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“Guerrilleros, la historia tras el fusil” de CHV pone a la lucha armada en su justo lugar histórico

“Guerrilleros, la historia tras el fusil” de CHV pone a la lucha armada en su justo lugar histórico

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En la siguiente columna, el sociólogo y escritor Luis Ernesto Tricot señala que la serie documental de Chilevisión “interpela la narrativa oficial y restituye el espacio que siempre debió haber tenido la lucha armada en el contexto general de la brega multidimensional contra la dictadura”.


Cuando uno rememora a la dictadura se le aparecen siluetas de muerte recortadas en las sombras de cualquier calle. Es el silencio de la noche o la noche del silencio donde desaparecieron todos los desaparecidos y, también, parte importante de nuestra historia.

Porque aquellos sectores políticos que negociaron un proceso transicional pactado con la dictadura cívico-militar lograron imponer una visión sesgada de lo acaecido en ese periodo. Tanto así que instalaron en el imaginario colectivo dos ideas centrales: primero, que la lucha contra la dictadura y por la democracia la lideró un grupo de dirigentes partidarios aparentemente con la sapiencia suficiente para convencer a Pinochet de dejar el poder –o al menos parte de éste-. Segundo, que a la dictadura se la derrotó en las urnas, es decir en el plebiscito de 1988 y en la elección presidencial de 1989.

De esta manera se invisibilizaron casi dos décadas de lucha multifacética del pueblo chileno. En particular se distorsionó, o simplemente se ocultó, el rol que desempeñó la lucha armada en el combate contra la dictadura.

Lo que hace Guerrilleros, la historia tras el fusil –la serie documental exhibida por Chilevisión- es precisamente interpelar la narrativa oficial y restituir al espacio que siempre debió haber tenido la lucha armada en el contexto general de la brega multidimensional contra la dictadura. Esto constituye un aporte pivotal del programa.

Asimismo, evidencia que el pueblo chileno, mediante distintas formas de lucha, incluida la autodefensa y la resistencia armada, jamás se amilanó ante un enemigo inmensamente superior. Más aún, queda claro, por medio del testimonio de los protagonistas, combatientes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), el coraje y consecuencia de hombres y mujeres que estuvieron dispuestos a arriesgar sus vidas por una causa justa.

Es justamente el luengo trabajo periodístico y de investigación el que permitió configurar un colosal testimonio con rodriguistas que tuvieron participación directa en muchas de las acciones realizadas por el Frente. No sólo las más espectaculares o conocidas -como la emboscada a Pinochet- sino que aquellas “tras el fusil”: las cotidianas; las casas de seguridad, los puestos médicos, los barretines donde se escondían armas. Además, las operaciones de los milicianos defendiendo sus territorios de la policía y de otros organismos represivos.

Quizás uno de los mayores aciertos de la serie documental es dual. Por una parte, la desmitificación de los combatientes como terroristas, tal como sistemáticamente lo intentó proyectar e instalar en la opinión pública la dictadura con la connivencia de los medios de comunicación de la época; con la honrosa excepción, por cierto, de los escasos medios opositores.

Y, por la otra, establece que “tras el fusil” había gente común y corriente, chilenos y chilenas de a pie: estudiantes, trabajadores, profesionales, pobladores, dueñas de casa, artesanos, cesantes, mapuche. Gente de todas las edades que se integró al Frente porque sintió que desde ahí podía contribuir a la derrota contra la dictadura.

Ellos son los guerrilleros tras el fusil cuya palabra nos hace escuchar el trabajo documental televisivo, es el ser humano con todas sus virtudes y defectos, con todas sus victorias y derrotas a cuestas. Son los combatientes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, una parte fundamental de nuestra historia que todos deben conocer, por ende es una serie documental que todos deberían ver.

*Autor del libro “Un sociólogo en el Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Testimonio de un militante” (Ceibo Ediciones 2015).

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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