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Robert Plant y su litúrgica actuación que convirtió Lollapalooza en un festival setentero El vocalista de Led Zepellin fusionó rock, hard rock, blues y folk con matices electrónicos

Robert Plant y su litúrgica actuación que convirtió Lollapalooza en un festival setentero

A sus 66 años, Plant realizó uno de los conciertos más esperados y mejor logrados de la quinta edición de este festival, donde presentó los temas de su reciente disco en solitario «Lullaby and…The ceaseless roar». Aunque «Rainbow», «Turn it up» y «Watching You» figuran entre sus temas más recientes, no pillaron desprevenido al público, que las coreó durante una actuación que por su liturgia y estética recordó en algunos momentos los históricos recitales de los años sesenta y setenta.


Robert Plant, la legendaria voz de la banda Led Zeppelin, llegó a Lollapalooza Chile empeñado en cumplir el lema «renovarse o morir», y de la mano de The Sensational Space Shifters desafió al público con nuevas canciones y versiones renovadas de sus históricos temas.

Plant recogió los sonidos más clásicos y los aderezó con ritmos étnicos. Atrás quedó la nostalgia del contundente sonido rockero que inundaba las presentaciones de Led Zeppelin en los años setenta.

A sus 66 años, Plant realizó uno de los conciertos más esperados y mejor logrados de la quinta edición de este festival, donde presentó los temas de su reciente disco en solitario «Lullaby and…The ceaseless roar».

Aunque «Rainbow», «Turn it up» y «Watching You» figuran entre sus temas más recientes, no pillaron desprevenido al público, que las coreó durante una actuación que por su liturgia y estética recordó en algunos momentos los históricos recitales de los años sesenta y setenta.

Los nuevos sonidos del ex vocalista de Led Zeppelin y la apuesta de The Sensational Space Shifters fusionan rock and roll, hard rock, blues y folk con matices electrónicos.

«It’s great come back at this beautiful country», dijo Plant cuando el recital estaba ya bien avanzado, en referencia a otros dos espectáculos que protagonizó en Chile, uno en 1996 con Jimmy Page, y otro en 2012.

En la hora que duró el espectáculo hubo tiempo para rememorar los ya clásicos «Black Dog», «Going to California» y «Who Do You Love», pero con un refrescante barniz gracias a las nuevas versiones de la banda.

«¡Adiós, hasta la próxima, ha sido muy bueno, gracias!», gritó Plant para despedir el espectáculo de la mano de su éxito «Whole Lotta Love».

Pero el público no estaba dispuesto a dejarle marchar así como así y le exigió una dosis adicional de buena música en forma de bis.

El resultado fue un «Rock and Roll» que fue ovacionado por decenas de miles de espectadores que apuraban el plato de fondo del menú clásico del Lollapalooza.

Pero Plant volverá de nuevo a la carga hoy con un nuevo concierto que, a modo de espectáculo paralelo al festival Lollapalooza, han preparado varios artistas en diversos escenarios de la capital chilena.

Kings of Leon y el cansacio público

Kings of Leon, un grupo que a pesar de su corta carrera hace gala de una extraordinaria madurez musical, cerró hoy la quinta edición del Lollapalooza Chile con una actuación en la que el cansancio de un publico que llevaba acumuladas muchas horas de rock le jugó en contra.

El cuarteto creado a comienzos de la década pasada por los hermanos Caleb (vocalista), Jared (bajista) y Nathan Followill (baterista) y su primo Matthew Followill (guitarrista) era una de las actuaciones más esperadas del festival, junto con Jack White, Robert Plant y Smashing Pumpkins.

Pero la misión de bajar el telón de un festival que este año ha reunido a 70 bandas no siempre es fácil de cumplir, como este domingo comprobaron los cuatro músicos de Nashville, que en 2003 publicaron su primer trabajo, un extended play titulado «Holy Roller Novocaine».

Como viene siendo habitual en sus últimos conciertos, abrieron fuego con «Supersoaker», el primer sencillo de su sexto y último álbum, «Mechanical Bull (2013), con el que fueron nominados a los premios Grammy por tercera vez.

La contundencia con la que arrancaron hacía suponer que el de esta noche iba a ser un potente «show» de rock alternativo

Desde su álbum debut «Youth And Young Manhood» (2003), Kings of Leon destila una mezcla de blues, rock sureño y country que recuerda a grupos como The Eagles, The Band y Lynyrd Skynyrd, pero en versión enérgica, aunque su evolución posterior les vincule incluso con el sonido de U2.

Y sobre el escenario se entregan con pasión a hacer lo que saben, rock de 24 kilates, música interpretada con pulcritud. Sin aspavientos, ni guiños de falsa complicidad ni comentarios ocurrentes.

Quizás por influencia de la educación religiosa que recibieron de pequeños (su padre era predicador y Caleb siempre luce un crucifijo al cuello), quizás por la idiosincrasia propia del sur de los Estados Unidos, lo cierto es que The Kings of Leon poco o nada tienen que ver con la pose de las rock stars.

Pero en la era de la tecnología multimedia y la mercadotecnia eso parece no ser suficiente. La austeridad del rock al viejo estilo le pasó factura el sábado a Billy Corgan y su nueva formación de Smashing Pumpkins y hoy parecía que iba a canibalizar a la banda de Tennesse.

Pero apareció «Use Somebody» para salvar la noche. Si el tema más exitoso de la historia del cuarteto, incluido en su cuarto disco «Only by the Night» (2008), fue premiado con tres Grammy y versionado por artistas como Paramore, Matisyahu y Lorde, los fans chilenos no iban a despreciar semejante regalo.

Y aunque el concierto languideció por momentos, con un público que en vez de bailar, se mecía o contemplaba reposadamente lo que ocurría sobre el escenario, en la parte final volvieron a la carga.

«¡Gracias por venir a vernos!», clamó Caleb Followill antes de dar paso a un bis en el que interpretaron «Crawl» y «Black Thumbnail» antes de cerrar con la sutil «Sex on Fire».

Tal vez les faltó «Wasted Time», el sencillo con el que en 2003 debutaron con el sello RCA y que estaba incluido en su primer EP «Holy Roller Novocaine»; tal vez, debían haber tocado «Radioactive», el primer sencillo de su quinto álbum, «Come Around Sundown» (2010) (2010), con su sonido pop y su coro gospel.

O tal vez si se hubieran subido al escenario unas horas antes, habrían podido demostrar que su directo es mucho más sincero y valioso que la pirotecnia musical de tanto advenedizo que anda suelto

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