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«Punto ciego»: la apuesta cultural para sensibilizar la cruda realidad de la explotación sexual infantil en Chile La obra se exhibe durante todo noviembre en el Centro Cultural Matucana 100

«Punto ciego»: la apuesta cultural para sensibilizar la cruda realidad de la explotación sexual infantil en Chile

Héctor Cossio López
Por : Héctor Cossio López Editor General de El Mostrador
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Claudia Pérez, actriz y directora teatral, que actualmente forma parte del elenco de la teleserie nocturna No abras la puerta, de TVN, recogió sus experiencias como colaboradora de la ONG Raíces para trasladar a escena esta cruda forma de abuso, pero no desde la hiperrealidad ni el teatro documental. Su apuesta se orienta a la ficción, valiéndose del potencial de la cultura como «herramienta de cambio».


La realidad es dura, duele. A veces, insoportable. Pero cuando la crudeza de la experiencia golpea a los niños, se suele apostar por la negación, por la invisibilidad. Esa fue la conclusión a la que llegó la actriz de teatro y televisión Claudia Pérez, después de años de trabajar en campañas de sensibilización en la ONG Raíces, respecto de la explotación sexual comercial de niños en Chile.

«Nosotros (como sociedad) somos responsables de que esto ocurra, responsables de que no haya una política integral de protección de la infancia, somos responsables de que no se hable, somos responsables de que no se quiera ver, por más terrible que sea», acusa.

claudia perezCon la certeza de que el arte, en especial el teatro, posee una poderosa dimensión terapéutica, la actriz de No abras la puerta, de TVN, decidió sumar, a la tarea de reparación a víctimas directas del abuso, un proceso creativo cuya destino final fuera el público en general. Convocó entonces al compositor Andreas Bodenhofer y a la antropóloga española Iria Retuerto, a quien conoció en Raíces, para construir una pieza teatral que descansara en su potencial como «herramienta de cambio».

Así nació Punto ciego: una infancia invisible, una obra sobre el abuso sexual infantil que se exhibe actualmente en el centro cultural Matucana 100 y que narra con delicadeza el padecimiento de Esmeralda, una niña de 13 años que no va al colegio, vive con su madre alcohólica y su hermano de 16.

El desafío de contar la realidad

Pérez, que el año pasado actuó en la obra Cienfuegos 39, una pieza de teatro documental compuesta por diálogos y experiencias reales de personas que vivieron en la clandestinidad en Chile entre 1975 y 1989, explica que en el caso de Punto Ciego el desafío era trasladar a escena la experiencia real de muchos niños en Chile, pero desde la ficción. Para la actriz y directora teatral, las experiencias de los chicos que se ven envueltos en esta tragedia suelen ser tan vehementes en su pesar, que el problema radicaba en cómo contarla, cómo tratar la problemática sin que rayara en la hiperrealidad, cómo evitar que en lugar de sensibilizar causara rechazo.

«Esa fue la parte más difícil del trabajo, porque los primeros textos eran demoledores. De hecho, con una de las primeras escrituras, que se las mostré a Andreas Bodenhofer, que hace la música, me dijo que el no podía hacer nada con eso, que era muy duro, porque la realidad es muy fuerte y cuesta mucho despegarse», cuenta.

La obra que puede verse de jueves a domingo, a las 20:30 horas y hasta 30 de noviembre, está protagonizada por la actriz y bailarina Carla Romero, y un elenco compuesto por Claudia Vergara (madre), Mario Soto (padrino abusador) José Luis Aguilera (hermano), Benjamín Hidalgo (vecino) y la propia Claudia Pérez, como otra vecina.

La obra que puede verse de jueves a domingo, a las 20:30 horas y hasta 30 de noviembre, está protagonizada por la actriz y bailarina Carla Romero, y un elenco compuesto por Claudia Vergara (madre), Mario Soto (padrino abusador), José Luis Aguilera (hermano), Benjamín Hidalgo (vecino) y la propia Claudia Pérez, como otra vecina.

El trabajo de creación, relata la actriz, se convirtió en un proceso muy largo, porque personalmente nunca tuvo en mente hacer una obra de esta naturaleza. Su interés en un principio «era solo estar en los talleres y ayudar en lo que se pudiera».

«Siempre he creído en el arte como una herramienta de reparación y no solo el rito teatral sino que el proceso creativo, entonces yo quise involucrarme más en este tema y solicité poder asistir a algunas clases y me encontré con las historias de cada una de estas niñas y fue sobrecogedor», se sincera.

Conocer las experiencias de la explotación, le permitieron adentrarse en los procesos del comercio sexual infantil y las características de sus operadores.

«Al poco tiempo te vas dando cuenta cómo operan los proxenetas, los abusadores, y el terrible impacto que estos hechos tienen en los niños, son muy dolorosos, porque para poder sobrevivir a estas experiencias, los chicos y chicas deben disociarse de su cuerpo, no se reconocen a sí mismos, se niegan, bloquean las emociones y relaciones con los demás, desconfían de todo el mundo, y resulta muy difícil mostrar que hay otros caminos», comenta.

Un toque de esperanza

Con el desafío de visualizar lo duro de esta realidad, y la certidumbre de «que incluso en la crudeza existen momentos sensibles», a Pérez le resultó de gran utilidad el libro Agua fresca en los espejos, de la sicóloga Vinka Jackson.

“Ella es una súper activista y sicóloga de la infancia. De niña vivió una situación de abuso y en este libro ella relata toda su historia. Es un libro muy inspirador porque, si bien es un libro difícil de leer, por lo crudo de la historia, ella siempre lo cuenta desde su visión de niña, de cómo ella separaba su cuerpo de su mente y pensaba que bailaba en sus clases de ballet mientras ocurría el abuso, o cómo ella era capaz de sobrevivir y estar en el colegio y hacer una vida de niña a pesar del abuso”, relata.

OBRA PUNTO CIEGO 2

Para Pérez, con ese libro encontró la inspiración, porque decidió abordar la historia contando la sicología de la niña, de “cómo ella ve, cómo ella es capaz de volarse, de soñar, de jugar, de bailar. Nosotros rescatamos este mundo, que finalmente es el mundo de la infancia y de la adolescencia”.

Finalmente, Pérez también decidió que la obra iba a ser esperanzadora. “Quiero que la gente se vaya con la idea de que sí se puede hacer algo, de que sí existe la reparación, porque sé que se puede hacer reparación en niños abusados”, declara. “Si se crea un vínculo y llegas a estos niños, se puede hacer, se rompe el círculo, y no es un lugar común, porque yo lo he visto y he comprobado. Quería que el personaje de la niña pudiera encontrar alternativas que le mostraran que lo que le pasaba estaba mal”.

El poder de la cultura

Si bien el centro de la historia está inspirada en casos reales, Pérez decidió ubicar la puesta en escena en el terreno del realismo mágico. Así, entonces, el diálogo con la brutalidad de la realidad no está en la exposición de los hechos sino en el pensamiento de la niña, en la psicología afectada por la vulneración. Del mismo modo que la reparación no se centra en la justicia –indispensable, remarca Pérez– sino en la posibilidad de cambio.

La directora cuenta que hubo un momento en el estreno de la obra, cuando la protagonista hablaba de su experiencia pero con su mente de niña, en que un espectador cayó en llanto sin control, por lo que el montaje tuvo que suspenderse por unos momentos.

«Esto experiencia nos demuestra lo poderoso de la cultura y de las creaciones artísticas», apunta con acierto, al hacer la comparación con el impacto de los relatos judiciales o el lenguaje de los medios.

«La cultura tiene un poder transformador que es difícil de explicar sin experimentarlo», afirma.

El último estudio sobre explotación sexual comercial en Chile, realizado hace más de 10 años, por  la OIT y el Sename, estimó que la población infanto-adolescente utilizada en esta forma de explotación ascendía a los en 3.719 casos. 

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