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Los Bunkers elevan el rock chileno a los altares del Festival de Viña del Mar

Las luchas de los estudiantes chilenos, el movimiento ciudadano en la región sureña de Aysén y la situación de los indígenas mapuches encontraron un altavoz tanto en García como en Los Bunkers, y tuvieron amplia resonancia entre el público.


En un certamen donde los ritmos latinos y las baladas clásicas son la tónica, Los Bunkers lograron la noche del sábado elevar el rock chileno a los altares del Festival de Viña del Mar, con un espectáculo cargado de consignas políticas en clave local.

Los Bunkers hallaron, además, un buen aliado en Manuel García, un cantautor que se ha labrado un consolidado prestigio, y que terminó por hacer de esta la noche más chilena del festival de música más popular de Latinoamérica, y también la más combativa.

Las luchas de los estudiantes chilenos, el movimiento ciudadano en la región sureña de Aysén y la situación de los indígenas mapuches encontraron un altavoz tanto en García como en Los Bunkers, y tuvieron amplia resonancia entre el público.

El quinteto, convertido en el grupo local con más proyección internacional, fue el encargado de abrir la cuarta noche del certamen, en la que conquistaron dos antorchas y dos gaviotas, es decir, todos los premios que el auditorio, completamente entregado, puede otorgar.

Sin más adorno ni parafernalia que su elegante presencia en el escenario, los cinco se presentaron en el anfiteatro empuñando sus instrumentos -bajos, guitarras, teclado, batería-, y haciendo gala de su estética ‘beatle’.

Nacidos en 1999 en la ciudad sureña de Concepción y afincados desde 2008 en México, Los Bunkers aprovecharon su segunda visita al festival para repasar los éxitos más sonados de su carrera y temas de su último disco, «Música libre», concebido como tributo a Silvio Rodríguez.

Con «No me hables de sufrir» y «Miéntele» dieron inicio a la fiesta, y con «Santiago de Chile», original del trovador cubano y que rememora el golpe de Estado de 1973, llevaron a parte de la grada a botar al grito de «el que no salte es Pinochet».

Al frente del micrófono se alternaron Álvaro López, eje central de la banda, y Francisco Durán, que puso voz a las letras de «Canción de lejos», «Nada nuevo bajo el sol» y, de nuevo, un clásico de Silvio, «Pequeña serenata diurna».

El momento especial de la noche, en palabras de Álvaro López, llegó de la mano del propio Manuel García, con el que interpretaron «Al final de este viaje», también del disco «Música libre», con el anfiteatro como aliado.

Con «Llueve sobre la ciudad», el quinteto terminó por levantar de su asiento a quienes aún se resistían a bailar, y con «Miño», López puso en aprietos a los encargados de la seguridad y se sumergió entre el público hasta subirse a un escenario secundario situado en la mitad del recinto.

Tras una breve pausa para recibir una antorcha de plata y otra de oro, Los Bunkers reanudaron su descarga eléctrica con «Canción para mañana», dedicada a los estudiantes chilenos, mientras en una pantalla gigante se leían provocadoras consignas.

Lemas como «La educación… el negocio donde el cliente tiene la razón» y «Respecto al pueblo mapuche» despertaron un sonoro aplauso entre los asistentes, con muchos jóvenes que llegaron atraídos por el cartel de la noche.

Los Búnkers, recibidos en casa como hijos pródigos, se adjudicaron también la gaviota de plata y la de oro, y cerraron con «Ahora que te vas» una lección magistral del mejor rock local, que gana adeptos y conquista escenarios poco dados para el género.

Tampoco es habitual ver en Viña del Mar a artistas del perfil de Manuel García, cantautor, poeta y trovador de 41 años, asociado a la nueva canción chilena, que en apenas 50 minutos sobre el escenario conquistó al auditorio.

«Témpera», «Tu ventana», «Vida mía», «Piedra negra» o «La gran capital» emocionaron al público, que le obsequió con todos los galardones, las dos antorchas y las dos gaviotas, y puso en aprieto a los presentadores, que querían dar paso a la competencia folclórica.

Manuel García, que es también jurado de esa competencia, les echó una mano, pidió dejar espacio para el concurso, que ayer fue suspendido por exigencia del británico Morrissey, y prometió volver a la Quinta Vergara, esta vez sí, con un concierto más largo.

Tras la competición folclórica, estaba previsto que la jornada se cerrara con cumbia argentina, de la mano de los grupos Ráfaga y Garras de Amor.

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