En Netflix están disponibles las 6 primeras temporadas
Doc Martin es producida por Buffalo Pictures para la cadena ITV, la misma de Downton Abbey. Y sí, al igual que Downton Abbey, también entretiene, pero además, aporta datos relevantes para calmar ciertas ansiedades en ese hipocondríaco que todos llevamos dentro.
Contrario a lo que se pueda pensar, no es tan fácil clasificar a esta serie en una categoría concreta. Podríamos señalar que se trata de un drama médico, pero en realidad, está a medio camino entre drama y comedia, y tiene un espíritu naíf que le guarda un lugar especial dentro de los límites que marca la televisión familiar.
Siete temporadas al aire (y dos más, ya confirmadas) son datos macizos a tener en cuenta. Desde luego, esto nos habla del éxito sostenido de una propuesta basada en el choque cultural -sin grandes daños colaterales- entre lo urbano y lo rural, aunque también es indicador de una historia bien narrada a través de personajes propiamente desarrollados en el tiempo, como viene a ser usual en la ficción audiovisual inglesa.
Una fobia detona la historia. El reputado Dr. Martin Ellingham (Martin Clunes) era un exitoso cirujano cardiovascular en Londres, hasta que desarrolló una fobia a la sangre que lo sacó de los quirófanos. En concreto, el hombre vomita cuando ve un poco de plasma y hemoglobina. Una contradicción macabra. Su reinvención en médico de cabecera, lo lleva a postular a un puesto en Portwenn, el pueblo de su infancia. La clásica metáfora de vida sobre volver a la casilla de inicio.
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Martin Clunes
‘Doc Martin’ TV Series
Desde luego, ni el pueblo, ni los pueblerinos son del agrado de Martin. Por lo tanto, y a modo de refugio, se dedica a procesar la caída en desgracia desde el olimpo de la medicina moderna, a atender pacientes (difícil labor a pesar de la experiencia), arreglar relojes antiguos, y a lidiar con una personalidad compleja (por decir algo) que muestra claros rasgos de otra fobia, la social. En ese escenario, no sería extraño pensar que no están dadas las condiciones para el amor; pero no, ese sentimiento se abre paso como el Mapocho, para unir, o por lo menos intentar unir, a la profesora del pueblo Louisa Glasson (Caroline Catz) y al Doc. Allí surge una ñoña tensión no resuelta que se transforma en el imán que nos mantiene pegados a la pantalla. Eso, y otros temas incidentales como el sexo en la tercera edad. Ahí lo dejo.
Lo quiera o no, la serie transfiere información médica. Se trata de una divulgación solapada a través de casos con enfermedades reales donde por un lado, se establece la importancia del médico de cabecera en un sistema de salud basado en la atención primaria, y por otro, promueve la generación de actitudes de auto cuidado en la población. Aquí, nada de automedicarse: primero hay que pedir cita con el médico, obtener la receta, y luego comprar la cantidad exacta en la farmacia. Y nada de especular con la homeopatía: primero a la consulta, y si la cosa es compleja, al hospital correspondiente. Quienes pertenecemos a Fonasa observamos la situación con cierta envidia.
Doc Martin (Minghella, 2004) muestra la construcción -ficticia e imposible en cualquier caso- de una comunidad ideal. Donde existen los problemas personales (casi todos muy abordables), pero no existen los problemas sociales o colectivos. La delincuencia es un dato marginal, la congestión de tráfico ausente, y los problemas de basura inexistentes. Así, el pueblo se muestra como un espacio idílico, con todos los servicios necesarios (públicos y privados) para satisfacer las necesidades y demandas de los lugareños.
En ese escenario, diremos que uno de los muchos leitmotiv de la ficción inglesa, tiene que ver con la construcción de una comunidad cohesionada, unida, donde sus habitantes parecen ostentar una membresía que los valida ante el grupo de pertenencia, en clave de psicología social. A favor o en contra de dicha idea, ya que como se sabe la autocrítica abunda en la cultura anglosajona, en los diálogos de las series inglesas se suele echar mano al concepto ‘a very close community’ (una comunidad muy unida). En Doc Martin se apoya esa sentencia, porque tal vez su objetivo, en tanto producto comunicativo, sea el de instalar dicho lema en el público. La otra cara de la moneda, con visiones más oscuras sobre el tópico, la encontramos en hiperdramas como Southcliffe (Channel 4) o Broadchurch (ITV). Quien las haya visto sabe a qué me estoy refiriendo.
Pues bien, Portwenn, nombre ficticio de un pueblo de pescadores que en realidad se llama Port Isaac, está lejos de ser Southcliffe o Broadchurch. Se ubica en la región de Cornwall, en el suroeste de Inglaterra, como parte de una tierra que se estira queriendo alcanzar los rayos del sol que bañan a la península ibérica, pero que en el intento, sólo llega a rozar los fuertes vientos que provienen del Atlántico norte. Curiosamente, el Portwenn representado suele mostrar abundante sol, hecho que viene a comprobar la intención por describirlo como destino turístico. Esa imagen es tan extraña que llega a ser divertida. En realidad, el viento abunda y su playa es de piedras.
En ese contexto, el ‘bicho raro’ de Martin debe interactuar, y a regañadientes, intentar aceptar la idea de pertenecer a la comunidad más allá de su rol profesional. Ese proceso está lleno de situaciones divertidas que aseguran un buen rato. La serie ha sido tan exitosa que tiene varios remakes y adaptaciones en Europa (España, Alemania, Holanda, Austria), lo que indica algo de su calidad.
Doc Martin es producida por Buffalo Pictures para la cadena ITV, la misma de Downton Abbey. Y sí, al igual que Downton Abbey, también entretiene, pero además, aporta datos relevantes para calmar ciertas ansiedades en ese hipocondríaco que todos llevamos dentro.
En Netflix están disponibles las 6 primeras temporadas.
Sitios:
Portwenn la casa de Doc Martin: http://www.portwenn.com/
Doc Martin en Netflix: https://www.netflix.com/title/70140378
