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Película sobre falsificador de billetes destaca en ciclo de cine argentino de cineastas sub 40 Los filmes trasandinos se exhibirán hasta el 24 de mayo en Matucana 100

Película sobre falsificador de billetes destaca en ciclo de cine argentino de cineastas sub 40

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Marco Fajardo Caballero
Por : Marco Fajardo Caballero Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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«Mauro» es una cinta repleta de intimidad y desprovista de efecticismo, que sorpresivamente ganó premio en el festival de cine independiente Bafici de Buenos Aires el año pasado. La película cuenta con influencias de cineastas franceses de los 70 como Maurice Pialat y Jean Eustache, con su característica “intimidad descarnada”, como dice su autor Hernán Roselli, que de Chile admira a colegas como Alberto Fuguet o Dominga Sotomayor, y entre sus compatriotas estéticamente le debe mucho al cineasta y director Martín Rejtman.


“Mauro”, la ópera prima del cineasta argentino Hernán Rosselli (Buenos Aires, 1979), que retrata la vida de un joven de los suburbios de Buenos Aires dedicado a estafar comercios con billetes falsos, es una de las películas del ciclo de cine argentino de cineastas sub 40 en el centro cultural Matucana 100 que se inauguró ayer, con presencia de este cineasta trasandino.

En total serán siete las cintas de esta muestra, que se extiende hasta el 24 de mayo. Completan la serie el thriller «Betibú»,  de Miguel  Cohan, «Ciencias Naturales», de Matías  Lucchesi, reconocido en los festivales de La Habana y Chicago, «El escarabajo de oro» de Alejo Moguillansky, ganadora del mejor película en el BAFICI2014,  «Leones» de Jazmín López, «Historia del miedo» de Benjamín Naishtat y «Pistas para volver a casa», de Jazmín Stuart.

“Mauro”, que se exhibe el miércoles 20 de mayo a las 19:30 horas, una película repleta de intimidad y desprovista de todo efecticismo, sorpresivamente ganó el Premio Especial del Jurado del festival de cine independiente Bafici de Buenos Aires el año pasado. Y en palabras del crítico argentino Diego Batlle, «propone una descripción del sur del conurbano bonaerense que pocas veces resultó tan imponente e impactante».

Rosselli también cuenta a su haber el cortometraje  “Jornada” (2003), un documental que cuenta un día en la vida de un joven músico y trabajador porteño.

Herrero y existencial

roselli

Hernán Roselli

“Escrita por Rosselli y protagonizada por un personaje homónimo (el actor Mauro Martínez, amigo del director desde la adolescencia), el film transcurre principalmente en el barrio de Lomas de Zamora, de donde también es el director, y desde un principio pretende mostrar de forma diferente la vida en los vilipendiados suburbios de la capital argentina, retratando a su protagonista con todas sus dudas, emociones y afectos.

El personaje trabaja como herrero y se dedica al delito como una actividad más bien complementaria. Está acompañado en el film por una pareja amiga, donde la mujer está embarazada, hasta que la llegada de una chica “desequilibra un poco todo”, en palabras de su creador.

Es una cinta con influencias de cineastas franceses de los 70 como Maurice Pialat y Jean Eustache, con su característica “intimidad descarnada”, como le dice el trasandino, que de Chile admira a colegas como Alberto Fuguet o Dominga Sotomayor, y entre sus compatriotas estéticamente le debe mucho al cineasta y director Martín Rejtman.

Rosselli, que como editor trabajó  entre otros con cineastas trasandinos como Gastón Solnicki y Bruno Stagnaro (codirector del a estas alturas clásico del Nuevo Cine Argentino “Pizza, birra y faso”), hizo un trabajo realmente a pulso para realizar este film (por ejemplo, actúa su madre), un proyecto que comenzó a ensayar las escenas en 2009 y donde ofició además de productor y director de fotografía. Finalmente filmó a lo largo de cuatro años.

Se trata de un cine más “artesanal”, que permitió un registro más “familiar”. “Así podíamos filmar una intimidad” que no habría sido posible con un gran equipo técnico, explica Rosselli. “Es como si hubiese filmado un documental”, remata. “La película se toma su tiempo para contar tanto a los personajes  como las cosas que hacen”.

Delincuencia “light”

Una de las características de la cinta es el retrato “light”, si se quiere, de la delincuencia, sin visiones maniqueístas ni estigmatizantes.

“La delincuencia es algo que está muy transitado en el cine argentino, pero de una manera que me parecía un poco distante”, señala el director. Para Rosselli, películas como “Pizza, birra y faso” o “El bonaerense” (que retrata la vida de un policía), si bien son realistas, suelen terminar “mal” (para sus personajes, que mueren, por ejemplo), mientras otro cine más dedicado a los festivales suele contener una violencia extrema.

“Yo no quería ni lo uno ni lo otro”, afirma. “Sentía que la clase trabajadora estaba retratada en el cine con el trazo grueso de la sociología. Quería hacer una película muy íntima, contar los problemas del personaje con su madre, con su padre, con las drogas, con una chica que conoce, y hacerlo tan en detalle que no quede lugar para el comentario social fácil, tipo ‘se convirtió en criminal porque el padre lo abandonó’”.

Rosselli escribió una historia más sobria, si se quiere, y menos sangrienta.  La delincuencia en su film está “desdramatizada”, admite. Por ejemplo, en una escena la pareja trabaja en la falsificación de un billete mientras discute qué nombre ponerle a su futuro hijo.

“No hay un juicio moral sobre los personajes” y eventualmente se les humaniza, aunque Rosselli insiste en que no quiere “hacer apología del delito”. En síntesis, es una película que muestra al ser humano en sus múltiples dimensiones: el protagonista delinque, pero al mismo tiempo se debate en una crisis existencial.

Inspiraciones

El personaje está inspirado en un hombre que el director conoció lejanamente en su barrio. A Rosselli le fascinaba la idea de un hombre que recorre la ciudad, fingiendo que compraba cosas. “Me parecía que ahí había una idea dramática”, cuenta.

En su investigación para el film, el cineasta habló con “pasadores” (hombres dedicados a poner en circulación billetes falsos), quienes le contaron sus trucos, leyó literatura policial, habló con diseñadores e imprenteros.

“Yo no sabía ni lo que era la serigrafía o la impresión offset”, dice, y terminó comprando en un remate un taller de impresión, herramientas incluidas. También se inspiró en las actividades de un famoso falsificador argentino, Héctor Fernández, el “Picasso de los dólares”, que inventó una máquina para imprimir billetes de forma artesanal y murió preso el año pasado.

En última instancia, la idea era hablar “de alguien que se apropia de los medios de producción”, aunque fue durante la producción del film que Rosselli se dio cuenta de que la cinta va más allá de lo delictivo al hablar de identidad.

“En un billete están los próceres”, aventura. “Un billete está lleno de detalles: el prócer como figura paterna… Están cargados de la identidad del país”. Es otro elemento que el espectador descubrirá –o no- en este film.

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