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Que no me vengan con paraísos. El chiste de la programación cultural en la televisión abierta Columna televisiva

Que no me vengan con paraísos. El chiste de la programación cultural en la televisión abierta

Laura Landaeta
Por : Laura Landaeta Periodista, autora del libro "Don Francisco: Biografía no autorizada de un Gigante" y de "Reina de Corazones"
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Hace algunos días el Consejo Nacional de Televisión emitió su primer informe sobre el cumplimiento de la programación cultural de cuatro horas en la televisión abierta. El resultado fue alentador. Todos cumplieron. Pero la pregunta es ¿cuándo y a qué hora los dieron? que nadie pareció darse cuenta. Hace unos días el documentalista Patricio Guzmán en Berlín, sentenció: «La televisión chilena es una vergüenza. Es completamente mercantil, no cabe ni un átomo de cultura…» ¡Qué manera de tener razón!


Sí, como la canción de Lucybell Que no me vengan con paraísos.

La nueva normativa del Consejo Nacional de Televisión -CNTV- y el informe que entregaron hace unos días, hablando de cómo los canales han cumplido con las cuatro horas obligatorias semanales de cultura, parece increíble, otra resortera que no hace más que utilizar un disfraz para maquillar una evidente realidad.

Patricio Guzmán se refirió esta semana en Berlín a la televisión chilena y fue claro: «Es una vergüenza. Es completamente mercantil, no cabe ni un átomo de cultura… En ella hay doctores, ingenieros pero no hay genios de la televisión: se han quedado atrasados».

Patricio Guzmán

Patricio Guzmán

Y bueno, su diagnóstico no sólo es importante porque lo dice uno de los mayores documentalistas que ha tenido el país, sino además porque se trata de la visión de un cosmopolita, resiliente… Un ícono de la cultura cinematográfica mundial que está en competencia en la Berlinale con su cinta El botón de nácar.

¡Qué manera de tener razón Guzmán! Ciertamente, el criterio editorial que utilizan los canales abiertos para llenar esas benditas cuatro horas de cultura impuestas por el CNTV es, a todas luces, un criterio ideológico obsoleto, que muchas veces obedece también a fines políticos. Eso sin contar de cómo tratan de pasar gato por liebre, catalogando de cultural cualquier cosa, cualquier formato.

El autor de La Batalla de Chile, que dicho sea de paso nunca ha sido exhibida en la televisión chilena, lo dice claramente: vivimos en una televisión llena de ingenieros, médicos y toda clase de profesionales que no “respiran” televisión. Eso explicaría, entre otros factores, la caída libre en la que se encuentra TVN, que no se despega del punto de sintonía en diferentes horarios de sus transmisiones. O explicaría también ese facilismo evidente que hace que si una fórmula resulta, todos quieran repetirla. O sea… Tenemos siete teleseries turcas diferentes al aire al mismo tiempo. ¡Siete!

En el 2014 tuve la oportunidad de ser testigo de tres creativos emprendimientos culturales que buscaban espacio en televisión. Ilusos que creyeron que con esta nueva normativa podrían ver la luz con apuestas novedosas y seductoras. Una de ellas, por ejemplo, era una apuesta de cuerpos pintados en movimiento del talentoso artista visual y experto en animación, galardonado en muchos festivales internacionales, Tomás Welss. Eran entrevistas en profundidad a referentes de la cultura y las artes, mientras el artista pintaba sus cuerpos y luego animaba esta intervención. Recuerdo haber visto el primer capítulo en el Festival de Cine de Lebu, donde pintó al actor Sergio Hernández, y era una joya.

mierda

Pero también podemos mencionar el caso de Mierda, mierda, mierda, el programa de Javier Pañella y Pablo Schwartz y que Endemol, a través de una gestión del director Carlos Moena, presentó a TVN.

Originalmente irían en la señal de aire y en la página web. Sin embargo, un espacio de factura impecable y de llamativa edición, quedó sólo en la página web sin que mediara una explicación de por qué no iría al aire. Schwartz explica: “vender un programa a un canal es como venderle el alma al diablo. Son dueños, hacen lo que quieren y uno conoce esas reglas cuando las acepta”.

En esas condiciones de exhibición de su programa, no deja de sorprender lo que el actor escribió hace unos días en su facebook, al confirmar que ¡por fin! su programa se estaba emitiendo en la señal abierta. “Si eres falopero o estás desvelado, no te pierdas Mierda, mierda, mierda en TVN a las 4.45 am”, escribió el actor con rabia y sorna.

Aunque no se trató de una censura, ni mucho menos, de todas formas termina siendo una irrespetuosa manera de promocionar cultura, por decirlo sutilmente, ya que, a esas horas, todo el mundo sabe que se programa televisión desechable.

opus deiEl tercero de los proyectos ninguneados fue Opus Dei de Marcela Said, la misma que le vendió I Love Pinochet a TVN y que jamás vimos, y que recién ayer ganó un premio internacional en la Berlinale por un nuevo proyecto catalogado «como excepcionalmente creativo». Opus Dei fue comprado, pero se fue derecho al cajón de los recuerdos a la espera -según le dijeron- del mejor momento para ser exhibido a todo el país. Y como bonus track hay un cuarto programa: la serie inspirada en el caso Spiniak de Cristian Toledo, joven y destacado cineasta nacional, que crudamente relata un pasaje oscuro de nuestra historia reciente, y que se perdió en los anillos del purgatorio del «canal de todos».

Los cuatro proyectos fueron presentados en más de un canal abierto y la respuesta de los ejecutivos fue la misma: “Es riesgoso, prefiero programar lo que sé que funciona”. Y eso que dos de estos programas fueron incluso comprados y, en el caso de Schwartz y Pañella, hasta están siendo emitidos.

Así no más es nuestra tele. Creativos reconocidos, a veces anónimos y casi siempre independientes, se quedan en el camino. Y muchas veces hasta por no cumplir con esa tenebrosa burocracia que los llevó a tener incompleto el formulario 422 sección Z. Otras, también, por falta de atrevimiento editorial de parte de quienes se dan el lujo de rechazar o guardar en el limbo televisivo esas apuestas, hasta que los tiempos sean los correctos.

Horario prime

Antes de hablar sobre los requisitos impuestos por la normativa, que se enmarca en la nueva Ley de Televisión Digital, es necesario señalar que esta normativa de las cuatro horas culturales partió viciada, como huevo huero. ¿Por qué? Porque pese a que comercialmente y según la costumbre televisiva de los chilenos, el horario prime es uno sólo, el que va de 20:00 a 00:00 horas, la normativa del CNTV adelanta esta franja y la pone desde las 18:30 horas.

¡Quién está frente al televisor a las 18.30 horas! ¿Quién?

¿Existe una audiencia considerable a esa hora para tratar de poner televisión cultural al aire y así aportar a la calidad programática para todos los chilenos? Al final es una ordenanza a la chilena, con cortapizas y dobles lecturas, con títulos rimbombantes y mínima efectividad.

Mención aparte merece lo que pasó con la serie Cosmos, una odisea personal. El documental es un remake, incluso superior, del gran programa original de nombre homónimo, que en los ochenta conducía el astrónomo Carl Sagan y que era presentado en Canal 13 por Hernán Olguín.

En plena oscuridad de la dictadura, ese programa era luz. ¿Cuántos niños comprendimos lo que era el universo en ese programa? ¿A cuántos de ellos motivó la frase de Sagan ‘no somos más que polvo de estrellas’ para convertirse luego en científicos? El programa actual, ahora conducido por el astrofísico Neil deGrasse Tyson, que elevó aún más la factura original de Cosmos, fue comprobado íntegramente por TVN, en sus trece capítulos. ¡Al fin un programa de calidad para compartir con nuestros hijos!, gritamos muchos. ¡Nada! Puras ilusiones. Cosmos fue finalmente programado para los domingos a las 00.00 horas, después del Show de goles. ¿Qué familia mantendría a sus hijos despiertos a las doce de la noche para ver un programa cultural cuando al día siguiente hay clases? Sin comentarios…

cosmos2

Astrofísico Neil deGrasse Tyson, en Cosmos.

La verdad cuesta comprender por qué en las cabezas de los ejecutivos de Tv, la entretención, la originalidad y la cultura no empatizan, por qué conceptos que son sinónimos se empecinan en verlos como antónimos. ¿No era acaso Los 80, una serie cultural, el reflejo de un país y de una época de nuestra historia reciente? ¿No eran Ecos del Desierto, El niño Rojo, Do Re Mix o El Reemplazante parte de la televisión cultural?. Estas series iban a las 22:00 horas y medio Chile comentó… Entonces, por qué cuándo le ponen el apellido de «televisión cultural» en frente a estos ejecutivos, ellos se esfuerzan por marcar la diferencia programándolos a las tres de la tarde, después del almuerzo y antes de la siesta.

Es una solución facilista y conveniente. Y el CNTV dice en su informe que “los canales cumplieron con la normativa” cuando en realidad lo que hicieron fue programarlos igualmente en horarios que pocos ven.

Fuera de esto, y lo que resulta más gracioso, según constata el informe del CNTV, fue que muchos programas de debate político o biografías de famosos se hicieron pasar por culturales. A mí en particular me hace gracia evidenciar que la biografía de Cecilia Bolocco o Arturo Vidal en Chilevisión se considere cultural. No me quiero poner grave, es cierto, son íconos pop. Pero acaso esta normativa no busca ampliar los márgenes de una televisión latera y autorreferente, para convertirse en educativa y diversa.

Daniela Gutiérrez, del Observatorio de Medios Fucatel señaló en una entrevista que “lo que propone la ley es una mínima obligatoriedad horaria, la cual los canales por supuesto pueden extender, considerando además la amplitud de la definición que se da en la Ley, lo que permite que una gran cantidad de formatos de programas pueda ser considerada cultural por sus contenidos”.

¿Pero qué es “cultural” en la pantalla chica?

Según esta normativa, se trata de los contenidos que promueven la reflexión identitaria, nacional, regional y local, la formación cívica, y el desarrollo del conocimiento y el arte.

Una definición bastante amplia que permite que los canales presenten todo tipo de formatos como parte de esta área de programación. Es más, el informe del CNTV consideró incluso a “El Informante” y “tolerancia Cero” como parte de la programación cultural.

Y está bien, son dos programas que alimentan el debate político y social, pero por favor… Cuando hablamos de cultura, ¿acaso no queremos más realizaciones de ficción y documental? ¿Acaso no esperamos más rincones, más identidad, más arte, más sinceridad? Y para qué hablar de la tremenda deuda que persiste con nuestros ancestros, con la cultura Mapuche, con nuestra historia. Si hasta Hollywood prepara una película de Lautaro y nosotros qué…

EL CNTV comentó en su informe que los canales de señal abierta sumaron un total de 61 programas exhibidos en octubre y calificados como culturales dentro del horario establecido.

En ese balance se incluyen todo tipo de formatos, programas repetidos cuya primera emisión fue hace tiempo y espacios que no hacen más que demostrar que, en lo que a cultura se refiere, nuestra pantalla chica sigue al debe.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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