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Andrea Henríquez, la mujer que a los 14 años diseñó un método para combatir el bullying y que ha impactado a más de 20.000 menores de Chile y Ecuador BRAGA

Andrea Henríquez, la mujer que a los 14 años diseñó un método para combatir el bullying y que ha impactado a más de 20.000 menores de Chile y Ecuador

Natalia Espinoza C
Por : Natalia Espinoza C Periodista - Contacto: braga@elmostrador.cl / (sólo wsp) Fono sección: +569 99182473
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Tratando de llevar su método a más y más lugares, Andrea se dio cuenta de un problema, y es que muchas veces los establecimientos no quieren tener protocolos ni tomar medidas antibullying porque piensan que eso es equivalente a aceptar que existe maltrato dentro de sus dependencias, lo que los haría “quedar mal”. Para Henríquez, esto es un terrible error, puesto que conocer este tipo de medidas, informarse y tener protocolos listos para entrar en acción, son formas de prevención.


En nuestro país, 1 de cada 10 escolares es o ha sido alguna vez víctima de maltrato escolar, mejor conocido como bullying, quizá la cifra a simple vista no suene tan alarmista, sin embargo, por cada víctima, ¿cuántos agresores hay? ¿cuántos espectadores son testigos de lo que está pasando y guardan silencio?

Esa fue la pregunta que se planteó Andrea Henríquez a los 14 años, cuando en medio del colegio vio a una niña más pequeña llorando, escondida tras unas plantas, quien le contó que sus compañeros y compañeras la molestaban. Ese instante trajo a su memoria a su yo de 11 años, cuando también estuvo en la posición de víctima y fue prácticamente rescatada por sus compañeras de curso más grande; ahora, ella era la “compañera grande” y estaba dispuesta a hacer lo necesario para evitar que otros vivieran lo mismo que ella sufrió.

Henríquez, quien ahora tiene 22 años, en 2016 creó la Fundación Volando en V, la cual busca eliminar de raíz el maltrato escolar, haciendo que los motores de cambio sean las y los mismos alumnos de los establecimientos, sobre todo que aquellos más grandes le hablen a los más pequeños, quienes no son conscientes del impacto que tienen sus palabras en sus pares.

Tras sólo 4 años de existencia, la fundación ya a formado ha 280 líderes estudiantiles, y llegado a más de 20.000 alumnos de 27 establecimientos. Es por esta razón que, en un nuevo Mujeres Inolvidables, el especial semanal en donde destacamos las importantes hazañas de mujeres de la historia y el presente, visibilizamos su experiencia, trayectoria e impacto.

“La crueldad es muy peligrosa cuando la mezclamos con la creatividad”

Cuando Andrea tenía 11 años, tuvo que ir a estudiar Ecuador por el trabajo de su padre, al inicio las cosas fueron bien, a la gente le llamaba la atención que fuera chilena, iba en el equivalente a quinto básico, sin embargo, rápidamente las cosas cambiaron.

Insultos, ataques físicos, humillaciones públicas, es poco para todo lo que le ocurrió a Hernández ese año. Lo que partió en una semilla de pocas personas, se transformó en el odio de casi una generación, en donde prácticamente 35 estudiantes se dedicaban a molestarla. Allí es donde Andrea reflexiona, “la crueldad es muy peligrosa cuando la mezclamos con la creatividad”.

El punto de inflexión del maltrato ocurrió cuando sus compañeras comenzaron a usar y repartir unas poleras blancas, con un cuadrado rosado lleno de insultos y la imagen de una Barbie, “que se suponía era yo. Me quedé paralizada mientras sacaban de una bolsa más prendas iguales y las repartían”.

La pesadilla terminó cuando sus compañeras de curso más grande se enteraron de lo que estaba ocurriendo, y entre ellas se organizaron para hacer una charla para educar a las maltratadoras, acerca de lo grave de lo que estaban haciendo, que sus ataques era dañinos y provocaban mucho dolor.

Las bases de la fundación

La intervención de sus compañeras la motivó a ella a replicar el método e irlo mejorando cuando a sus 14 se vio reflejada en la niña que lloraba entre las plantas. Habló con la dirección de su colegio y logró el permiso, hicieron una actividad del mismo estilo y el bullying hacia la pequeña, nuevamente paró.

Así se dio cuenta que caso tras caso, el método funcionaba, por lo que, al momento de iniciar la fundación, decidió basarla en tres valores esenciales: el liderazgo juvenil, la corresponsabilidad y la convivencia escolar positiva. El primer punto quiere decir que los estudiantes son capaces de liderar procesos de cambio y construir nuevas dinámicas de convivencia convirtiéndose en ejemplo para sus pares.

El segundo, en tanto, que todos los actores de la comunidad estudiantil tienen responsabilidad tanto en la construcción de dinámicas de convivencia positivas, como en las situaciones de maltrato. “He visto cambios tangibles y concretos, tanto en niños que se convierten en líderes positivos, como en casos de víctimas o agresores de bullying que logran salir adelante”, explica.

Tratando de llevar su método a más y más lugares, Andrea se dio cuenta de un problema, y es que muchas veces los establecimientos no quieren tener protocolos ni tomar medidas antibullying porque piensan que eso es equivalente a aceptar que existe maltrato dentro de sus dependencias, lo que los haría “quedar mal”. Para Henríquez, esto es un terrible error, puesto que conocer este tipo de medidas, informarse y tener protocolos listos para entrar en acción, son formas de prevención.

El nombre de la fundación, “Volando en V”, hace referencia a las aves que vuelan en esta forma. “La que va adelante, marcándoles el paso a las demás, le hace más fácil la tarea a las que la siguen, todas se necesitan, son un gran ejemplo de compañerismo”, explicó al momento de recibir el premio Mujer Impacta 2018.

“Mi proyecto cruzó fronteras en el 2013 gracias a la Superintendencia de Educación del Gobierno de Chile. Ellos me extendieron una invitación para que diera mi testimonio en el seminario sobre el maltrato escolar. Dos años después volví a Chile y Volando en V se expandió a más de 13 colegios en distintas zonas”.

Para ella, el apoyo incondicional de sus padres, familia y amigos fue fundamental para permitirle eliminar las consecuencias negativas de lo que vivió a los 11 años, ya que, en vez de simplemente retirarla del colegio, trabajaron para eliminar el problema de raíz, para que, de esta manera, no hubiera en el futuro otra víctima de las mismas personas.

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