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¿En qué piensa y cree el cine chileno del 2005 en adelante? Libro «Un cine centrífugo. Ficciones chilenas 2005-2010» será presentado el miércoles 9 de octubre en el FICValdivia

¿En qué piensa y cree el cine chileno del 2005 en adelante?

El 2005 en el Festival Internacional de Cine de Valdivia marcaría un quiebre en el llamado novísimo cine chileno. Se estrenan obras de Scherson, Lelio, Fuguet y Bize, que dan cuenta de nuevas miradas sobre la realidad nacional, escogiendo perspectivas narrativas muy diferentes a las desarrolladas por el denominado ‘cine de la transición’ (La frontera, o Caluga o Menta). Atrás queda la necesidad de que los espectadores empaticen con las víctimas de un sistema y de una recién terminada dictadura militar.


Película Play

Película Play

La frase es del francés André Bazin, el reconocido e influyente crítico y teórico del cine: “La pintura es centrípeta, en cambio el cine es centrífugo”. Quien la recoge es Carolina Urrutia Neno para acuñar el concepto y aplicarlo en su libro Un cine centrífugo. Ficciones chilenas 2005-2010, que será lanzado el miércoles 9 de octubre dentro del marco del Festival Internacional de Cine de Valdivia.

“Me pareció una idea enriquecedora para pensar un estado del cine chileno contemporáneo que se articula desde propuestas muy interesantes, muy afiliadas a un cine de autor extranjero, muy cinéfilo, desde donde podemos proponer lecturas constantes sobre un presente, un mundo (el Chile del 2000) que se despliega alrededor del plano”, explica la autora sobre el punto de partida de su obra.

Para ella, el concepto de lo centrífugo es una herramienta que utiliza para establecer ciertas definiciones de lo que caracterizaría a este cine chileno contemporáneo que aborda en el libro.

Enfatiza en la dificultada de hablar de un cine chileno en particular y, más bien, dice que es posible hablar de distintos autores “que comparten una nacionalidad, y comparten también preocupaciones relacionadas con la contingencia del país, pero que hacen cine desde sus visiones y perspectivas bastante diversas”. Ahí radicaría lo interesante de las propuestas de estos cineastas. Y cita como ejemplo lo que ha ocurrido este año con algunos estrenos: “No podemos comparar Gloria, de Lelio, con El futuro, de Scherson, y Las cosas como son, de Lavanderos, por nombrar algunos estrenos del 2013”.

Película "Se arrienda"

Película «Se arrienda»

Si bien el libro escoge un período acotado de obras (2005-2010), Urrutia señala que el lapso no se cierra en 2010, sino que marca el año en que comenzó a escribir el libro: “El último capítulo lo que hace es justamente extender el período, dar cuenta de la variedad de temas, estéticas, poéticas que propone el cine actual. Un cine cuyas características productivas, económicas, argumentales, son muy variadas”, sostiene la autora.

El período escogido por Urrutia está estrechamente relacionado con lo ocurrido en el FICValdivia del año 2005, pues comenta que en ese año se estrenaron cuatro obras: Play, La sagrada familia, Se arrienda y En la cama, filmes que marcarían un antes y un después en el novísimo cine chileno: “Me parece evidente el quiebre que se produce el año 2005… Ese año se estrenaron películas de Scherson, Lelio, Fuguet, Bize, que daban cuenta de nuevas miradas sobre el entorno, sobre los personajes, perspectivas muy distintas a las desarrolladas en lo que se denominó ‘cine de la transición’ (los ejemplos son las películas: La frontera, Caluga o Menta, entre otras).

En estas últimas recalca que habría “una suerte de necesidad por tocar ciertos temas de urgencia, por que los espectadores empatizáramos con las víctimas de un sistema y de una recién terminada dictadura militar, y con los marginales que el sistema dejaba a un lado”.

¿En qué piensa el cine chileno de este período?, ¿cuál es su propuesta sobre la realidad?, ¿qué factores sociales-culturales y estéticos lo determinan?

Me parece que el cine chileno contemporáneo es muy reflexivo. Piensa sobre el cine, sobre el modo de narrar; es experimental y formalmente jugado, atrevido, a veces radical en sus modos de expresarse. Y paralelamente a estas propuestas estéticas y formales, va proponiendo diversas hipótesis sobre cierto malestar que parece instalado en la sociedad chilena, malestar relacionado especialmente con temas como el neoliberalismo, el capitalismo, la mala distribución de la riqueza. Eso es muy visible en gran parte de las películas que analizo en el libro. Pensando en filmes como Ilusiones ópticas (Jiménez), Play (Scherson), Huacho (Fernández), El pejesapo (Sepúlveda), etc.

¿Cuáles son los referentes de los cineastas de este período?

Justamente lo interesante de este período está relacionado con la infinidad de referentes. Podemos proponer líneas, pequeñas cinefilias de los directores que aparecen, a veces como homenajes, otras veces como aprendizajes, pero finalmente el universo es muy grande y obedece a la posibilidad tanto de los directores como de los espectadores de acceder constantemente a muchas películas a través de festivales de cine, de descargas de Internet, de aquello que promueven y enseñan las escuelas de cine de donde vienen varios de los directores estudiados.

Sostienes en tu libro que el objetivo de este es proponer que, desde el año 2005, en Chile nos encontramos frente a un cine que parece no creer en nada y que se entrega al despliegue de unas imágenes vaciadas de contenido (en tanto discurso y alegoría), expresivamente ambiguas. ¿Por qué postulas esto y en qué se refleja?

Lo postulo porque visiblemente las atmósferas que registran estas películas son más bien pesimistas. No son narraciones que contemplan un happy ending, según es regla en gran parte de un cine clásico norteamericano o comercial en general.

Creo que en ninguno de los ejemplos analizados estamos frente a un relato cerrado. Por el contrario, se postula a finales abiertos, al planteamiento de ciertas preguntas, a la reflexión sobre los estados de ánimos, dando cuenta de una dificultad de alcanzar los objetivos personales de los personajes, o incluso de la ausencia de motivaciones.

Si hablo de un cine que “parece no creer en nada”, tiene que ver con una distancia interesante que establecen los directores frente a un cine más político o comprometido. Los directores que analizo no buscan realizar un cine que eduque o que sea reflejo de… Buscan elaborar ciertas poéticas, a veces urbanas, otras veces relacionadas con las zonas más periféricas. En el caso de Pablo Larraín, representando la dictadura militar, pero siempre desde ciertas propuestas que se alejan evidentemente tanto del entretenimiento como de la militancia.

¿Lo anterior hace referencia a una actitud cargada al individualismo y a un tono intimista, desligado de cierto compromiso social?

Creo que todo lo contrario. Me parece que el cine chileno actual, el cine centrífugo, tiene una opinión muy reflexiva, crítica y una mirada muy acuciosa sobre la sociedad contemporánea. En absolutamente todas las películas es posible establecer lecturas que se desmarcan del universo representado.

Incluso aquellas películas que encuentran en el encierro el espacio ideal desde donde narrar, podemos ver cómo se cuela (desde una ventana, desde un televisor, desde el fuera de campo) un comentario constante hacia el presente, hacia temas sociales y políticos. No es tal vez el centro del relato, pero sí es algo siempre presente, literal o alusivamente, en las distintas obras que son analizadas.

¿Cuánto influye la era digital en las nuevas concepciones para hacer cine?

Las tecnologías digitales, su precio, su peso, su acceso, permiten que el cine se amplíe infinitamente. Las escuelas de cine promueven eso, varios de los largometrajes estudiados son óperas primas de egresados de escuelas de cine, que convierten lo digital y el bajo presupuesto de sus producciones en un sello estético.

El libro será presentado por Pablo Corro e Iván Pinto a las 18 horas en el Auditorio de la Carpa CECS del FICValdivia.

 

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