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Rodolfo Parada: «Nosotros también somos parte de esta historia»

Quilapayún se apronta a celebrar sus cuarenta años. Las dos agrupaciones que se disputan el nombre darán conciertos en Europa. Una acaba de sacar un disco y otra edita nueva producción a fin de año, con canciones nuevas y proyectos de venir a Chile a hacer una gira nacional el año próximo.


Si a usted le dicen "Quilapayún", ¿en quiénes piensa? ¿En los ‘de Chile’ o los ‘de Francia’? ¿En el grupo de Eduardo Carrasco? ¿En la colectividad liderada por Rodolfo Parada y Patricio Wang? El grupo más emblemático de principio de los 70 tiene hoy dos rostros. Y son dos rostros que se enfrentan.



A la disputa legal por el nombre se han agregado las declaraciones de prensa, la publicidad de los desencuentros. Un Quilapayún -formado por Eduardo Carrasco, Carlos Quezada, Rubén Escudero, Hugo Lagos, Hernán Gómez, Guillermo García, Ricardo Venegas e Ismael Oddó- tiene su centro de operaciones en Chile. El otro -del que forman parte Rodolfo Parada, Patricio Wang, Patricio Castillo, Álvaro Pinto, Chañaral Ortega, Sergio Arriagada y Mario Conteras- reside en Francia.



Aunque las relaciones están quebradas, a fines de septiembre todos los ‘Quilas’ coincidirán en Paris, para celebrar los 40 años desde el nacimiento. Por separado, desde luego. Y desde Francia, Rodolfo Parada cuenta una primicia: el próximo año volverán a estar en un mismo sitio, esta vez en Santiago, porque los Quila-Francia pretenden hacer una gira por nuestro país en julio del próximo año.



Y mientras Quilapayún-Chile viaja por Latinoamérica para dar a conocer su reciente disco antológico "La vida contra la muerte", el grupo francés ofrece conciertos en Europa y trabaja en un álbum con canciones nuevas, que esperan traer en su visita del año que viene.



Nuevas producciones



Rodolfo Parada tose. Viene recién saliendo de una bronquitis que lo obliga a interrumpir la conversación cada cierto tiempo. Pero está entusiasmado. A la satisfacción de haber participado -junto a artistas de la talla de Víctor Manuel, Serrat, Ana Belén y León Gieco- en un disco en apoyo de Tabaré Vásquez durante su campaña presidencial en Uruguay, se agrega ahora la alegría de estar trabajando en una producción nueva.



Se trata de un álbum que debería estar listo a fin de año. "Es un disco exclusivamente con canciones originales, que está siendo producido por la compañía española Picap y que será distribuido en Europa y en Chile, una vez que se arreglen los problemas con las casas de discos que tenemos allá, y que a pesar de ser transitorios, perturban un poco nuestra presencia actual", explica.



La reciente edición de la placa "La Vida contra la Muerte" de Quilapayú-Chile, asegura, demuestra los contrastes entre ambos proyectos artísticos. "Los ex miembros, agrupados en torno a Carrasco acaban de presentar un disco, que es una selección de canciones que fueron editadas en Francia el año 80 -afirma. Para nosotros no tiene mucho valor que ellos publiquen canciones viejas. Nosotros hemos estado siempre en una situación de progreso, evolución desafío. Buscando el sentido para nuestras canciones, nuestros discos y nuestra renovación. El Quilapayún que queremos mantener es el de la historia: el que siempre arriesgó, fue buscando nuevos caminos".

"Le pediría a la gente que pase por encima del dolor"



Luego de que la distribución de su producción -"A Palau", grabada en Barcelona- fuera "perturbada", según cuenta Parada, esperan llegar con esta nueva creación a un arreglo con los sellos discográficos nacionales para que quienes estén interesados en conocer la evolución de Quilapayún-Francia no se vean impedidos de hacerlo.



"Creo que la gente de las casas de discos tiene que tomar distancia respecto del conflicto. Y tendrá que llegar a la convicción de que nosotros somos portadores del Quilapayún de siempre, renovador, que propone nuevas cosas, que tiene audacia y que no sigue machacando el mismo clavo de los años 80 -dice. Eso va a pasar cuando las casas de discos entiendan que también es un negocio publicar discos de Quilpayún con canciones originales."



-¿Hay posibilidades de una ‘coexistencia pacífica’ entre lo que hacen ustedes y las antologías y recuerdos que hace el Quilapayún denominado ‘histórico’?
-Eso es lo que nosotros llamamos el "Quilapayún de ex miembros". Da un poco de vergüenza ver que en ese grupo hay gente que dejó Quilapayún hace más de 30 años, como es el caso de Rubén Escudero, que dejó el grupo el 74. O Carrasco, que se fue el 88. En términos de coexistencia, ninguno puede impedir al otro que saque discos, que toque y todo eso. Creo que lo que va a hacer la diferencia, mientras no haya una decisión legal -que puede tardar un tiempo, tal vez años-, es la música. Y tanto mejor, porque son el público y la cultura chilena los que van a ganar. Quiero decir que el público ganaría mucho escuchando nuestros discos, y las casas de disco también. Encabritarse, boicotear, hacerles caso a las heridas narcisistas no tiene mucho sentido.



-La gente que ha seguido a Quilapayún durante toda su historia tiene el corazón dividido porque hay lealtades compartidas. Hay una cierta tensión emocional en el hecho de tener que escoger.
-Yo entiendo bien lo que pasa. Es algo que para alguna gente es bastante doloroso. Ahora, no ha sido nuestra responsabilidad el que ex miembros hayan decidido re-juntarse en el año 2003 con motivo de la conmemoración de los 30 años de la muerte de Allende y ahora los 40 años de trayectoria, que son dos momentos muy simbólicos, pero al mismo tiempo, comercialmente muy interesantes. Somos nosotros los que con esfuerzo, sacrificio, incluso con peleas internas, hemos mantenido el proyecto Quilapayún vivo y coherente, con los principios que siempre han determinado nuestra trayectoria.



Le pediría a la gente que pasara por encima del dolor, que no se dividiera. Que vayan a ver a los ex miembros, que la nostalgia está permitida, y es muy comprensible la imagen de algunos de los ex miembros, pero que al mismo tiempo entiendan que nosotros también somos partes de esa historia. Con nosotros también vivirán la nostalgia, pero tenemos kilos de canciones nuevas. Cada uno tiene que vivir su experiencia. Las peleas humanas desgraciadamente nos llegaron a nosotros, pero no es por responsabilidad nuestra. Mientras no exista una decisión legal es el arte el que va a marcar la diferencia.



-Es frecuente que haya problemas o alejamientos con amigos o parejas. ¿Cuál es la desventaja de que los problemas -esencialmente privados- no hayan podido permanecer en ese ámbito, y se ventilen por la prensa?
-Vivimos en una época muy mediática. En general, a la prensa le encanta la guerra entre jefes. Pero yo les pediría que vayan más allá, para ver lo que verdaderamente pasa con el Quilapayún. Por un lado hay una reagrupación de ex miembros que dejaron voluntariamente el grupo y que ahora tratan de explotar comercialmente su pasado, apoyados en una actualidad que nosotros hemos mantenido con mucho esfuerzo. Por otro lado estamos nosotros, que defendemos nuestro pasado, pero sobre todo estamos preocupados por seguir desarrollando lo que Quilapayún siempre ha sido: un proyecto con ambiciones creativas y espíritu renovador. Hay dos proyectos que son distintos. Efectivamente, los problemas internos podrían haber quedado como problemas internos, pero hubo gente que no supo guardar la calma. Lo importante es que, como dijo Patricio Wang, ‘nosotros no queremos que Quilapayún sea un museo de los años 60’. Eso define muy bien nuestro espíritu, por mucho que reivindiquemos lo que hicimos. Arriesgaremos proposiciones nuevas, que la gente será libre de tomar o no tomar. No basta con decir "I was there’. Queremos dar testimonio que estuvimos ahí, pero que después seguimos nuestra pelea.


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