La apuesta visual es clara y consistente. Mientras Chile y Perú monopolizan la discusión en torno a los alcances del fallo de La Haya y la demarcación marítima, los artistas visuales Francisco Casas (Chile) y Blas Isasi (Perú) reparan en la otra frontera, en la invisible, donde los límites que se traspasan a diario son los de la discriminación y el nacionalismo. En esta performance, los artistas ironizan sobre la real importancia del fallo escribiéndose mutuamente la palabra cholo, en el pecho del chileno, y roto, en el pectoral peruano. La obra, ejecutada en la costa del Pacífico peruano, es completada por el texto «Las otras pa-t-rias» de la escritora chilena Diamela Eltit.
Me pregunto cuál es el territorio del artista y en la multiplicidad interminable de respuestas posibles se podría pensar, por qué no, que la zona más próxima es abrir interrogantes intensas en esas zonas donde reina el decampado porque los oficialismos, de manera interesada, promueven un bache o una hendidura o la más trágica negación.
Francisco Casas y Blas Isasi entran al mar, al espacio de sus tumultuosas aguas, se mojan en el mar, ese universo líquido que los poderes económicos, las grandes empresas nacionales y transnacionales buscan racionalizar, ese mismo mar, sede preponderante de los pescadores artesanales. El mar que hoy nos somete a un agotador uso político a través de su incesante mediatización, mientras se espera un fallo de antemano conocido o presagiado. Chile le debe a Perú. Le debe libros, ocupaciones, territorio. Le debe parte de su pasado luego que estallara una guerra que colma los imaginarios incesantemente escolarizados.
Por supuesto, el fallo desafortunadamente dañará a los pescadores artesanales chilenos de la zona, pero hay que recordar que el mar chileno -si se puede hablar de esa manera- ya está privatizado por los grandes capitales -las siete familias- que realizan una dramática depredación de la fauna marina.
Pero Francisco Casas y Blas Isasi entran al mar desde otro lugar, en el espacio más vulnerable, en el terreno de las categorías como son las clasificaciones con las que las élites marcan a fuego el desprecio y la exclusión. Roto y Cholo. Se trata, cómo no, de una estrategia de dominación, la eficaz manera de internalizar en los otros esa categoría y, más aún, que el cholo odie su propia -es un decir- cholidad y el roto -es otro decir- su rotería. Y más lejos todavía que sea el roto el que -es un decir- rotee al roto y el cholo, cholee al cholo. Ese es el juego para mantener los poderes centrales, la naturalización de las jerarquías, la impunidad del maltrato.
Ese es el otro mar, la otra guerra, el extenso territorio cultural en que se debaten los cuerpos y los malos salarios, la violencia que atraviesa los espacios y entonces el fútbol o el patriotismo están allí como una falsa igualdad. Defender la camiseta o el territorio para las transnacionales o para los grandes inversionistas deportivos.
VAE VICTIS, la cruel arena romana donde las víctimas saludaban al César y le entregaban el espectáculo de sus vidas, en su Ave César, los que van a morir te saludan, es una inteligente performance que mira el reverso de La Haya, el otro lado de la moneda mediante el cruce líquido de las categorías. El agua permite ese desplazamiento donde el roto y el cholo se intercambian y rompen los límites para demostrar así que más allá de las fronteras, las categorías son a-territoriales, las mismas, inamovibles y que es en esos nombres donde yacen los reales conflictos, porque las vidas, cruzadas por nominaciones devastadoras, solo atraen devastación.
La performance aguda y propositiva de estos artistas mueve las fronteras y pone las prácticas artísticas como una de las zonas más liberadoras del espacio público porque se produce, como lo señala Ranciere, una emancipación que trastorna los ejes oficiales y muestra el otro lugar silenciado por los nacionalismos y los falsos patriotismos.
Esta performance será, sin duda, elocuente para pensar los límites en medio, precisamente, de un conflicto limítrofe. Francisco Casas y Blas Isasi ponen e imponen, de manera brillante, el conflicto escamoteado, el cruel destino de las etnias y del mestizaje, el desprecio hacia el pueblo peruano y el chileno por parte de las élites peruanas y chilenas. Pero, más allá, en el agua, se levantan los cuerpos y no hay Haya posible que los detenga.