
Botox ilegal en Chile: alertan riesgos de aplicarse toxina botulínica sin certificación médica
El caso de 28 mujeres hospitalizadas en Inglaterra por botox no autorizado alerta sobre los riesgos de estos tratamientos mal realizados. En Chile, el llamado es claro: verificar productos, profesionales y centros antes de aplicarse toxina botulínica.
En los últimos años, someterse a tratamientos estéticos para disminuir los signos del envejecimiento se ha vuelto cada vez más común. La búsqueda de una apariencia fresca y rejuvenecida ha impulsado la popularidad de procedimientos como la aplicación de toxina botulínica, conocida como botox, tanto en mujeres como en hombres. Si bien este tipo de intervenciones puede ofrecer resultados visibles y rápidos, su masificación también ha abierto la puerta a prácticas riesgosas. Profesionales no certificados, productos falsificados y espacios que no cumplen con las normas sanitarias representan una amenaza real para quienes, buscando mejorar su imagen, podrían poner en peligro su salud.
Un tratamiento estético que parecía inofensivo terminó en tragedia para al menos 28 mujeres en Inglaterra. Todas recibieron inyecciones con un producto tipo botox no autorizado, lo que desencadenó graves cuadros de botulismo, una enfermedad rara pero potencialmente mortal. Algunas de las afectadas incluso tuvieron que ser conectadas a respiradores artificiales para sobrevivir.
Este caso ha generado preocupación en distintos países, incluyendo Chile. El doctor Jorge Díaz, presidente de la Sociedad Chilena de Medicina y Cirugía Estética (Sochimce), advierte que “el problema no es el botox en sí, sino quién lo aplica y en qué condiciones. Todavía existen en el país muchas personas sin formación médica que realizan estos procedimientos en lugares no habilitados. Eso es extremadamente peligroso”.
La toxina botulínica es un medicamento que debe ser administrado con precisión por profesionales calificados. Un error en la dosis, el uso de un producto de origen desconocido o una mala técnica podría derivar en consecuencias graves. “No se trata solo de estética”, explica el Dr. Díaz. “Una aplicación mal hecha puede causar desde la caída de párpados hasta parálisis o dificultad para respirar. Estos no son riesgos menores y deben tomarse con la seriedad que corresponde”.
En nuestro país, advierte el experto, también circulan productos falsificados o sin registro sanitario, lo que aumenta el riesgo de complicaciones. “Muchas personas se dejan tentar por precios bajos sin saber lo que realmente les están inyectando. Es urgente que se fortalezca la fiscalización, tanto de quienes ofrecen estos servicios como de los productos que se utilizan”, señala.
Además, Díaz enfatiza que estos tratamientos deben ser considerados como actos médicos, no como servicios cosméticos cualquiera. “Estamos frente a un tema de salud pública. Esto no es solo una decisión estética, es una decisión médica. Y por eso debe ser tratada como tal”, afirma.
El llamado, entonces, es claro: antes de someterse a cualquier procedimiento con toxina botulínica, es fundamental verificar que la persona que lo aplica esté debidamente certificada, que el producto esté aprobado por el Instituto de Salud Pública (ISP) y que el lugar cumpla con las normas sanitarias.
“El mensaje es simple: hay que informarse antes de inyectarse algo, preguntar qué producto se está aplicando, quién lo hace y si tiene respaldo profesional. Lo barato puede salir muy caro. Y en algunos casos, hasta costar la vida”, concluye el doctor Jorge Díaz.
Estética con respaldo profesional: una decisión médica, no solo cosmética
Ante el auge de tratamientos estéticos sin regulación, la recomendación es clara: acudir solo a profesionales certificados, exigir productos aprobados por el ISP y verificar que el lugar cumpla con las normativas. La belleza no debe poner en riesgo la vida, y cada inyección debe estar respaldada por criterios médicos y éticos. En estética, lo seguro es lo profesional.