Publicidad
El cine experimental de Claudio Caldini y el cruce de géneros de Alain Guiraudie Ambos son invitados internacionales del FICValdivia

El cine experimental de Claudio Caldini y el cruce de géneros de Alain Guiraudie

Durante la jornada del viernes en el Festival Internacional de Valdivia se presentaron las muestras paralelas de dos de sus tres invitados internacionales: el cineasta argentino Caldini, figura fundacional del cine de vanguardia de su país y latinoamericano; y el francés Guiraudie, cuya cinematografía se caracteriza por la superposición de géneros: sueño-vigilia, comedia y situaciones dramáticas, y cuya última película ganó el Premio al Mejor Director en el pasado Festival de Cannes.


Pieza angular en el desarrollo del cine experimental argentino, los orígenes de la filmografía de Caldini se remontan hasta la década del treinta. Ha sido y sigue siendo el mentor y promotor de nuevas generaciones en este género, del cual se hizo célebre por explorar las posibilidades narrativas y artísticas del cine a través del uso del súper 8.

Por su parte, desde 1990 que el cineasta francés Alain Guiraudie nos sorprende y deleita con su filmografía, que se sustenta en una libertad creativa y en la idea del cruce de géneros, con películas tan notables como “El rey de la evasión” (exhibida el viernes en Valdivia) o «L’Inconnu du Lac», su último film (imagen principal, que se exhibe hoy sábado), con el que da un giro hacia el realismo, pero en el que mantiene su idea cinematográfica de establecer un centro y a partir de ahí ir ramificando la historia, dejándola escapar o rodeándola, incluso volviendo sobre ese mismo centro. Cabe destacar que este destacado cineasta ganó el Premio al Mejor Director en el pasado Festival de Cannes.

Según Raúl Camargo, programador del FICValdivia, si hay algo que caracteriza a ambas cinematografías, la de Caldini y Guiraudie, es la posibilidad de libertad que emplean en sus construcciones narrativas de ficción, “escapándose de los moldes tradicionales que justamente ahogan muchas veces a los directores de ficción que tienen que presentar fondos y formularios para hacer plausibles sus proyectos a nivel nacional e internacional bajo una estructura que a veces termina justamente ahogando la libertad creativa. Por eso los decidimos invitar”, sostiene Camargo, pues ambos constituyen un ejemplo fundamental a la hora de romper la lógica narrativa tradicional para establecer una forma no convencional de narración, sello del cine de autor que caracteriza al FICValdivia.

En el cortometraje experimental de Caldini, que viene realizando desde hace 40 años, hay dos puntos que son los pilares de su trabajo: primero, la reivindicación de continuar utilizando la maquinaria cinematográfica propiamente del cinematógrafo Lumiére, aquel que fue miniaturizado en los años cincuenta, y que dio origen al formato de 8 mm, o súper 8.

“En mi caso en Buenos Aires, a fines de los años sesenta, ese formato fue tomado además por los artistas y creamos sin una información previa y ni habiendo visto la historia del cine experimental, porque en esos momentos las copias en 16 mm no se distribuían del así llamado cine experimental… entonces creamos nuestra propia versión del fenómeno en 8 mm; además era el formato accesible y lo notable es que lo hacíamos pensando que era un cine para el futuro”, declara el cineasta argentino. Y agrega, “fue como una profecía autocumplida”, al constatar que sus cortometrajes siguen vigentes y dan que hablar aún, y están, por ejemplo, en Valdivia.

Algo que recalca Caldini es que hay una política detrás para seguir usando este formato: “esa maquinaria estaba hecha de una tecnología noble que no tenía la obsolescencia programada de lo electrónico actual: esa máquinas son tan nobles que siguen funcionando”. Además, destaca la experiencia perceptiva que provocan que es distinta a los medios digitales, sin entrar en consideraciones respecto a sus capacidades y posibilidades narrativas.

Según el cineasta experimental argentino, su generación, la conciencia de su generación “fue modelada y modulada por el cinematógrafo, por esa intermitencia de 24 imágenes por segundo. Eso creó una forma de pensar y de sentir la imagen como hecho artístico”.

En cuanto a la poética de sus films, Caldini lo conceptualiza con claridad: “Concentración en lo que puede tener de poético esa mecánica, esa tecnología y una conciliación entre técnica y poesía o entre naturaleza y cultura. Los elementos narrativos están reducidos al mínimo para valorizar los elementos plásticos, expresivos de la imagen. Los instrumentos del cine yo los utilizo con una afinidad de un pintor o un músico”.

Cuenta Caldini que a partir de fines de la década de 1990 en Argentina fue nuevamente posible acceder a la tecnología del súper 8 y todo ese material que había quedado relegado. Se produjo entonces una eclosión y los estudiantes de cine cubrieron una nueva categoría y una nueva posibilidad. Fue ahí que sus trabajos y el de otros cineasta experimentales se incorporaron a los programas de estudios en las universidades y a la docencia y los estudiantes descubren la nobleza de este material fílmico ostensiblemente diferente en comparación con los medios digitales. Y admite que se ha creado una nueva corriente de realizadores que siguen identificando el formato del súper 8 con la experimentación. En Valdivia todas sus películas se exhiben en su formato original y con equipos de época.

Guiraudie, premio al Mejor Director en el pasado Festival de Cannes

Cuenta Camargo que la obra de Guiraudie le fue revelada por el profesor de cine y jurado de la competencia internacional Udo Jacobsen. Algo que le llamaba la atención del trabajo del cineasta galo era que desarrollaba un concepto de belleza “donde generalmente el cine francés no lo tomaba en cuenta, que es en la clase media, trabajadora; cuerpos no perfectos, fusionaba lo romántico con lo laboral por una parte y esa misma relación de los personajes desde dentro de un espacio cerrado de lo laboral hacia un espacio más abierto, el pequeño pueblo”.

Según explica el propio Guiraudie, su relación con el campo proviene de que él es nacido en un sector rural de Francia y se formó como cineasta mirando siempre una tendencia de la filmografía de su país de hacer cine en contextos urbanos. “Cuando empecé hacer cine en los años noventa me pareció importante extender el horizonte a nuevas narraciones, nuevas historias y lo rural, el campo me pareció un buen punto de partida”.

Si hay algo que caracteriza su cine es esta superposición de géneros antes mencionada, que el propio director francés explica: “La idea de mezclar géneros me vino de tratar cosas universales, pero también de abordar cosas íntimas y de referirme a través de mi trabajo a la historia del cine”.

Cuenta el realizador que el cine que le hizo amar el cine fue el western, el film noir, el cine de aventuras y piratas. Y reconoce múltiples influencias que no son sólo cinematográficas, como las aventuras de Tin Tin y Milou, los cómics de Ásterix y Óbelix. “Mis referencias van desde Tin Tin hasta Bertold Brecht”, señala Guiraudie.

“Cuando hago películas no sólo las hago para alguien, sino más bien las hago en sí o para mí mismo. De igual manera considero la audiencia, pero en gran medida las hago para mí, si bien no hago un cine hollywoodense, entiendo que estoy en un contexto de industria y por ende siempre me pongo en el nivel del espectador de un momento a otro”, explica.

De lo que le interesa hablar en su películas es de “cosas cotidianas de la vida misma y llevarlas a la pantalla”, pero también le interesa “hablar de cosas íntimas y lograr que eso a través del cine pasen a otra dimensión. Trabajo sobre la base del ‘bigger than life’, es decir, que ciertas cosas íntimas sean más grandes que la vida misma”, concluye Guiraudie.

Algo que destaca Camargo de sus películas son una serie de hechos inesperables y que escapan de esta lógica de estructura de género. Al respecto Guiraudie es claro en señalar que es a través del diálogo que le gusta que sus personajes vayan evolucionando. Junto con esto, otro rasgo importante, según Camargo, son las localidades, el donde transcurre la acción de las películas del cineasta francés.

“[Me interesa] la dialéctica entre lo cotidiano y lo banal, lo que vivimos todos los días y los sueños, la fantasía, lo que se puede sublimar a partir de la realidad…aquello entre lo que está dado y lo que podemos llegar a tener” explica Guiraudie respecto a los elementos disruptivos que generan la tensión narrativa en sus filmes.

Cuenta que en sus primeros largometrajes intentó acercarse al mundo de sus sueños, pero que el gran cambio de sus últimas películas es que él ha ido aceptando la realidad. “Desde el punto de vista político no se trata de tomar el mundo real para transformarlo, sino para hacerlo evolucionar hacia otra dimensión, sin efectos, sino sobre la base de lo que la naturaleza nos entrega”.

Una temática muy presente en las obras de este director europeo es la homosexualidad, que se refleja en «El rey de la evasión», película exhibida ayer viernes, y «L’inconnu du Lac», que se exhibe hoy sábado. En ambas, sobre la base de una trama mitad comedia, mitad policial, ambientadas en un entorno rural, Guiraudie explora los placeres de la homosexualidad masculina al tiempo que exhibe los cuerpos con una desinhibición honesta y a ratos humorística, sin caer en un discurso militante gay ni exhibicionismos burdos, sino que desentrañando una realidad humana, oculta, cotidiana, que se exhibe para ser comprendida desde un lugar íntimo que la pantalla amplía y trasciende.

Publicidad

Tendencias