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Pasarelas verdes: Un lugar de paso, una pausa, en plena ciudad El lugar se ubica en el espacio elevado que une a todos los edificios que conforman la Remodelación San Borja

Pasarelas verdes: Un lugar de paso, una pausa, en plena ciudad

Para los santiaguinos, no queda más que agradecer el florecimiento de espacios de convivencia que hagan del compartir música y jardinería una actividad periódica, a la que se pueda acceder todas las semanas, sin tener que esperar que sea el año siguiente para disfrutar de un gran festival. Una ciudad viva tiene una oferta cultural que invita a salir a la calle en cualquier época del año.


Plantas y música en ese espacio elevado que une a todos los edificios que conforman la Remodelación San Borja, arriba del metro Universidad Católica, al frente del GAM y a pasos de Plaza Italia. Un lugar de paso en pleno centro de Santiago que, desde hace tres años, se transforma todos los jueves en un lugar de encuentro donde transeúntes y vecinos se reúnen para escuchar bandas en vivo, arreglar el nuevo jardín que ahí ha surgido, juntarse con amigos.

La escena que ha formado Pasarelas Verdes era impensable hace unos años.

La idea de una inseguridad latente en el lugar, el deseo de correr a casa después del trabajo y la preponderancia de la televisión y el mall en nuestra concepción del tiempo de ocio, lo hacían imposible.

Tuvo que venir un grupo de estudiantes de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile para que esto pasara. Pero no habría ocurrido si el antropólogo francés Marc Augé no hubiera criticado los ‘no lugares’ de los que nos hemos rodeado en la sociedad posmoderna. Tampoco si el danés Jan Gehl no hubiera llamado a los urbanistas a construir ciudades par las personas, y no para el automóvil. Pero, sobre todo, esto no habría pasado si no hubieran incluido a los vecinos en el proceso.

Eso lo repiten Henry Bauer y Gabriela Alfaro, dos de los arquitectos detrás de este proyecto. Si ellos no se acercaban a preguntarle a los habitantes de esos edificios qué les gustaría que hubiera ahí, el espacio no tendría la vida que tiene hoy.

Esa acción fue el pase para que entendieran que sería en beneficio de ellos y para que dejaran de estar encerrados en sus casas, pensando que ese espacio estaba sucio y lleno de delincuentes. También sirvió para que no llamaran a seguridad ciudadana a cursarles un parte por el ruido o la cantidad de gente reunida. Es cosa de ver el público asistente a las Pasarelas Verdes, integrado por abuelitos y jóvenes, padres y sus hijos.

Actualmente la inseguridad es más una sensación que una realidad, y proviene en gran parte del desconocimiento de nuestros vecinos, basta revisar los estudios del programa Quiero Mi Barrio del Minvu. Justamente la falta de espacios de encuentro, convierte todo lo que vemos desde nuestras ventanas, en algo amenazante. Pero cuando aparece una actividad organizada por nosotros mismos, gratis y cerca de nuestra casa, la cosa cambia. No hay mejor sensación que la de vivir en un lugar seguro y entretenido.

Y para el resto de los santiaguinos, no nos queda más que agradecer que se haga del compartir música y jardinería una actividad periódica, a la que se pueda acceder todas las semanas, sin tener que esperar que sea el año siguiente para disfrutar de un gran festival. Una ciudad viva tiene una oferta cultural que invita a salir a la calle en cualquier época del año.

Pero ojo, no todo es color de rosas. Para que proliferen estos espacios se necesita mayor flexibilidad de parte de las municipalidades. Que faciliten la entrega de permisos cuando vean que surgen proyectos como estos porque, de alguna manera, están cumpliendo con un trabajo que les correspondería a ellos. Y también para que empiecen a valorar a aquellos ciudadanos que quizás no residen en su comuna, pero sí la usan a diario, ya sea para trabajar, desplazarse o entretenerse.

Finalmente, lo que dijo la activista Jane Jacobs en plenos años ‘60 cobra más sentido hoy día, que volvimos a pedirle a la ciudad que sea un lugar de reunión y no tan solo de desplazamiento.

Bien resume el postulado de esta urbanista el músico David Byrne (Talking Heads), en su libro Diarios de Bicicleta: “Jacobs comprendió que la clave estaba en la variedad de usos. Que una calle o un parque que utilizan diferentes tipos de gentes, en distintas horas del día, se mantiene económica y socialmente sana, y es más segura (…) Jacobs se dio cuenta de que lo que ‘alimenta’ a un parque o una calle afecta a la salud vital de esa calle tanto como lo que hay realmente en ella. Nada está aislado en una ciudad, ninguna parte es inmune a la vida de los edificios que la rodean”.

Queremos más espacios como las Pasarelas Verdes.

Javiera Hernández, conductora de Estación Cuneta en Radio LaCENTRAL 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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