
Floodlighting: la nueva tendencia tóxica en citas que afecta a la Generación Z
Cada vez más personas se sienten emocionalmente abrumadas en sus primeras citas por una práctica conocida como floodlighting. Expertos advierten sobre los riesgos de compartir demasiado, demasiado pronto.
En la era de las relaciones digitales y la hiperconexión emocional, las dinámicas amorosas están cambiando rápidamente. Lo que solía tomar semanas o meses para construirse hoy puede intentar forjarse en horas. Bajo esta lógica nace el “floodlighting”, una tendencia que se populariza en redes sociales como TikTok y que preocupa a psicólogos y terapeutas por su efecto emocional.
¿Qué es el floodlighting y por qué preocupa a los expertos?
El término “floodlighting” —que literalmente significa “luz de inundación”— no se refiere a focos gigantes ni a estadios iluminados, sino a la costumbre de algunas personas de compartir detalles extremadamente personales e íntimos con una nueva pareja desde las primeras interacciones. Según especialistas, esta sobreexposición emocional busca generar cercanía, pero con frecuencia logra el efecto contrario: saturar y espantar.
Según un artículo de Today.com, la terapeuta Emma Kobil (LPC) del centro Mindful Counseling afirma que: “Muchas personas, especialmente aquellas con traumas no resueltos, están desesperadas por una conexión profunda, pero no saben cómo construirla de forma segura. El floodlighting nace de ese vacío”.
¿Cómo se manifiesta esta conducta?
La revista GQ México señala que el floodlighting se puede detectar a través de ciertas actitudes repetidas:
- Revelar historias de trauma personal desde la primera cita.
- Conversaciones unilaterales donde solo una parte se muestra vulnerable.
- Sensación de incomodidad o presión emocional por parte del interlocutor.
- El deseo de la otra persona de alejarse o cortar el vínculo prematuramente.
Sarah Hodges, terapeuta matrimonial y familiar licenciada (LMFT) y Gerente de la Red de Terapia en Headspace, indica:“Compartir demasiado pronto puede parecer una forma de crear intimidad, pero en muchos casos solo genera presión. En lugar de un vínculo, se forma una barrera”.
¿Por qué es tan común entre los jóvenes de la Gen Z?
De acuerdo con el portal Economic Times, esta práctica es más habitual entre los jóvenes que han crecido compartiendo su vida en redes sociales. Acostumbrados a exponer sentimientos, traumas y opiniones públicamente, muchos trasladan ese mismo patrón a las relaciones románticas.
Pero esta vulnerabilidad precoz no siempre es bien recibida. “Puede dar la impresión de que se está forzando una intimidad que aún no existe, y eso puede ser emocionalmente invasivo”, advierte Hodges.
¿Cómo evitar caer en esta tendencia?
Los especialistas coinciden en que es fundamental desarrollar autoconocimiento antes de iniciar una relación amorosa. Estas son algunas recomendaciones:
- Trabajar heridas emocionales previas antes de intentar conectar.
- Aprender a establecer límites y respetar los tiempos del otro.
- Comunicar de forma clara y empática si alguien está compartiendo demasiado.
- Fomentar una conexión gradual basada en la confianza mutua.
- Además, si te encuentras siendo receptor de floodlighting, los expertos sugieren comunicarlo con honestidad.
- Es válido pedir bajar el ritmo y enfocar la relación en conocerse paso a paso.
Señales de alerta: lo que debes observar
No toda muestra de vulnerabilidad es perjudicial, pero cuando se convierte en una constante temprana y unilateral, puede ser un problema. Presta atención a estas banderas rojas:
- Conversaciones dominadas por temas personales muy sensibles desde el principio.
- Reacciones emocionales intensas sin un vínculo previo que las justifique.
- Necesidad de aprobación inmediata o de conexión profunda sin fundamentos.
- Falta de espacio para conversaciones ligeras o cotidianas.
El floodlighting refleja una necesidad humana legítima: la búsqueda de conexión. Sin embargo, como señalan los expertos, construir una relación sana requiere tiempo, límites claros y reciprocidad emocional. Compartir no debe convertirse en una herramienta de presión, sino en un acto consciente y compartido.