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Antonio Becerrro: “Soy un artista científico. A veces básico y letal. Afrodisiaco y lisérgico” Obra “Encontraron cielo” se exhibe en el Museo de Bellas Artes

Antonio Becerrro: “Soy un artista científico. A veces básico y letal. Afrodisiaco y lisérgico”

En las década de los 90 partió recogiendo perros atropellados en las carreteras de Chile, los embalsamó y los presentó como obras de arte. Fue vapuleado, criticado y aplaudido. En su obra siempre ha existido la intención de provocar, de impresionar, de que su obra llame la atención por sentimientos de agrado o disgusto. Luego de pasearse por más de 20 años en el circuito underground del arte, hoy su trabajo llega al Museo de Bellas Artes. “Es un acto subversivo” dice Becerro, quien no tiene problemas de autoestima al punto de afirmar que “de mi genialidad no me gusta hablar”.


¿Por qué los perros?

Cada uno tiene su fascinación, sus delirios y obsesiones. Cada vez que me preguntan esto titubeo porque una respuesta inmediata sería: ¿ Y por qué no? Sin embargo, los perros, el kiltro en especial, es un animal extraordinario en su capacidad de adaptación y supervivencia. Es un nómade triunfador frente al horror de las urbes. Su diseño biológico fue favorecido por la naturaleza. Es un personaje latente en el imaginario colectivo. Su presencia es inmanente en la historia del arte. Desde siglos pasados que está retratado en todos los formatos y soportes. En la escultura, de la piedra al mármol; de la fotografía a la pintura y últimamente casi humanizados se toman el cine y  dibujos animados. En Chile son la metáfora de un trasfondo social en el que se cargan los fatalismos y las desigualdades sociales de los hombres.

Foto: Javier Liaño

Foto: Javier Liaño

¿Hay algo en la muerte de los animales que te estimule una experiencia estética?

Sí. La muerte no es tan grave aunque con ella desaparece todo. Tu forma, las ideas y la presencia. En otras palabras es la extinción absoluta de uno. La muerte es fascinante, es el gran misterio. Cuando estudié taxidermia en el Museo de Historia Natural con el maestro Ricardo Vergara conocí un poco más de cómo opera la muerte, cómo trabaja después de la vida. Hay un montón de microorganismos y bichos que tienen vida a partir de la descomposición de la carne. Y esto tiene su propia estética. Su propio enjambre de texturas y colores. El trabajo de la muerte es la ausencia total del ser en la carne. De modo que cuando recogí los cadáveres de perros en las carreteras de Chile para mí solo eran escombros orgánicos. No he tenido relación afectiva con los animales que he taxidermizado, pero la experiencia de recoger, cortar y volver a presentar el cadáver con apariencia de vivo, me instó a estudiar los animales. Sus vidas, sus hábitos, sus comportamientos y sus entornos me permitieron devolver la imagen de estos ejemplares desde una estética nueva que se construye a partir de la muerte.

Cuando comenzaste a recoger perros atropellados y a embalsamarlos mucha gente te criticó con el típico cuestionamiento de si eso era arte o no ¿qué fue lo que te hizo persistir?

Yo no tengo estudios formales en nada, nada comprobable o cartón de artista, por tanto nunca me he sentido que tenga que rendir exámenes de aprobación. Todo lo que yo hago es arte,  yo soy la obra. Podría sacarle brillo a los excrementos y hacerla obra visual, por eso de mi genialidad yo no hablo.

Foto: Javier Liaño

Foto: Javier Liaño

 Tus comienzos de artista fueron en la pintura, una técnica tradicional ¿cómo derivaste en la taxidermia y tus posteriores proyectos?

La belleza y la imagen. La manipulación de ello o tratar de atraparla por un segundo es mi persistencia. La pintura en todas sus técnicas es la madre, pero el óleo es la maestra. Esparcir el pigmento sobre la superficie blanca es un encuentro erótico. El contacto del pincel sobre la tela solo se iguala al contacto con un pezón. Nunca he pasado totalmente de una a otra sin dejar de lado alguna. Aún pinto. Creo que el traspaso al volumen, al espacio, fue por  una búsqueda constante tratando de encontrar mi lugar, mi identidad, mi propio lenguaje estético poético. Me atrae el conocimiento. Pero el conocimiento desde adentro del fenómeno del aprendizaje. El conocimiento práctico y teórico. Me he dado cuenta que ese traspaso es por meterle manos a las cosas y transformarlas. En ese sentido me acomoda más la taxidermia y la instalación como una experiencia envolvente, en donde los sentidos son protagonistas de un repertorio estético muy bien estudiado controlado, para seducir al espectador en quien concluye  la obra. Creo que mi pintura esta por ahora en la dirección de arte al servicio de lo audiovisual, la fotografía y demases.

¿Qué buscabas con las serigrafías en muros con la frase “el Becerro de oro”?

Cuando tome la decisión de ir a las nuevas carreteras de la ciudad y levantar los cadáveres de los perros atropellados para la exposición “Oleos sobre perro”,  la calle y la urbe eran un pizarrón público en donde no hay curador. Antes del muro de Facebook, estaban las calles y sus intersticios. En ese contexto realicé un montón de acciones urbanas. Algunas muy conocidas y otras sin firma. El Becerro de oro es el anti ídolo, anti Dios, anti reglas. Es el Becerro de oro que adoraron los hebreos con fiestas y cantos en el desierto por el incumplimiento de la promesa de Dios hacia la tierra prometida. Eran serigrafitis que yo consideraba como acciones semipoéticas para liberar las obras de Chile. Textos bíblicos con la impronta de mi apellido. Obras urbanas comunicantes, críticas y no obras herméticas y aburridas. Fueron hechos artísticos que se validaron con las personas que se los encontraron y se las apropiaron por casualidad.   

Obra "Encuentran cielo". Foto: Javier Liaño

Obra “Encontraron cielo”.
Foto: Javier Liaño

A ti se te comenzó a conocer por  los perros embalsamados, pero ese método pareciera ser sólo otra forma de experimentación artística ¿qué otras técnicas igual de rupturistas utilizas?

Bueno he trabajado casi en todo tipo de materiales, soportes, facturas y técnicas, por eso mi obra a ratos resulta inabordable para los curadores nacionales. Todo lo que sea afrodisiaco o lisérgico es un buen pretexto para  empezar. La piel siempre ha sido una constante. Te puedo decir que desde mediados del 2013 que estoy construyendo una serie de Cristos chochos. Son Jesucristos con cuerpo de mujer en distintas posiciones y actitudes. La dificultad es que quiero copiar los cuerpos de las mujeres in situ y cuerpos de prostitutas. Necesito ese grado de realismo para armar ese proyecto que se llama “Preciosa sangre”. Proyecto que ya me ha traído algunos problemas personales.

Tuviste muchos problemas para exhibir tus trabajos ¿qué opinaban los museos de tu obra?

Sí. La muestra “Óleos sobre perro” fue mal entendida por los conservadores de izquierda y de derecha, aunque conozco a la mayoría de ellos. En Chile escasamente existe la crítica y no hay gente muy entendida en arte actual. No confió en los intelectuales. Son por lo general resentidos e inseguros. Se  parecen viejas de Cema Chile que se la pasan pelando en los salones de la Lucía Hiriart de Pinochet. Bueno, no todos. Hay unos brillantes y también hay personas que me favorecen con su atención a mi obra. Y otros que la han comprado y la coleccionan. Curadores más arriesgados visionarios sin ninguna postura snobs. Amantes del arte a secas que están más cerca de un mercado exclusivo de la obra que la venta fácil del objeto decorativista.

Obra "Encuentran Cielo" Foto: Javier Liaño

Obra “Encontraron Cielo”
Foto: Javier Liaño

La Perrera era un lugar en ruinas y con tétrico pasado ¿cuál fue tu intención al recuperar este espacio? ¿transformar el lugar en un espacio underground del arte? o ¿dar un espacio a los artistas que no tenían cabida en los 90?

Fueron varios los motivos y las intenciones. Por una parte abrir un nuevo espacio y ponerlo en condiciones óptimas sin cambiarle la identidad. Cuestión que no fue nada de fácil. En los noventa no había espacios como los hay ahora. Después de la dictadura la cultura y el arte de algún modo pasaron a ser dispositivos de los gobiernos de turno. Y se instaló rápidamente la cultura del concurso y los amiguitos. Nosotros quedamos fuera de eso porque nunca nos acomodó ese tipo de dependencia, ni menos someterse al arbitrio de personajillos culturosos y políticos. Yo, como artista he obtenido en varias ocasiones el Fondart, La Perrera nunca. La Perrera desde su origen fue un laboratorio de ideas pensado en el arte no oficial, ni comercial de modo que el underground del arte se sintió identificado y en adelante fue su lugar. Con los años la perrera se ha transformado un referente no solo para las vanguardias sino para la comunidad barrial aledaña.

¿Qué opinas del movimiento artístico de esos años? ¿Hubo una liberación tras la dictadura o a tu juicio fue sólo una pose?

Por un lado se prometió y nosotros creímos. Todo el mundo buscaba el acomode, buscaba un lugar. Pero finalmente nos mintieron y la gente que se solazaba de una democracia débil se mandó las partes. Nunca nada se ha liberado, aún estamos en la apestosa transición democrática y mental. Hay un estancamiento deliberado en cuestión de cultura y arte. Todo ello para mí fue extraño lento y al revés. Los giles al poder y los inteligentes marginados por pensar y tener motor propio. La Perrera Arte hizo lo suyo recuperando el espacio generando crítica y debate en una escena confusa. Tenemos un público que se reconoce en lo que hacíamos y hacemos.  

Foto: Javier Liaño

Foto: Javier Liaño

¿Cuál es la idea con tus trabajos? ¿ traspasar los límites de las disciplinas artísticas?

Experimentar y pasar los límites con las distintas disciplinas. Por ejemplo en los últimos años realicé varias acciones y hechos artísticos. En el 2005 “El  alumno problema” en apoyo al movimiento estudiantil  y “La medusa del Mapocho” en la ribera del río en apoyo a los deudores habitacionales fueron obras absolutamente experimentales, difíciles de clasificar y que técnicamente cruzaban desde el performance a la fotografía, desde acción de arte al video. No solo como registro de ello, sino como un material de obra autónomo. Quiero decir que la fotografía y el video se involucran a tal punto con la acción o el objeto que se crea otra obra inmediatamente a partir de ellas. El arte social y  público es un desafío mayor al enfrentar el riesgo hardcore de la calle con una obra fría y estudiada. Mi saciedad no está solo en el intelecto, sino en el gesto.  

En tu obra siempre se respira lo antiacadémico como si tu intención fuera tergiversar los cánones sociales ¿por qué?

La academia está confundida o miente de frentón. No hay conclusiones precisas a la hora de enseñar arte. No hay ni existe un método único para enseñar o aprender. La academia tiene que salir de ese estancamiento y abrir las ventanas cerradas de las catedrales del saber. Es por esta sofocación que tenemos la sociedad chilena sometida a una estupidez colectiva en donde nos tratan como infantes. Y nos someten a una competencia innecesaria y absurda. Es urgente y perentorio revisar lo aprendido. La auto referencia, el individualismo y la auto represión, son implícitas a una enseñanza castrense. Hay evidencias de una crisis entre lo nuevo y lo viejo. Unos aferrados a lo antiguo y otros olfateando lo nuevo. Todavía nada nace de ello y el arte no ha podido zafarse de la hiperrealidad colectiva impuesta.  

Obra "Encuentros en el cielo". Foto: Javier Liaño

Obra “Encontraron cielo”.
Foto: Javier Liaño

En un escrito tuyo dijiste que el bullying era el método académico por excelencia para retardar o inhibir la acción ¿a qué te referías?

A eso. Que hay que ser genuflexo para tener la bendición del profesor artista. Me molesta mucho la sodomización que se practica en las escuelas de arte. Nunca creí en la proyección de las vanidades de los académicos por relevar su inscripción a costa de los estudiantes que están en desventaja y con poca experiencia. ¿Cómo puede alguien creer que va ha ser artista por una nota, un cartón?  En esos espacios se sobre valoriza la intelectualización. No por leer más libros eres más intelectual o más artista o más culto. Lo importante es hacer la conexión exacta con el vínculo de lo aprendido y aplicarlo en el fondo y la forma. El arte en Chile es la trompa de la gloria para unos pocos mal acomodados. Y esto se practica desde siempre, por eso digo que en la academia el bullying y la sodomización es su método para inhibir la acción y retardar el camino marcado.

En tus comienzos como artista esa postura irónica ante lo establecido se apreciaba como revolucionaria ¿qué opinas hoy de esa intención? ¿sigues pensando igual?

Exponer en el Museo Nacional de Bellas Artes es un acto subversivo. No al voleo, es la entrada a mi modo. Es el cruce crítico de lo clásico (lo que permanece en el tiempo) en tensión con lo actual. Es importante entender esta apertura del museo como un ejercicio de liberación para ambas visiones  (la institucionalidad del arte versus el gesto del arte actual) cada uno con su  historia y estéticas contundentes. Por ello no hay que verlo como una contradicción.  ¿Crees que lo antisistémico hoy está de moda? La moda es moda y los problemas que revientan de una sociedad aberrante como esta no puede ser moda. El sistema tiene fisuras y fallas. Para eso hay que poner la mirada donde justamente otros la esquivan. Los atropellos de los derechos y las injusticias contra la nación mapuche es real. La educación de mala calidad y comercial es grotesca. Ni hablar de la salud, vivienda y cultura. Esos son productos utilitarios para las masas de un sistema esclavista. El problema es que a estas alturas el chileno medio no entiende nada en libertad. No sabe distinguir lo que es “lo negro del blanco”. Como se puede ver estamos en el hospital de la frustración. Hay que admitirlo somos una raza deplorable.

Foto: Javier Liaño

Foto: Javier Liaño

¿Qué opinas que ahora el Museo de Bellas Artes de cabida a tu obra?

Estupendo y miratú las contradicciones de Chilito justo con un gobierno de derecha. Creo que era necesario y sanador abrir el museo que estaba muy distante de lo que ocurre en el arte actual. Para mí y mi equipo que me apoyó en la producción y gestión ha sido duro. El montaje de “Encontraron cielo” es casi como misión imposible. Es bueno hacer los cruces y ahondar en esta apertura, así la gente se lo apropia y lo digiere como lago más natural y no como algo abstracto y distante. No es posible que los museos estén desconectados y vacíos. Siento que con esta exposición entran todos los que me ayudaron y colaboraron de alguna manera. Fueron cientos de personas algunas incluso anónimas.

¿Esta exposición de alguna manera significa que Becerro se incorpora al establishment artístico nacional?

No me preocupa eso por el momento. Lo relevante es la obra. Y si eso atrae más recursos, proyectos y financiamientos mejor aun. Por lo menos debería ser así, si es que este dispositivo pulsa y proyecta en concreto las obras de esta exposición a otros horizontes. Exponer en el Museo de Bellas Artes incorpora nuevas miradas que no se encontraban antes con mi obra. El museo sublima esta exposición, y le da sutileza al lenguaje de los perros esculturas.

Foto: Javier Liaño

Foto: Javier Liaño

¿Cómo te definirías a ti mismo como artista?

Soy un artista científico. A veces básico y letal. Afrodisiaco y lisérgico.

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