
Adolescencia vulnerada: estudio entrega claves para mejorar atención en salud sexual y reproductiva
En cuanto a los resultados, la directora del estudio, Ingrid Leal, indicó que “hay barreras de acceso que detectamos a nivel de los profesionales, dadas por dificultades en el traspaso de información y en la comunicación entre los trabajadores de los sectores de salud y de protección de los NNA”.
En el marco del proyecto “Brechas de acceso a servicios de salud sexual y reproductiva en la APS para la atención de adolescentes mujeres pertenecientes a programas de protección de la Región Metropolitana”, se realizó un seminario con profesionales del sector sanitario y servicios de protección juvenil.
En el encuentro, la directora del estudio, la profesora Ingrid Leal, ahondó en las conclusiones de este proyecto, explicando que el interés en esta investigación surgió a partir de las necesidades detectadas en adolescentes pertenecientes a programas del SENAME, tanto en su área de protección como de justicia juvenil, particularmente las dificultades que enfrentaban a la hora de recibir una atención oportuna en su respectivo consultorio o CESFAM.
De esta forma, comprendieron que, si bien había políticas públicas establecidas y dirigidas a la atención de estas usuarias, como es el Sistema Intersectorial de Salud Integral (SISI), “un plan creado entre los ministerios de Justicia, Salud y el Senda cuyo énfasis está dirigido más hacia la salud mental, era muy desconocido. Por ejemplo, cuando llegaban estas adolescentes, la mayoría acompañadas por algún profesional de SENAME, estos desconocían que existía este sistema de priorización para esta población en la atención primaria. Es decir, hay un vacío o una falla en el trabajo intersectorial que requiere una política pública como esta”, comentó la profesora Leal.
Adicionalmente, agregó que en el transcurso de este proyecto “se dio la división de este servicio, separando a las niñas, niños y adolescentes (NNA) que se encontraban en los programas de protección de aquellos NNA que habían cometido infracciones a la ley. Por esta misma separación de servicios, en Servicio Nacional de Protección Especializada en Niños y Adolescentes y el Servicio de Reinserción Social Juvenil, también cambiaron las estructuras y orgánicas de funcionamiento”.
Como resultado de este proceso, la política pública de trabajo intersectorial se complejizó más, pues los convenios de salud con estos servicios se hacen por separado. “Nos dimos cuenta que había mucho desconocimiento tanto de los profesionales de estas instituciones de protección y justicia, pero también de los que trabajamos en salud. Lo mismo con esta política pública. Pese a que está muy bien planteada, en la práctica eso no se ve reflejado y por eso las adolescentes no tenían la priorización que debieran para su atención, debido a lo cual muchas veces sus cuidadores buscaban otras alternativas para poder responder a las necesidades de salud sexual y reproductiva, la cual estaba demasiado invisibilizada”, sostuvo.
Barreras de acceso en instituciones
En el estudio cualitativo, explicó, “entrevistamos a 25 profesionales, tanto de la salud primaria relacionados a la atención de jóvenes, como del SENAME en su momento y de Mejor Niñez y de reinserción juvenil ahora. Además, a 16 mujeres adolescentes de programas de protección de las modalidades residencial y ambulatoria. Enfocamos nuestro estudio en ellas porque son las que mayoritariamente viven las peores consecuencias de la falta de atención y educación en materia de salud sexual y reproductiva, como embarazos no deseados, infecciones de transmisión sexual o violencia sexual”.
En cuanto a los resultados, la profesora indicó que junto a su equipo determinaron que “hay barreras de acceso que detectamos a nivel de los profesionales, dadas por dificultades en el traspaso de información y en la comunicación entre los trabajadores de los sectores de salud y de protección de los NNA; desconocimiento y desconfianza; alta rotación de profesionales y sobrecarga laboral; implementación insuficiente de programas de salud para adolescentes y desconocimiento de normativas para la atención de estos menores de edad”.
Paralelamente, añadió la docente, identificaron que las barreras de acceso a las que se enfrentan las adolescentes adscritas a estos programas son su desconocimiento del sistema de Atención Primaria en Salud; su inconformidad con la calidad de la atención, en términos de tiempos de espera, horarios y temor a ser juzgados; la exigencia de asistir a estas atenciones en compañía de un adulto; y que en estos espacios no se brinda una educación sexual adecuada y suficiente, sino que enfocada en el riesgo, con vacíos en temas como placer y consentimiento, y con falta de formación en temas emergentes.
En esta línea, concluyó que persisten los obstáculos o barreras a nivel institucional, pese al SISI; que hay dificultades en el intercambio de información entre las organizaciones y que persiste una visión adultocéntrica que pone trabas a la toma de decisiones por parte de las adolescentes en temas de salud sexual y reproductiva. A ello, añadió que la atención de salud que se les preste debe, además, considerar su trayectoria de vida.