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La danza y los TCA: el mundo de las ‘’bailarinas perfectas’’ BRAGA

La danza y los TCA: el mundo de las ‘’bailarinas perfectas’’

Kathy Molina
Por : Kathy Molina Periodista de El Mostrador
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Profesoras de danza subrayan la necesidad de erradicar el ideal de ‘’bailarina perfecta’’ y promover una cultura de bienestar integral, eliminando prácticas que perpetúan la violencia y la discriminación basadas en la imagen corporal.


Desde 1982  se instaura el 29 de abril como el Día Internacional de la Danza en honor al nacimiento de Jean-Georges Noverre, pionero del ballet moderno. Es así cómo se reconoce la importancia de esta disciplina como forma de expresión artística a nivel mundial.

En Chile esta rama artística no pasa desapercibida, con una comunidad diversa de bailarines que abarca una amplia gama de estilos, desde el ballet clásico hasta el hip hop. Sin embargo, junto con el reconocimiento de esta disciplina, también es crucial abordar los desafíos que enfrentan los bailarines dentro y fuera del escenario.

No hace falta ir muy lejos para recordar el revuelo que causó en el mundo de la danza el estreno de la película “El Cisne Negro”. La trama, centrada en una bailarina que experimenta episodios de desórdenes alimentarios, paranoia y autolesión, generó conmoción global. De hecho, tras su lanzamiento, la primera bailarina del Ballet de La Scala de Milán reveló que una de cada cinco bailarinas del gran teatro milanés sufría trastornos alimentarios, lo que las había incapacitado físicamente para ser madres. Mientras que siete de cada diez, habían paralizado su ciclo menstrual al competir por pesar menos. 

El mundo de la danza y los Trastornos de Conducta Alimentaria

Julieta López comenzó su formación en el mundo de la danza a la temprana edad de 5 años, adentrándose en el ballet y explorando una variedad de estilos a lo largo de su trayectoria. Hoy en día dedica su tiempo a enseñar esta disciplina a niñas adolescentes en Chile, sin embargo, en el camino también ha ido experimentando las presiones y desafíos relacionados con la imagen.

Durante su participación en una compañía de danza, López señala que el peso corporal adquirió una relevancia significativa, pues aquellos cuerpos que no se ajustaban al estándar establecido, eran presionados para perder peso. La falta de cumplimiento con este requisito podría resultar en la exclusión de coreografías o en asignaciones en lugares menos visibles en el escenario. En consecuencia, para adaptarse a estas exigencias, afirma haberse visto obligada a restringir su dieta alimentaria.

‘’La presión de entrar en un estándar al que no perteneces es altísima. Además, la restricción en las dietas y el vómito provocan efectos secundarios en el cuerpo: los dientes se llenan de caries, la garganta se empieza a desgastar, el cuerpo no rinde como debería por la falta de energía. A nivel emocional, la ansiedad es extrema, la desesperación y la obsesión por lograr entrar en el estándar te empieza a consumir y además la relación con tu cuerpo se ve gravemente afectada. Y no solo es un tema de que no te guste tu apariencia física, es que te enseñan y te hacen creer que tu cuerpo está mal’’, expone la profesora de danza. 

Asimismo, enfatiza que ‘’lamentablemente los Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA) están muy normalizados en esta disciplina. Como el cuerpo es la herramienta de la bailarina y el bailarín, recaen en él muchas responsabilidades. Una de estas es la apariencia física y cuando esta pasa a primer plano y te impide progresar, la restricción de alimentos, el vómito, el uso de laxantes y otros métodos toman el control’’.

Debido a estos acontecimientos, López relata que optó por dejar la compañía debido a problemas de salud mental. Aunque inicialmente se había adentrado en el mundo de la danza por pasión, su experiencia la llevó a desarrollar ansiedad y sentimientos de desprecio y odio hacia su propia imagen. Estas limitaciones finalmente la llevaron a apartarse de la disciplina durante un largo periodo de tiempo. En la actualidad, sigue trabajando en aceptar su cuerpo y en superar su TCA.

Por otro lado, Virginia Olavarría, profesora y directora del proyecto ViDanz, el cual se enfoca en integrar a personas jóvenes y adultas al mundo de la danza, especialmente al ballet clásico, señala que los TCA representan un riesgo prevalente en la mayoría de las disciplinas de movimiento, especialmente aquellas que demandan una estética o condición física específica. Destaca que este tema suele ser normalizado y abordado superficialmente, ya que la relación con la comida, la alimentación y el cuerpo está influenciada por diversos factores que a menudo no son considerados, como la edad, la cultura, el contexto social y económico, entre otros.

Olavarría afirma haber experimentado y haber sido testigo de la presión para mantener ciertos estándares dentro de la disciplina. Es por esta razón que, en su rol de profesora, se ha dedicado a mantenerse informada y estudiar sobre el cuerpo y la alimentación. 

‘’Es poca o nula la información que se entrega respecto a nutrición en la carrera de danza, siendo un tema fundamental, ya que se habla de que las bailarinas somos atletas de alto rendimiento. Trabajando con el cuerpo como nuestra principal herramienta, deberíamos salir de nuestras escuelas/universidades con un conocimiento sólido sobre lo que requerimos como profesionales del movimiento. La posibilidad de danzar no está atada a la forma del cuerpo, pero sí a la salud de este’’, destaca la profesora de ViDanz.

Medidas claves 

Olavarría subraya las medidas fundamentales para fomentar una cultura más saludable, que valore y promueva el bienestar integral de las y los bailarines para prevenir los TCA. Para ello, señala que ‘’es importante el autoconocimiento y educación integral, tanto para madres/padres que acompañen el camino de quienes estudiamos y nos dedicamos a la danza, como para quienes tenemos la responsabilidad de guiar el proceso de enseñanza y aprendizaje. También buscar asesoría nutricional integral y psicológica, son muchas las presiones que se viven dentro de este mundo, no sólo a nivel estético. La salud física y mental es en gran parte lo que va a determinar nuestra capacidad de sostener la danza en nuestras vidas’’, concluye. 

En esta línea, López destaca que es imperativo deconstruir y desnaturalizar estos tratos, ya que ‘’es muy fácil convencer a una niña de 13, 14 o 15 años, que su cuerpo está mal, que no es suficiente. Se debería promover la salud y el bienestar, no exigirle un peso que no es saludable y tampoco promoverlo. Transgredir la salud mental y física de los bailarines no debería estar normalizado’’.

Como profesora, Julieta subraya la necesidad de erradicar el ideal de bailarina perfecta, junto con la importancia de formar futuros docentes con esta base para evitar que se reproduzcan estos patrones tradicionales de la “vieja escuela”. ‘’Cuando la profesora o coreógrafa te compara con tus compañeras, te expone públicamente y te advierte o ‘amenaza’ con las consecuencias que trae no tener el cuerpo necesario, es un acto de violencia. En estas situaciones solo las mujeres nos vemos expuestas’’, concluye. 

 

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