
Crítica de teatro: «La Quebrada de los Sueños», del discurso local a la problemática nacional
En esta obra, dirigida por Mauricio Bustos, es preponderante que en la dramaturgia de Cristián Ruíz se articulen temáticas antofagastinas que, al mismo tiempo, producen relaciones de carácter social, político e ideológico, con procesos más amplios de carácter nacional.
En un país como el nuestro, ver teatro es un ejercicio poco común, pero verlo fuera de Santiago es menos común todavía. El teatro de regiones es una práctica interesante en sí misma, casi un acto político, una suerte de resistencia al centralismo general y a la falta de trascendencia que, dentro del concierto social, tiene el arte en general y el teatro en particular.
La Quebrada de los Sueños es una obra dirigida por Mauricio Bustos, que en un esfuerzo particular de la compañía de teatro de la Universidad de Antofagasta, pudo dedicar gran parte del semestre a este proyecto, desarrollando un proceso creativo a mediano plazo. Es preponderante en la propuesta escénica el que la dramaturgia de Cristián Ruíz, tal como el montaje mismo, articulen temáticas antofagastinas que, al mismo tiempo, producen relaciones de carácter social, político e ideológico, con procesos más amplios de carácter nacional, así, se genera un fenómeno en el que a partir de un discurso local se abren problemáticas nacionales, expresando que, más allá de centralismos, somos un país, con una historia y una cultura que nos une, de hecho, es particularmente interesante pensar que el arte, el teatro y no las fechas de batallas o nombres de militares, son los que nos pueden unir como país.

La obra en cuestión, desarrolla dos temas que se unen en una sola historia, por una parte, el vertedero “La Chimba”, antigua quebrada real de la ciudad, sitio que solía ser un paisaje para visitar y hoy convertido en un vertedero, cuyo uso y definición como espacio dentro de la localidad es, de por sí, problemático; paralelamente, cuatro profesores normalistas trabajan allí e intentan dignificar su posición en ese mundo intentando dotar de sentido a su existencia, en circunstancias de vida muy particulares que, a través de la acción dramática, muestran que son una suerte de metáfora en torno a la educación y la sociedad chilena, dando cuenta de lo tensa que es la relación entre esos ámbitos.
El diseño escénico de la obra es bien ejecutado, construye una ambientación pertinente a lo que se busca, con un hálito onírico que cruza la puesta en escena casi completa, incluyendo la escenografía, los maquillajes y vestuarios, sin duda, la planta de luces merece una mención concreta, pues su ejecución es limpia, precisa y logra generar momentos particularmente emotivos dentro de la escenificación.

Así mismo, la dramaturgia origina personajes entrañables, personajes que tienen una cierta dignidad antigua, personajes que recuerden un Chile más estatal, más ciudadano, tal vez un Chile que en la realidad nunca existió, pero que parece ser un ideal que moviliza el instinto de comunidad y que pervive (desde el mito quizá) en el imaginario social; por supuesto, quienes mejor pueden ilustrar este ideario de una sociedad más justa y digna son -cómo no- los profesores normalistas, símbolo de una comunidad que alguna vez tuvo principios solidarios y generosos, con valores comunitarios por sobre la autoreferencialidad tardocapitalista en la que hoy vivimos.
Tal vez, es posible pensar que la historia se extiende un poco más de la cuenta en el medio del “relato”, pero no es algo que llegue a molestar o demoler la puesta en escena, más bien se piensa que la obra podría ser (aún) mejor si el “relato” se distribuyera con más precisión, en particular durante lo que podríamos llamar el medio de la intriga.
La dirección es sólida, se observa un trabajo bien delineado y con claridad respecto de los objetivos que desarrolla la puesta en escena, precisión en la organización escénica, el uso de los diversos recursos dramáticos son puestos al servicio de una totalidad, de manera que la obra se articula como un discurso escénico que emplaza a la comunidad, proponiendo una revisión de la historia de la ciudad, del país y del modo en que socialmente nos relacionamos.
Por supuesto, para lograr un montaje así, se requiere de un elenco a la altura y, sin duda, la compañía teatral de la Universidad de Antofagasta, posee actores de primera línea. Los personajes son ejecutados de manera intensa, con varias posibilidades de lectura y con matices que solo se ven en actores de experiencia o, al menos, con capacidad de crear profundidad en los roles que aceptan.
Jorge González, sin duda, desarrolla un personaje especialmente bien trabajado, pues el rol que trabaja, con otro actor, tal vez habría caído fácilmente en un cliché, una suerte de maqueta de lo que una persona es, sin embargo, en manos de González cobra vida un rol bien construido, que dependiendo de cómo sea leído, permite ver diversas facetas del mismo ser. Por su parte, la joven Ornella Rocco también desarrolla un notable trabajo, recién egresada de la Universidad de Chile, llama la atención su capacidad para aparecer en escena con credibilidad, generando un fenómeno particular y que no se ve tan a menudo en el teatro: empatía con el público. Cuando ella está en escena, su personaje se conecta con el ánimo de la audiencia o, mejor dicho, logra que la audiencia conecte con lo que sucede en escena, al mismo tiempo que su performance sobre el personaje es ejecutada con profesionalismo, competencia y eficacia.
En resumen, La Quebrada de los Sueños es una obra bien ejecutada, interesante y que se desarrolla en un contexto que vale la pena tener en cuenta y, para los antofagastinos, sin duda es un ejercicio necesario y pertinente asistir a las funciones que quedan.
La Quebrada de los Sueños
GRUPO/COMPAÑIA/INSTITUCION: Compañía de Teatro de la Universidad de Antofagasta
SALA: Sala Pedro de la Barra de la Universidad de Antofagasta
FUNCIONES: Sábado y Domingo desde el 09 de Mayo hasta el 15 de Julio
EQUIPO ARTISTICO: Director: Mauricio Bustos, Dramaturgia: Cristian Ruiz. Elenco: Raul Rocco, Gimena Cancino, Jorge González, Viannis Schlomit, Gonzalo Véliz, Joshe Pedraza y Ornella Rocco.
DIRECTOR O RESPONSABLE: Mauricio Bustos Santelices, director invitado a la Compañía de Teatro de la Universidad de Antofagasta.