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TV Pública: ¿de qué te quejas cuando te quejas? Opinión

TV Pública: ¿de qué te quejas cuando te quejas?

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Hoy, nuestra pequeña televisión pública nada en un estanque lleno de tiburones y se encuentra a años luz de las realidades mencionadas. A diario, asistimos a su ahogo, a su chapoteo descoordinado. ¿No será hora de plantearnos un debate sobre Televisión Pública con mayúsculas? Esperar a que la nueva Constitución lo resuelva sería un suicidio, porque mientras más dejamos pasar el tiempo, más se frotan las manos los privados.


Este es un tema donde –en teoría– todos tienen la palabra. De arriba a abajo, de izquierda a derecha, cual más, cual menos, con el formato de transmisión-reproducción que se posea, absolutamente todos podemos decir algo sobre la TV, porque de facto le dedicamos varios minutos de la vida casi a diario. El medio televisivo democratizó el ocio, la entretención y, algunos se aventuran a decir, la (des)información. Hay que ser valiente (entre otras cosas) para señalar lo último, aunque es evidente que muchos lo piensan.

Bajo este marco, creo pertinente intentar una reflexión a propósito del revuelo causado por el anuncio de la ampliación de capital en TVN; para bien o para mal, la televisión pública que tenemos o, mejor dicho, que nos gastamos. Para ello conviene alejarse del ruido que provoca una agenda setting, que no hace otra cosa que poner el foco en situaciones que, si bien son importantes, están lejos de ser fundamentales en la cuestión. Vamos, tomar distancia del cacareo destemplado de una derecha que ama el modelo gringo se hace tan necesario como pertinente.

Tomadas las precauciones entramos al tema. La pregunta central no es sobre la ampliación de capital o sobre el sueldo de tal o cual directivo. Desde luego que estas cuestiones son materia de interés público, pero están lejos de ser lo fundamental. La pregunta relevante, nuclear, es sobre la necesidad de una televisión pública de calidad, en el contexto de cambio social global que vivimos.

Muchos dirán que es innecesaria. Los jinetes del apocalipsis del liberalismo clásico lo señalarán así con toda seguridad. Que es un gasto. Un pozo sin fondo. Y tal como están las cosas en términos del contenido de TVN, los defensores nos vamos quedando con poca argumentación para enfrentar a los jinetes.

Seguro habrá productos audiovisuales como para sacar pecho, pero, en general, TVN no hace otra cosa que seguir el paradigma de la programación de la televisión. Arriesga poco, es fome, ramplona, sin futuro. No sale del esquema que señala la franja matinal, la franja de las noticias (todas iguales y largas) y la apetecida franja del prime. Cómo se nota que lo importante es el dinero. En general, no se ve un esfuerzo creativo consistente para cambiar el panorama. La realidad, sí, es triste y desoladora.

Dicho eso, señalo que me sitúo en el bando de los que apuestan por una televisión pública de calidad, donde puedan confluir y desarrollarse todos los géneros y todos los contenidos. Se puede. Hay casos en el planeta Tierra que lo demuestran y que, por cierto, están en las antípodas del modelo americano que siempre muestra como punta de lanza a un magnate de las comunicaciones. Como si eso fuera lo importante. Es posible, pero supone un esfuerzo.

Es caro, y de hecho se paga, tal como se hace con la cuenta del agua o de la electricidad.

Veamos algunos modelos.

En Italia, existe la radio televisión pública conocida por su sigla RAI, así como también un sistema privado que lidera Mediaset, conglomerado hecho a golpe de billetera y movidas oscuras por Silvio Berlusconi. Cualquier similitud es mera coincidencia. Si bien durante los últimos años Mediaset ha consolidado cierta hegemonía, la RAI ha resistido el embiste y, de facto, sigue sosteniendo un consorcio comunicacional que elabora –en general– contenidos de calidad.

¿Cómo se financia? Con un sistema mixto que incluye ingresos por publicidad, y el pago de un canon (especie de impuesto) obligatorio para todo propietario de un aparato de televisión. Dicho canon no está en la primera línea del pataleo ciudadano. ¿Cuál será la razón? Probablemente, significa que las audiencias están medianamente conformes con lo que reciben. En RAI 3 fue posible ver la serie Gomorra (Roberto Saviano, 2015), cuyos costos de producción fueron altos, igual que su resultado en términos de calidad. Solo por señalar un ejemplo.

El caso de la BBC en Inglaterra es de manual. Con seguridad es el sistema público de radio, televisión e internet más grande y exitoso del mundo. Desde luego, su operación supera ampliamente a la audiencia del Reino Unido, que desde muy temprano entendió la necesidad de una vocación global, sustentada en su lógica imperial durante gran parte del siglo. Es ampliamente sabido que los contenidos generados por BBC son de calidad.

Comedia, divulgación científica, drama, telenovelas, ya ni hablar de sus servicios informativos e, incluso, su afán educativo a través de la enseñanza del idioma. Se trata de un monstruo, de un gigante que, como tal, muestra ciertos problemas en términos de autogobierno, incluso por momentos queda en entredicho la supuesta independencia editorial, pero que sin duda cumple sobradamente con el imperativo de la calidad.

¿Cómo se financia? En gran medida, a través de un impuesto directo que se aplica a cada habitante del territorio que tenga un aparato de televisión, aunque no lo use. Y los inspectores que verifican esta situación, son de temer. Tienen el espíritu del señor cobranza. Si en YouTube pones “BBC TV tax license” podrás ver ejemplos de la rigurosidad con que se aplica el cobro. Desde luego, esta modalidad tiene enemigos, pero si miramos la calidad del producto, queda poco espacio para la queja destemplada. 10 señales de TV y más de 16 de radio. Para todos los gustos y edades. De la factoría de BBC One salió esa excelente serie llamada River. Igual, si no quieres pagar, siempre queda la opción por no tener aparato de TV. Pero en este caso el “tú te lo pierdes” cobra mucho sentido.

Pero tal vez sea el caso español donde curiosamente se ha dado con una solución novedosa, que no implica el pago de un impuesto directo. La radio televisión española RTVE, cuenta con 5 canales de televisión, dos de ellos HD, y 5 emisoras de radio.

¿Cómo se financia? En gran medida a través de una partida presupuestaria pública (Estado) unida a los impuestos directos que deben pagar las operadoras telefónicas, los canales privados de televisión abierta y los sistemas de televisión de pago. ¿Cuál es el resultado? Que en TVE no hay publicidad. Y no se trata de un regalo del sistema privado al sistema público, lo que en realidad sucede es que el privado paga por no tener competencia a la hora de repartir la torta de la inversión publicitaria. Puesto así, seguro que ya no le suena tan mal al grupo Turner o a Heller.

El sistema de financiamiento le quita a TVE el peso de la competencia, que bien sabemos, por experiencias propias, desgasta inútilmente. En TVE se produce esa serie llamada Cuéntame como pasó, que seguro le suena conocida a los creadores de Los 80. Absolutamente de nivel.

Todos queremos calidad, pero a costo cero. ¿Es eso posible? Parece que no. Desde luego, no existe el sistema perfecto. Por lo tanto, hay detractores (y muchos) de los casos señalados, aunque de facto funcionen. Hoy, nuestra pequeña televisión pública nada en un estanque lleno de tiburones y se encuentra a años luz de las realidades mencionadas. A diario, asistimos a su ahogo, a su chapoteo descoordinado. ¿No será hora de plantearnos un debate sobre Televisión Pública con mayúsculas? Esperar a que la nueva Constitución lo resuelva sería un suicidio, porque mientras más dejamos pasar el tiempo, más se frotan las manos los privados. Ya va siendo hora de defender lo público en todos los ámbitos, tele incluida.

El vértigo acompaña un avance tecnológico que supera por lejos el ritmo con que se actualiza su marco regulatorio. Digamos que la tecnología avanza como Usain Bolt, mientras que la regulación del mercado lo hace a paso de Sebastián Keitel. Si el sistema reliberal no hace desaparecer a TVN, con seguridad lo hará el cambio tecnológico. Estamos en un momento crítico.

Mientras, el murmullo mediático sigue hablando en contra del aumento de capital en TVN.

Así nos va. ¿Y tú, de qué te quejas?

 

Claudio Lagos-Olivero @ClaudiolagosO.
Doctor Europeo en Comunicación Social.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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