
Baja de la natalidad en Chile: entre cifras, discursos e implicancias políticas
La baja sostenida de la tasa de natalidad en Chile ha encendido múltiples alarmas. Cada vez nacen menos niños y niñas, y esta realidad hasta ahora ha sido interpretada casi exclusivamente desde una lógica demográfica y/o económica. Pero, más allá de las cifras, ¿qué discursos se están activando cuando pensamos en reproducción humana, cuerpo materno y nuevas formas de familias?
Uno de los puntos que más se ha analizado es el relato de que la baja natalidad se centra en la precariedad laboral. Si bien este diagnóstico refleja condiciones estructurales reales, corre el riesgo de reducir la complejidad de las decisiones que toman las mujeres sobre sus vidas. Al centrar el análisis solo en lo que el Estado ofrece o en las posibilidades que brinda el mercado laboral, se puede terminar representando a las mujeres como meras receptoras de apoyo, sin considerar su capacidad de decisión y deseo.
Esta mirada puede reforzar una imagen de la maternidad como algo condicionado por factores externos, ya sea por el asistencialismo estatal o por las reglas del neoliberalismo, y no como una experiencia vivida desde la agencia y el deseo de las propias mujeres. Por eso, es necesario avanzar hacia una comprensión social y política de la maternidad como un espacio de debate crítico y transformador, donde las mujeres sean reconocidas como sujetas activas en la construcción de sus proyectos de vida.
Hoy, con los derechos sexuales y reproductivos en tensión, el cuerpo, la reproducción y la figura de la maternidad han vuelto instalarse en la esfera pública, de igual manera que la preocupación por la baja la natalidad. En este escenario existen razones fundadas para preguntarse por el impacto y los posibles usos políticos que pueden adquirir los relatos sobre la disminución en la natalidad, especialmente en los debates sobre el aborto libre.
Desde otra perspectiva, pero siguiendo con la lógica de posicionar a las personas como sujetos de agencia, es importante que cada vez más familias se constituyen de formas diversas y requieren otro tipo de comprensiones y análisis de sus situaciones. Desde una narrativa canónica se silencia una diversidad de formas contemporáneas de aproximarse a la reproducción humana, y en el contexto de la baja en la natalidad, se requiere de reflexiones y estrategias innovadoras que potencien estas nuevas formas que permitan a las mujeres poder agenciar su deseos y compromisos reproductivos.
Este debate no puede darse en contextos donde se acuse a feministas de “celebrar” la baja natalidad, como si se opusieran a la vida o a la familia. Este tipo de binarismos —feminismo versus maternidad; autonomía versus reproducción— son reductores y peligrosos. El feminismo no niega la maternidad: la piensa críticamente y desde el deseo.
Hablar hoy de natalidad en Chile no es hablar de factores demográficos y economía. Es hablar de cuerpos, políticas públicas, afectos, y disputas simbólicas e históricas. Si lamentamos la baja en la natalidad, sin analizar los discursos que surgen desde distintos sectores políticos sobre la figura de la madre, nos exponemos a volver a usar los cuerpos de las mujeres como recurso simbólico para sanar las fracturas de la nación, como ha sido en otras épocas de la historia del país. No se trata de negar los datos ni de que no se construyan estrategias de resolución, sino de leerlos críticamente. Porque no solo está en juego el número de hijas e hijos que nacen, sino qué sociedad estamos gestando.
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