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Erotismo, hipocondría y existencialismo: Las obsesiones de Claudio Bertoni presentes en «Antología» El lanzamiento se realizará este jueves a las 19:00 horas en la terraza de Bar Culto

Erotismo, hipocondría y existencialismo: Las obsesiones de Claudio Bertoni presentes en «Antología»

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Marco Fajardo Caballero
Por : Marco Fajardo Caballero Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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El libro editado por Vicente Undurraga, abarca una selección de su obra de 1973 a 2014. Para el artista, los temas del libro son “la absoluta precariedad de nuestra carne y espíritu, y el amor, más que nada pasión, es decir, ligado al sexo eros y el dolor, enfermedad y muerte, y el humor para tolerar en parte todo lo anterior”.


Una antología de poemas publicados entre 1973 y 2014 presentará este jueves 15 el poeta y artista visual Claudio Bertoni (Santiago, 1946).

Se trata de “Antología” (Editorial Lumen), un libro editado por Vicente Undurraga, quien ya había trabajado antes con textos suyos, y que cuenta con un prólogo del escritor Rafael Gumucio.

“Hay poemas de toda época, pero parece un solo libro en el sentido de que es muy coherente. Usa todo tipo de formas distintas, pero sus obsesiones y preocupaciones son siempre las mismas, y es impresionante ese juego”, adelanta Gumucio.

La presentación del libro estará a cargo de éste último junto a Camila Gutiérrez (autora de “Joven y alocada”), quienes acompañarán al autor, que en la ocasión además leerá algunos de sus versos.

El lanzamiento se realizará a las 19:00 horas en la terraza de Bar Culto (Estados Unidos 246, Barrio Lastarria).

Contento pero no tanto

Claudio Bertoni

Claudio Bertoni

Undurraga explica el criterio de selección de los versos. «Básicamente, aquellos que me parecieron, como antologador, algunos de los mejores que ha escrito en los más de 40 años que lleva publicando», explica. «Esto combinado con el criterio de darle cabida a las distintas vetas o líneas que hay en su obra: desde las descripciones de andanzas cotidianas hasta los apuntes hipocondríacos, pasando por los poemas eróticos y los de corte existencial. Todo esto con consulta, por supuesto, al propio autor».

“Me gusta como quedó”, señala por su parte el poeta desde Concón, donde reside desde 1976.  Relata que el periodo elegido corresponde a toda su obra, con la excepción de “Sentado en la cuneta” (1990), “que es un poema demasiado largo que no se quiso mutilar”.

Los temas del libro son “la absoluta precariedad de nuestra carne y espíritu, y el amor, más que nada pasión, es decir, ligado al sexo eros y el dolor, enfermedad y  muerte, y el humor para tolerar en parte todo lo anterior”, agrega.

Entre sus poemas, Bertoni destaca “Me dejaste”, “Qué pasa”, “Vida conyugal”, “Siempre”, “True love” y “Plaza Ñuñoa”, aunque matiza que “es imposible restringirse y escoger en realidad, y hablar del por qué de cada cual es mucho peor y largo. Si me pusieran un revólver en la cabeza quizá lo haría, pero no es el caso, espero”.

En todos ellos desborda simultáneamente sabiduría y cotidianeidad, como la que destila en “Cosita”: “Estaba puteando/porque había perdido el Metro/cuando vi a esa cosita/que no habría visto/si hubiera tomado el metro/y me tragué todas las puteadas/una detrás de otra/como un rosario”.

¿A qué hombre no le ha pasado?

Por qué escribo

Aún así, Bertoni no parece satisfecho con su obra de vida. Consultado sobre cómo la evalúa en retrospectiva señala que “arreglaría la mayoría de los libros, corregiría y sacaría poemas. Lo que pasa es lo que dice Valery, que uno no termina los libros, los abandona”.

“Escribo poesía para aliviarme y protegerme de lo que me duele o me gusta demasiado, y sobre todo quizá para salvar algunas de las miles de huevaditas que nos pasan todos los días, y constituyen el trozo más grande de nuestra vida”, reflexiona.

“Es un poeta totalmente sui generis, de una obra muy obsesiva con los mismos temas”, comenta por su parte Gumucio. “Es muy profundo, y sin embargo te hace reír, te hace pensar. Creo que es un continuador de la línea antipoética absolutamente alucinante dentro de la tradición poética chilena”.

Para Gumucio, este poeta representa de forma quintaesencial el espíritu de su generación. “Cuando pienso en gente como Roberto Merino o Roberto Bolaño, lo que tienen en común está en Bertoni, es decir, esta ambivalencia de querer estar dentro del mundo y al mismo tiempo querer estar fuera, esta visión decepcionada y defraudada de cualquier ilusión, que tampoco se puede resignar a entrar en la formalidad del mundo. Lo que ha hecho Bertoni es desnudar eso hasta que quede lo esencial de esta posición de desconcierto”.

Undurraga tampoco se queda atrás en los elogios. «Como si fuera el Padre Nuestro, cada poema suyo, publicado o inédito, parece una oración que un místico truncado y un pecador irredento dirige no tanto a cielo como a quien sea que lo pueda oír o, con más propiedad, leer», había señalado anteriormente el crítico y editor.

«Creo que a Bertoni puede ubicárselo en un grupo junto a (Enrique) Lihn, (Raúl) Zurita, Elvira Hernández y Rodrigo Lira, entre uno que otro más, y no porque compartan demasiado en términos poéticos, sino porque, cada uno a su personal modo, supo abrirse y abrir camino después del estoque parriano, el que supuso un gran cuello de botella para la poesía chilena, asimilable al que antes había roto el mismo Parra: el de la retórica nerudiana», señala a Cultura+Ciudad.

«Bertoni, puntualmente, inauguró un espacio donde conviven una mundanidad desatada con los devaneos espirituales, todo expresado de un modo solo aparentemente simple, que encierra un cuidado trabajo de composición y ritmo», dice.

Habrá que leerlo.

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