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Fito Páez alucinó a la ciudad de los pobres corazones

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El músico rosarino reanudó anoche un romance que dura ya más de una década con un público, el chileno, que se sabe de memoria sus letras y las corea bajo su dirección en cualquier tramo de sus presentaciones.


Poco más de dos horas duró el recital ofrecido anoche por Fito Páez en el Club de Planeadores de Vitacura, ante una audiencia no tan numerosa como aquellas que suele convocar cuando visita Chile, debido tal vez al precio de las entradas (de siete mil pesos para arriba). Obviando ese factor, lo cierto es que el músico rosarino reanudó un romance que dura ya más de una década con un público, el chileno, que se sabe de memoria sus letras y las corea bajo su dirección en cualquier tramo de sus presentaciones.



Páez abrió el concierto, a eso de las 20:22 horas, con "Desarma y sangra», un hermoso tema de Charly García, de su era Seru Girán, y lo siguió con "Parte del aire», una creación propia que recoge, en su estilo, ciertos aires folclóricos trasandinos, con los que el tecladista suele jugar en más de una ocasión.



Tras esta apertura un tanto melódica, se lanzó con un rock más bien duro -"Por siete días (Cacería)»-, como para calentar los fríos aires de la comuna que en parte auspiciaba su performance, junto a un periódico y otras marcas comerciales, que tenían palcos propios a un costado del campo. Y trascartón ofreció la primera de las canciones de su último álbum ("Naturaleza sangre», grabado en marzo de 2003), "Salir al sol», que fue seguida por otras de la misma placa que presentó a lo largo del recital.



De hecho, tras este tema, que plantea la necesidad de que "hay que salir a pelear, hay que salir a luchar», porque ya "no me banco el dolor», arrojó a la palestra "Volver a mí», otra creación que habla de los efectos del desamor, dándole un tinte inevitablemente tanguero a la noche que se vivía en las faldas del cerro Manquehue.



Un poderoso riff, salido de la guitarra eléctrica de Gonzalo Alolas, quien tuvo más tarde la responsabilidad de hacer un breve intermedio con un tema propia, mientras Páez se tomaba un ligero respiro, anunció la llegada de "El diablo de tu corazón», una canción que tiene toda la fuerza y la energía de la que suele hacer gala el ex marido de la actriz Cecilia Roth sobre los escenarios.



"Y hay mucha rabia suelta», proclama su letra, que comienza también con una interpelación: "Ey, qué te pasa, Buenos Aires, saca la mufa de tu corazón…» De ahí saltó a "Bello abril» (Oh, Dios santo, qué bello abril…); apuntó hacia "El centro de tu corazón» y terminó con "Cadáver», a la que irónicamente presentó como "De Argentina con amor…», donde habla de que "vengo de un barrio siempre a punto de estallar».



Tras varios temas nuevos, decidió entonces dar un recreo a los incondicionales que lo siguen desde siempre y se largó con "11 y 6», un clásico de la discografía de Fito Páez, cuyo estribillo fue cantado íntegramente por un público heterogéneo, desde adolescentes hasta cuarentones largos, que alucinaron con aquello de "en un café se vieron por casualidad…»



Luego de este respiro, el flautista de Hammelin, que conducía a su antojo a sus seguidores, desperdigados junto al lecho de un río seco, los reencantó con "Música para camaleones», otra obra reciente que también pertenece a "Naturaleza sangre», que además de ser el nombre de su último disco es, adicionalmente, el de un DVD grabado en vivo, donde recorre los veintiún años de su carrera.



Del mismo registro discográfico es también "Urgente amar», la canción que entonó a continuación. Para volver de sopetón a otra de sus creaciones inolvidables: el "Tema de Piluso», dedicado al actor y humorista argentino Alberto Olmedo, que falleció al caer de un balcón, y que era de Rosario, al igual que Páez.



"Las tumbas de la gloria»



Sin dar pausas, esta vez, tocó otro de aquellos temas que forman parte del sound track de más de una generación de sus adeptos: "Las tumbas de la gloria», donde el fantasma de la "guerra sucia» y de su "fuerte vendaval» puso un ligero escalofrío en una noche caracterizada por su calidez. La siguió "Nuevo», donde recuerda que las Torres cayeron pero nosotros seguimos aquí.



Intermezzo con Alolas, como ya se dijo, y regreso de Páez desde el backstage, bajo los sones inconfundibles del "Circo Beat», y la "sicodélica star de la mística de los pobres…»



Montado en la caravana de ese circo pobre pero alegre, Fito descerrajó a continuación, sin pausa alguna y en un arreglo hiperveloz, "Tercer Mundo», esa caótica enumeración donde se juntan la "Mona Jiménez», un ídolo de la música cuartetera cordobesa, con Micky Rourke. Y Páez se complace en vociferar la letra que años atrás provocaba en nuestro país silbidos y aplausos, y ahora sólo provoca una rechifla general: "Qué inapetente estará Pinochet, el día que lo echen a palos…», con el texto obviamente actualizado.



De ahí, vuelta a la vena intimista con "Brillante sobre el mic» ("Hay cosas que no voy a olvidar, la noche en que dejaste de actuar para darme amor…», y rematar con la violencia rockera desatada de "Naturaleza sangre». Una canción que se eslabona con facilidad con "Ciudad de pobres corazones», el tema en que rinde homenaje póstumo a una de sus tías, su abuela y una empleada asesinadas en un hecho delictual en Rosario, la ciudad que alguna vez fue conocida como "la Chicago argentina».



De la furia amplificada de un músico, que se despoja de sus escalas y sus arpegios, para hablar con el lenguaje punk de los tres tonos de "esta puta ciudad», Fito hace un nuevo pase de magia y lleva a todo el mundo a bailar y a revolear poleras y suéteres al compás de "A rodar la vida». Y se despide con un rotundo "chau hasta mañana», luego de presentar a sus músicos, entre los que destacan la guitarra de Alolas, la batería de "Jota» Morelli y el bajo de Guille Vadalá.



Después de esto, hizo mutis por el foro, y sólo reapareció tras un sostenido reclamo del público para entonar dos de sus grandes hits: "Dar es dar» y "Mariposa Teknicolor», con los que se cerró una noche de delirio. Una noche en la que si hubo una palabra que se repitió a menudo fue "corazón». Lo que no es nada extraño en un autor que, como lo recuerda su página web (mundopaez.com): "No creo en casi nada que no venga del corazón…»












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