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Isabel Le Brun: la educadora que permitió el ingreso de las mujeres a la educación superior BRAGA Créditos: Memoria Chilena

Isabel Le Brun: la educadora que permitió el ingreso de las mujeres a la educación superior

Valentina Paredes
Por : Valentina Paredes Periodista en El Mostrador Braga
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La profesora fue una de las principales impulsoras del decreto Amunátegui, que abrió el camino de las mujeres a la universidad en 1877. A través de su trabajo en el Liceo Recoleta, Isabel Le Brun brindó educación a mujeres en niveles que antes se creían inaccesibles para ellas. A pesar de la hostilidad de la Iglesia y la sociedad conservadora de la época, Le Brun logró ampliar los derechos de las chilenas.


El decreto Amunátegui corresponde a un hecho histórico para el país, ya que este documento permitió el ingreso de las mujeres a la educación universitaria. Este fue firmado el 6 de febrero de 1877 y recibe su nombre por el ministro de Justicia e Instrucción Pública de la época, Miguel Luis Amunátegui. 

Pero, si bien este decreto lleva un nombre de hombre, lo cierto es que detrás de él se encuentra la historia de distintas educadoras y activistas, que durante el siglo XIX lucharon incansablemente por el ingreso de las mujeres a la universidad. Entre ellas se encuentra la profesora Isabel Le Brun. 

De hecho, fue Le Brun quien ingresó una petición formal al consejo de la Universidad de Chile para que sus alumnas secundarias pudieran rendir exámenes para entrar a la educación superior, algo que esa época era impensable. 

Por esto, en un nuevo Mujeres Inolvidables, el especial semanal en donde destacamos las importantes hazañas de mujeres chilenas de la historia y el presente, visibilizamos el impacto de Isabel Le Brun, profesora y activista por el derecho a la educación superior de las mujeres en el siglo XIX.

Isabel Le Brun nació en San Felipe en 1845 y fue hija del francés Estanislao Le Brun y de la educadora, Francisca Reyes. Le Brun siguió los mismos pasos que su madre y ya a los 14 años enseñaba a niños de su misma comunidad. Este interés por la educación continuó a lo largo de su vida y fue en el año 1875 que fundó el Liceo Recoleta, que tiempo después llevaría su nombre. 

Este establecimiento entregaba educación a mujeres, no solamente en primaria, sino que se extendía también a la secundaria o el bachillerato, lo que permitía a sus estudiantes acceder a los mismos contenidos que los hombres de la época. 

Además, según rescata Memoria Chilena, el proyecto educativo de Isabel se desarrolló en una época hostil para la ampliación de la educación hacia las mujeres, ya que durante ese tiempo la Iglesia contaba con gran influencia en la sociedad, y señalaban que las chilenas debían enfocarse en roles asociados al hogar y la familia. 

En octubre de 1872, la también profesora y activista por el derecho a la educación de las mujeres, Antonia Tarragó presentó una solicitud para que a sus alumnas del Colegio Santa Teresa se les permitiera rendir exámenes de ingreso a la universidad. Lamentablemente, esta petición no fue respondida ese año. 

Fue años más tarde, en 1876 que Isabel envío una solicitud similar a la de Antonia Tarragó y comenzaron en conjunto a luchar por el derecho a la educación. Esto levantó una discusión pública entre quienes creían que el ingreso de las mujeres a la universidad era un derecho, mientras que otros pensaban que ese espacio no estaba destinado a ellas. 

Por ejemplo, El Estandarte Católico, medio conservador de la época, escribió, “no necesita la mujer ser sabia; bástale tener un buen carácter, una virtud sólida y un corazón generoso” y ‘‘ser buena y abnegada madre de familia, esposa fiel y consagrada a los deberes domésticos e hija sumisa y obsequiosa para con sus padres”. Aun con todas estas adversidades y opiniones en contra, un año más tarde fue firmado el decreto Amunátegui, un legado histórico que permitió a destacadas mujeres ser las primeras profesionales del país: Eloísa Díaz, Ernestina Pérez Barahona, Matilde Troup, entre otras. 

“Se declara que las mujeres deben ser admitidas a rendir exámenes válidos para obtener títulos profesionales con tal que ellas se sometan para ello a las mismas disposiciones a que están sujetos los hombres”, dictaba el decreto firmado el 6 de febrero de 1977. 

Posteriormente, Isabel colaboró en el medio La Mujer, dirigido por la escritora Lucrecia Undurraga Solar. En el periódico, presentó una crítica acerca de la ostentación excesiva que observaba como una enfermedad en Chile, haciéndose parte de una serie de artículos en conjunto con Rosario Orrego y Marcial González.

En 1946, en Santiago, se inauguró un monumento de piedra llamado “Las Educadoras”, en honor a Isabel Le Brun y Antonia Tarragó. Este fue creado por Samuel Román Rojas y está ubicado en el Bandejón Central de la Alameda, frente a calle Dieciocho

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