Publicidad
Alejandro Zambra: “Me interesa meterme en esos territorios donde no sabes si la literatura te expone o te protege” El escritor se refiere a su nuevo libro de cuentos

Alejandro Zambra: “Me interesa meterme en esos territorios donde no sabes si la literatura te expone o te protege”

Comenzó siendo poeta pero terminó convertido en el escritor actual más reconocido de su generación. A fines de 2013 publicó su último libro, Mis documentos (Anagrama), el que figuró rápidamente en los rankings de lo mejor del año pasado. A principios de este año sumó un nuevo premio a su celebrada corta carrera: el premio adicional Príncipe Claus. Cultura+Ciudad conversó con él acerca de su nueva creación, sobre los dichos de Contreras respecto a que la literatura chilena actual carecía de color y de olor, y habló hasta de Bachelet.


A fines de 2013 publicó su último libro, Mis documentos (Anagrama), el cual rápidamente fue aplaudido y pasó a ser considerado entre las mejores novedades del año pasado por críticos y medios. Es su cuarta obra narrativa, aunque esta vez no se trató de una novela sino de un conjunto de relatos. Sin embargo, más de alguno puede leerse como una breve novela, sobre todo el que da título al libro.

En esta era informática quién no tiene en su computador una carpeta Mis documentos. Esa en la que uno guarda tanto todo lo que quiere guardar como lo que va quedando, eso que por urgencias y azares de la vida moderna no alcanza a borrar y se va acumulando.

plantDOCUMENTOS.qxd:plantCULPABLES.qxd

Algo de esa curiosidad que despierta el pinchar esa carpeta en un computador ajeno y descubrir escritos personales, algo de eso sucede al ir repasando las páginas del último libro de Zambra, escrito en un tono en que la frontera de lo autobiográfico y la ficción tienden a difuminarse, como cuando la neblina entra en la carretera y borra las líneas del camino.

Varios de los cuentos que conforman Mis Documentos asoman como apuntes de sus anteriores novelas: Bonsái (2006, llevada al cine por Cristián Jiménez en 2011 ), La vida privada de los árboles (2007) y Formas de volver a casa (2011). Como si en este salto al cuento Zambra hubiese rebuscado en sus notas pasadizos por donde circular a caminos ya transitados. Siempre es una novedad encontrar un atajo.

La infancia, la clase media, la masculinidad hegemónica cuestionada son algunos de los temas clave por los que el libro transita.

La infancia se aborda en un punto próximo a desaparecer, cuando afuera de la casa comienza a desplegarse el mundo y tímidamente se lo puede ver con los propios ojos, aflorando las primeras convicciones por el contacto con los otros (amigos, el colegio, la iglesia). La clase media es el Chile de los 80 en dictadura, pero también el nuevo Chile de los 90 en democracia y además el de los chilenos del 2000 en adelante, con nuevo estatus, que salen al extranjero a estudiar o pasear o se enrollan en sus propias frustraciones y miedos o en los nudos de relaciones amorosas inconclusas.

La formación de la masculinidad

Llama la atención el tema de la formación de la masculinidad que Zambra toca. Por un lado, se constata el lado femenino de algún personaje y, por otro, hay personajes masculinos en los que asoman rasgos homoeróticos, que ponen en jaque su identidad sexual, pareciendo descartar una antigua idea de hombría de la masculinidad.

¿Por qué ese cuestionamiento a la masculinidad? ¿Qué tiene la homosexualidad que espanta tanto?
A mí nunca me ha espantado. En varios de los relatos del libro se aborda la constitución de la masculinidad, pero no desde los lugares tradicionales, no me identifico con el ideario típico del macho. Muchos hombres heterosexuales han tenido o tienen algún deseo o alguna experiencia homosexual, pero no es frecuente que se hable de eso, sigue habiendo un miedo enorme entre los hombres heterosexuales a parecer gays.

El bicho literario

“Mi padre era un computador y mi madre una máquina de escribir”, se lee en su primer cuento. Un engendro así estaba destinado a la escritura. Aunque se desprende de Mis documentos que la figura de su abuela fue muy importante en cuanto a que en ella habitaba el germen literario.

¿Piensas que heredaste el bicho literario en gran parte de ella?
Ella era una presencia luminosa, una mujer divertida, que amaba las palabras. Me gustaba en especial su sentido del humor, muy chileno, muy chillanejo. Ese atisbo de ironía, incluso en los momentos dramáticos, me encantaba. Espero haber heredado algo de ella.

Los bordes de las ficciones

Los bordes de las ficciones suelen ser difusos. Es como manejar un auto en un día frío: el parabrisas termina empañado por nuestra propia respiración, cuesta ver el camino, por más que nos empeñemos en limpiar el vidrio.

Dado el estilo narrativo de Mis Documentos, lo autobiográfico preponderantemente difuminado en lo novelado, cobra mayor sentido esta borrosidad de los límites que practica el escritor.

¿Hay riesgo a sobreexponerse o ves el ejercicio literario más cercano al acto de disfrazarse?
Sí, ese riesgo es inherente a escribir. Gil de Biedma habla, en un poema, de “divertirse en la alternancia de desnudo y disfraz”. Me gusta esa imagen. Me interesa meterme en esos territorios donde no sabes si la literatura te expone o te protege.

En todo caso, para mí no es claro el límite entre ficción y no ficción, quizás por influencia de la poesía. Existe una poesía de ficción, como los monólogos dramáticos a lo Robert Browning, pero no existe una “poesía de no ficción”. Escribo movido por el deseo de conocer lo que desconozco, no para confirmar ideas previas.

Escribir literatura latinoamericana

En “Hacer memoria”, cuento que cierra Mis documentos, quizás el cuento más experimental y en el que el escritor se aleja más de ese estilo autobiográfico comentado (“el que escribe es otro”, dice el narrador), se lee: “… la clase media es un problema si se quiere escribir literatura latinoamericana”.

¿Cómo se explica esta afirmación cuando en tu obra la clase media es un tema crucial y recurrente?
Es una ironía, claro. Lo que piensa el protagonista de “Hacer memoria” es lo que piensan esos escritores que quieren confirmar las expectativas gringas o europeas sobre la literatura latinoamericana. Hay lectores de literatura latinoamericana a quienes no les gusta la literatura; lo que les gusta es Latinoamérica, no la literatura. Y hay una variedad grande de escritores dándoles en el gusto, por cierto.

El Chupete Suazo como cábala

Su relación con el fútbol no la esconde. Ahí están sus alusiones por escrito al Mati, al Chupete Suazo. Es un declarado colocolino. De hecho, en el cuento “Gracias” de Mis documentos, una pareja que es raptada en México salva con vida gracias a que conocen al Chupete Suazo, y a los maleantes les cae bien el jugador y por eso se apiadan.

¿Con qué futbolista chileno identificarías tu estilo narrativo con su estilo de juego?
No tengo claro cuál es mi estilo. Más bien puedo nombrarte jugadores que me gustan, con los que no osaría compararme ni en broma. Me gustaba muchísimo Claudio Borghi, incluso iba a verlo cuando jugaba en el Áudax. También Manolito Neira, que para mí fue un grande, esa elegancia, esa serenidad frente al arco, yo la he visto pocas veces. Jugaba con inteligencia y elegancia, nunca una pelota al tuntún. Y ahora el Mati Fernández, digan lo que digan. Mis documentos es el segundo libro mío en que nombro al Mati, y a Chupete, ya es una especie de cábala.

La poesía que no publican las grandes editoriales

En diversas oportunidades, Zambra ha declarado que su fuente de aproximación a la literatura fue la poesía y que en Chile hay exponentes notables. De hecho, acaba de renovar su carné de poeta al participar la semana pasada en el Seminario de Nueva Poesía Chilena. Confiesa que nunca he dejado la poesía, pero lleva un montón de tiempo sin escribir algún poema que le parezca mínimamente bueno.

¿Por qué crees que las editoriales grandes en Chile prácticamente no publican poesía, y menos de autores nuevos?
Tampoco es que publiquen mucha prosa. Yo ya no sé lo que es una editorial “grande”, si tienen siempre tantos problemas de presupuesto y tantas restricciones y la obligatoriedad de ganar dinero.

Me gusta lo que están haciendo las editoriales independientes, con una mirada más abierta, con valentía, con voluntad de riesgo. Si tuviera una editorial, no distinguiría de antemano entre poesía y narrativa, pues creo que la poesía y la narración son dos intensidades distintas, que de algún modo aparecen en todos los libros que me gustan. El poeta, como quería Borges, debería volver a ser el que canta y el que cuenta.

La literatura chilena actual carece de color y de olor, según G. Contreras

El año pasado, en una entrevista a la revista Paula, Gonzalo Contreras afirmó: “No creo en que el yo y las circunstancias personales de un autor se constituyan en una obra por más interesante que ese autor considere su propio yo”. Y agregó: “La literatura chilena actual carece de color y de olor. Es como ver la vida en un televisor Bolocco blanco y negro”.

¿Qué opinión te merecen sus comentarios? ¿Cómo ves el panorama literario actual?
Pienso que para mirar bien a los otros primero debemos mirarnos nosotros mismos, con crudeza, con sentido autocrítico, sin una gota de indulgencia. A juzgar por los libros de él que leí, no tengo la impresión de que Gonzalo Contreras haya hecho eso. Me parece bien que se queje de lo que sea, hasta de “no ser inglés”, como dijo en una entrevista, y no tiene por qué gustarle lo que se publica ahora, suponiendo que realmente su opinión se base en lecturas.

Yo, en cambio, podría nombrar veinte o treinta escritores y escritoras actuales que me interesan profundamente, creo que hay un grupo importante de poetas y prosistas chilenos que están haciendo lo que quieren hacer, ajenos a las modas y a toda clase de cálculos. En todo caso, cuando me topo con opiniones como la de Contreras, siempre me digo: ojalá que, dentro de dos o cinco o diez años, cuando ya nadie me lea, yo todavía conserve un poquito de decoro, de lucidez y de generosidad.

La nueva era de Bachelet

¿Esperas algo del nuevo gobierno de Bachelet? ¿Cuál es tu lectura del actual panorama político del país?
Soy pesimista, pero no puedo no esperar algo. Si Bachelet cumple su programa seré el primero en aplaudir. Más que en el gobierno, mi esperanza está en una sociedad que no parece conformarse con más soluciones parche, con más simulacros. Ojalá sea así. Ojalá que se consume el cambio de paradigma en educación y que la nueva Constitución considere verdaderamente la participación ciudadana.

Publicidad

Tendencias