayudarlos, cuando algo no les resulta como quieren, a transitar por todo lo que implica la frustración, tristeza, rabia y miedo. Esto para que, cuando sean jóvenes y adultos y escuchen un no por respuesta, su reacción no sea imponer o buscar a través de la violencia la reacción esperada. La única forma de aprender esto, es tener la posibilidad de practicarlo desde la niñez.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

 

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