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En el «Huaso Enrique», cuna de la cueca brava, todos los días son dieciocho No importa el día ni la hora, en este recinto popular lo importante es zapatear con la cueca brava y chora… ¡Huifa! ¡Ayayái!

En el «Huaso Enrique», cuna de la cueca brava, todos los días son dieciocho

Desde 1952 que este salón se las arregla para reinventar el 18 y prolongar el jolgorio. Además de las comidas típicas chilenas, desde principios de los 90 este lugar alberga a la cueca brava, variante de la cueca tradicional, que se caracteriza por una temática relacionada con la ciudad. Hoy este lugar es parada obligada del circuito cuequero santiaguino.


Puede ser un viernes a las cuatro de la tarde, pero el local está repleto. Los jóvenes cuequeros de “La Cuadrilla” cantan a todo pulmón y en la pista de baile las distintas generaciones y clases sociales se encuentran para bailar, cada uno a su pinta, la cueca que más les gusta.

Se trata de “El Huaso Enrique”, un restorán que lleva más de medio siglo reinventando el 18 cada uno de sus días de funcionamiento desde 1952. Un local fundado por Enrique Araya, originario de Pichidegua, y su esposa Carmen Zúñiga, de Melipilla, cuyas riendas hoy están en manos de su hija Carmen Gloria Araya, y que desde su fundación ha sido lugar de encuentro de la bohemia, los estudiantes, los oficinistas, pero también todo tipo de personajes del mundo popular, donde un feriante puede toparse con la mismísima animadora Tonka Tomicic, como ocurrió la semana pasada.

Agrupación "Aparcoa"Foto: Javier Liaño

Agrupación «Aparcoa»
Foto: Javier Liaño

Aquí las guirnaldas, como la cueca, nunca faltan. “Nosotros prolongamos el 18 en el tiempo, todo el año”, dice orgullosa Carmen Gloria Araya. Llegan oficinistas como Viviana, que vino con tres amigas porque le recomendaron el local, cuya comida y ambiente no las ha decepcionado; o la joven pareja conformada por Fernanda y Víctor, que solían bailar en el Galpón Víctor Jara y ahora vienen a zapatear aquí.

Entre los platos se destacan el caldo de gallo, la cazuela de campo, la plateada o el pollo a la orden, y tragos como el clásico terremoto. Y si bien también es posible escuchar las cumbias de Chico Trujillo o la Sonora Palacios, el fuerte del local son las actuaciones de grupos cuequeros como Los Santiaguinos, Los Tricolores o Aparcoa, en un local con capacidad para 200 personas.

Local "Huaso Enrique"Foto: Javier Liaño

Local «Huaso Enrique»
Foto: Javier Liaño

Estos y otros conjuntos hacen bailar a su público bajo un hermoso mural de Fernando Allende, una obra excepcional donde aparece gente real del ambiente, como el pianista Aladín Reyes, según recordaba el pintor en una reciente entrevista (otra obra suya se ve en la carátula del disco «El ángel de la cueca» del cantor Mario Rojas).

“Si no tiene pañuelo para bailar como se debe, no se preocupe, que allá la tía de los pañuelos le tiene del modelo que guste”, escribía hace algunos años un comensal del lugar.

El Lonely Planet, la biblia de los turistas, señala que aquí los visitantes tendrán la oportunidad de “ver a orgullosos chilenos bailando su danza tradicional, un ritual lúdico que imita el cortejo del gallo y la gallina, con música tradicional en vivo”.

Foto: Javier Liaño

Foto: Javier Liaño

El baile nacional en sus distintas versiones –brava, chora, tradicional- es onmipresente en el restorán, tal como el ambiente de jolglorio. Y si las orquestas de cueca tocan de jueves a sábado, las clases de baile se extienden por toda la semana. Hay entonces una diversidad de “formas de baile, donde cada cual expresa su propio sentimiento, sus sensaciones, su experiencia”, cuenta Carmen Gloria.

Cuna

Pero el “Huaso Enrique” no sólo cuenta una historia de tradición culinaria. También fue el lugar de encuentro de viejas y nuevas generaciones que empezaron a recuperar la cueca allá por los fines de los 90, con músicos como Mario Rojas y Héctor Pavez, para recoger las creaciones de compositores como los maestros Nano Núñez y Sergio Vea. (Uno de los frutos de aquel encuentro intergeneracional fue el documental “La bitácora de Los Chileneros” que realizó Mario Rojas en 1998).

Fariel AbarcaFoto: Javier Liaño

Fariel Abarca
Foto: Javier Liaño

“Éste fue el primer local de un día fijo para la cueca brava”, afirma Fariel Abarca, cantor de La Cuadrilla. También Carmen Gloria dice con orgullo que su restorán fue el primer lugar que les brindó un espacio a esta “nueva ola” de la cueca, un punto de encuentro donde los viejos maestros empezaron a juntarse con los nuevos talentos para hacer canto a la rueda (donde los intérpretes se van turnando), modalidad en la que interpretan las canciones tradicionales, pero que también es intancia para crear nuevos temas, especialmente a partir de la famosa reunión de los jueves.

En aquella época “entre los jóvenes se despertó la conciencia de nuestras raíces”, opina la dueña de casa para explicar el renacer del baile que cada vez tiene más adeptos. “Yo siento que la gente está tan sola que necesita buscar su identidad, y la encuentran en la cueca, y no en la tradicional, sino en la brava o la chora”, que permite un canto y baile más a la pinta de cada uno, según los entendidos del género.

Agrupación Aparcoa en el Huaso EnriqueFoto: Javier Liaño

Agrupación Aparcoa en el Huaso Enrique
Foto: Javier Liaño

Fue en aquellos días que Carmen Gloria empezó a ver jóvenes de pelo largo y pantalón roto bailando cueca, algo desconocido anteriormente. Hasta entonces mucha juventud rechazaba la cueca por ser algo impuesto por la dictadura, que la había declarado por decreto como baile nacional en 1979 y entre cuyos principales exponentes estaban los Huasos Quincheros. Su líder, Benjamín Mackenna, fue colaborador directo con el régimen militar en políticas culturales e incluso llamó a votar Sí en el plebiscito de 1988.

Pero eso es pasado. Porque si la bohemia fue aplastada con el toque de queda, cualquier noche de estas en el «Huaso Enrique» es una muestra de que sigue vivita y coleando. Y si si alguna vez la cueca quiso imponerse desde arriba, hoy cada vez más gente la recupera a su modo y se la apropia  para disfrutarla a pleno en la pista de baile de este local de tradición. Para comprobarlo, los invitamos a sacudir el pañuelo y zapatear sin parar.

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