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Según investigador iraní, Mozart no escribió uno de sus famosos conciertos

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El musicólogo afirma que uno de los cuatro conciertos para trompas del compositor, fue en realidad escrito por un amigo del padre de Mozart.


Wolfgang Amadeus Mozart no compuso el Concierto para Trompa en Do mayor, una de las cuatro composiciones más conocidas para este instrumento, según ha revelado el investigador y musicólogo israelí Benjamin Perl.



Cuando se cumplen 250 años del nacimiento del genio de la música, las investigaciones de Perl, publicadas en una revista especializada sobre instrumentos de viento y que recoge hoy el diario «Haaretz» parecen echar por tierra la creencia de que Mozart habría compuesto un total de cuatro conciertos para trompa.



Durante 200 años los virtuosos de este instrumento han conocido el rico repertorio que dejó Mozart con un total de cuatro conciertos, escritos para el músico de trompa Joseph Leutgeb, amigo del compositor al que conocía desde niño.



Tres de los conciertos fueron compuestos en Mi bemol mayor y el cuarto en Do mayor, lo que condujo a Benjamin Perl a examinarlos nota por nota y llegar a la conclusión de que Mozart no es autor de los cuatro sino de sólo tres de ellos.



El musicólogo cree que el concierto en Do mayor, «K412», no puede incluirse entre los trabajos del genio sino que otra persona lo compuso y que el propio Mozart lo editó posteriormente.



Pese a las dudas incipientes suscitadas por el hecho de que el manuscrito original de la composición ha sobrevivido y que fuera de toda duda fue escrito por Mozart, Perl apunta que se trata de un obstáculo inicial puramente psicológico.



«Cuando se examina la composición musical no hay ningún obstáculo: Investigaciones realizadas en los últimos años han determinado que Mozart no compuso un serie entera de trabajos, aunque consten sus manuscritos. Incluso estos trabajos eran copias que había hecho y que en muchos casos revisó y embelleció», destaca el artículo del «Haaretz».



Hasta ahora el concierto para trompa en Do mayor no había sido incluido en esa lista y era considerado auténtico, y todas los estudios llevados a cabo en los últimos 150 años nunca dudaron de su autoría.



Pero Perl sospechó que algo no casaba bien en la composición debido, según señala, a su estilo peculiar y tosco en el que está escrito.



Las sospechas del musicólogo israelí crecieron después de 1987, cuando Alan Tyson, un especialista en fechar manuscritos, examinó los pentagramas que durante los últimos 56 años albergaba la Jagiellonian Library en Cracovia, en Polonia, y determinó que la obra había sido compuesta en los últimos años de la vida de Mozart, quizá incluso en el año de su muerte.



Perl dice que durante ese período Mozart no escribió composiciones simples como las de este concierto, una señal de que no es original, sino quizá una revisión del trabajo de otra persona.



Asimismo subraya que Mozart ni siquiera finalizó el Rondó y que el manuscrito que sobrevivió hasta nuestros días es únicamente un fragmento, un material tosco que debía ser refinado antes de ser interpretado.



El estudiante de Mozart, el famoso Sussmayr (conocido por haber supuestamente completado el «Requiem»), también contribuyó con este trabajo, según Perl.



Y a diferencia del «Requiem», al que el estudiante fue lo más fiel posible a los dictados del compositor, en el Concierto para trompa en Do mayor Sussmayr se desvió completamente de la composición original y elaboró un Rondó siguiendo sus propios gustos.



Basándose en estas deducciones, Perl propone una historia alternativa a la creación del concierto.



En primer lugar, que Mozart no es el compositor original sino que lo fue el instrumentista de trompa Leutgeb.



Se basa también en que este músico era un viejo amigo tanto de Mozart como de su padre Leopold, y se conoce que este último le prestó dinero cuando dejó Salzburgo para asentarse en Viena donde abrió una tienda de quesos.



Perl sugiere que Leutgeb compuso el concierto para su propio uso, y en algún momento se lo mostró al joven Mozart -24 años menor- y le pidió que le hiciera algunos arreglos.



Así, el manuscrito de Mozart no es más que una revisión de un trabajo menor, escrito por un músico profesional, pero que aún era un compositor iniciado.



«De ser correcta la hipótesis de Perl, Sussmayr no adaptó el fragmento dejado por Mozart sino que transcribió directamente el original, la primera versión escrita por el trompetista y mercader de queso, Joseph Leutgeb».



EFE


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