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Cuando Stephen King salvó a Kennedy de morir Opinión

Cuando Stephen King salvó a Kennedy de morir

Marco Fajardo es periodista de Cultura+Ciudad.


king

El aniversario por los 50 años del asesinato de John Fitzgerald Kennedy es una buena excusa para repasar “11.22.63”, el libro-biblia que publicó Stephen King en 2011, una ucronía en la cual su protagonista viaja al pasado para evitar (con éxito) el magnicidio. Ante la imposibilidad de comprarlo (acá sale $18.500 en librerías, un precio obsceno, directamente criminal, considerando que en Argentina se consigue por $10.000 y en Amazon por cinco lucas), opté por pedirlo en la gran Biblioteca de Santiago, que siempre está al día y permite leer gratis las últimas novedades.

“11.22.63” es una obra monumental por donde se mire, partiendo por superar las 800 páginas. Lo siento, querido Harold Bloom: no puedo compartir tu desdén por Stephen King. Un tipo capaz de cranear historias que hayan dado origen a películas como “Misery” o “Sueños de libertad” es, sin dudas, un artista, duela a quien le duela.

El libro te captura desde el principio. Su protagonista, Jack Epping, es un profesor de inglés de vida disipada en un pequeña ciudad del norte de Estados Unidos que enseña en la escuela de adultos, hasta que un día Al Templeton, dueño de una hamburguesería y a punto de morir, le enseña un portal para viajar al pasado (Templeton lo usaba para traer carne molida tan barata que le permitía vender su producto a un precio ridículo) y le pide que evite la muerte de Kennedy. ¿De dónde salió el portal? ¿Quién lo construyó y con qué objeto? Nunca lo sabremos.

Lo que sí sabremos a lo largo del libro es que King, que lo escribe en primera persona, te hace sentir que, efectivamente, viajas en el tiempo y vuelves a fines de los 50 y principios de los 60. La descripción del ambiente en las tiendas y los bares, los precios de los productos, el comportamiento “naif” de la gente: todo proporciona a la novela un realismo insólito.

Lejos de idealizarlo (como muchos), King retrata de paso un mundo de contrastes, como comprueba el propio Epping, quien al quedar varado en la ruta puede ser auxiliado por un completo desconocido a cambio de nada (algo menos probable en nuestros días), pero también toparse en una carretera del sur del país con un baño público “for white” y otro “for colored” (otra cosa hoy afortunadamente superada).

El libro no sólo está centrado en la obsesión del protagonista por impedir el magnicidio (evitando de paso la Guerra de Vietnam), vigilando estrechamente a Harvey Lee Oswald, el presunto asesino que existió en la vida real, sino también en impedir otro asesinato, un parricidio, del cual Jake se entera a través del texto de un alumno suyo, un hombre ya mayor que sobrevivió a la masacre.

De paso, King cuenta además la hermosa historia de amor entre Jack y Sadie, una maestra divorciada también “víctima” de una época en que el sexo era un tema tabú, tan tabú que muchas mujeres casadas podían morir sin haber conocido jamás un orgasmo.

Finalmente, hay que mencionar que King se adscribe a la teoría de un solo autor, pero bueno, nadie es perfecto. Su opción no le resta un ápice de calidad a un libro que no sólo gustará al lector de ciencia ficción y fantasía, sino también al lector común. Ahora sólo falta que esta obra llegue al cine… y que en Chile alguien escriba un libro sobre un tipo que impide el golpe de 1973 y salva a Allende (una ucronía a lo “Synco” de Baradit). Dejo planteado el desafío.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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