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Chileno Andrés Navas, recibe la Medalla Umalca, la mayor distinción para un matemático en América Latina Columnista de El Mostrador recibió el galardón, entre otros aspectos, por su compromiso con la divulgación científica

Chileno Andrés Navas, recibe la Medalla Umalca, la mayor distinción para un matemático en América Latina

Héctor Cossio López
Por : Héctor Cossio López Editor General de El Mostrador
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Más de alguna de las columnas del Dr. Navas se han convertido en «hits» de divulgación científica. Por ese trabajo, por su aporte organizativo en calidad de presidente de la Sociedad Matemática de Chile, y desde luego, por sus investigaciones científicas en las áreas de los sistemas dinámicos y la teoría de grupos, es que tuvo el honor de ser reconocido este lunes con la medalla Umalca, la versión latinoamericana de la Medalla Fields. En esta entrevista, el matemático se refiere a los modelos obsoletos de enseñanza en Chile, a la crisis de financiamiento de la ciencia en el país y a la ausencia de grandes centros de investigación, que se dediquen a problemas concretos y locales, como el de la marea roja.


Andrés Navas, Presidente de la Sociedad Matemática de Chile, profesor universitario y columnista de El Mostrador C+C, acaba de recibir este lunes en Barranquilla, Colombia, la más alta distinción que un matemático puede recibir en la región: la Medalla Umalca, la versión latinoamericana de la prestigiosa Medalla Fields, el Nobel de las matemáticas.

El Premio lo entrega la Unión Matemática de Latinoamérica y El Caribe, cada 4 años, durante el Congreso de la Umalca. Con el Premio del Consejo Matemático de las Américas (MCA), que involucra, además de América Latina, a EE-UU. y Canadá, son los dos premios más importantes que están en la bitácora de la carrera de un matemático que hace su carrera en Latinoamérica. Antes de Navas, el premio Umalca solo había sido recibido por un chileno, Alejandro Maass, en 2008.

La Umalca es una agrupación de sociedades de matemática de los países miembro, que emula la Sociedad Europea de Matemáticas, que también realiza un congreso cada cuatro años y distribuye premios análogos desde hace varias décadas. Todo esto se hace tomando como modelo el Congreso Mundial de Matemáticas, y donde se entregan las Medallas Fields y otros reconocimientos y que, de alguna manera, dan las pautas del trabajo en los años venideros. En todas ellas se premia el descubrimiento sobresaliente o la investigación de mayor proyección.

«En mi caso, mi investigación tiene relación con las áreas de los sistemas dinámicos y la teoría de grupos. Un hito importante es que el producto de mi tesis de doctorado y resultados de los años inmediatamente posteriores fueron publicados por la Universidad de Chicago Press en el libro Groups of Circle Diffeomorphisms  (http://press.uchicago.edu/ucp/books/book/chicago/G/bo11166035.html) versión traducida y aumentada del original en castellano publicado en Perú y Brasil».

«Como algo especial se consideró también el trabajo a nivel organizativo (como presidente de la Sociedad de Matemática de Chile) y en divulgación, a través de la columnas que hago en El Mostrador».umalca ok

Divulgación

– Tus columnas son muy leídas, a la gente les interesa ¿pero tú crees que el público lector en general entiende todo lo que se le explica?

-No, y uno de mis principios es que así sea. Creo que es un error orientar la divulgación científica hacia la simplificación total de las ideas, por una parte porque eso pone en riesgo el contenido, y por otra, porque eso hace que la matemática caiga en ese estigma usual de que es una ciencia en la cual «todo está entendido y ya fue descubierto». Una estrategia de escritura que intento utilizar es bajar la dificultad de la lectura del contenido al inicio de cada columna, bajar a algo cotidiano, algo cercano, y desde allí engancharlo y llevarlo hacia terrenos muy de actualidad y en orden creciente de complejidad. Es muy posible que haya quienes se pierden en el camino (creo que yo me hubiese perdido leyendo estos escritos hace 20 años), pero valoro profundamente el hacho de despertar la curiosidad del lector. Esto también tiene un aspecto casi filosófico: la ciencia ciertamente nos acerca al conocimiento, pero también nos hace dimensionar cuan ignorantes somos.

[cita tipo=»destaque»]Uno de los problemas es que los contenidos de la escuela aparecen desligados del mundo en el cual nos desenvolvemos hoy en día. Por ejemplo, no tiene sentido seguir insistiendo en operatoria compleja si se tiene calculadoras a disposición masiva. La enseñanza de la matemática debe ir enfocada hacia el razonamiento y no hacia la operatoria. Es el razonamiento el que nos dará las pautas sobre lo que debemos hacer frente a determinado problema. La operatoria la puede ejecutar una máquina.[/cita]

-Hay un interés creciente por los contenidos de calidad…

– Ciertamente. Creo que es súper interesante constatar que la gente está tratando de entender cosas que a veces le son elevadas, pero que son de su interés. Es muy gratificante ver que hay un público ávido por contenido cultural de calidad y producido en nuestro país. El éxito que han tenido los libros como Física y Berenjenas, de Andrés Gomberoff o toda la saga histórica, especialmente la Historia Secreta de Chile, de Jorge Baradit, no hacen sino corroborar esto.

En este sentido creo que El Mostrador ha dado un gran ejemplo cediendo un espacio al mundo académico en sus publicaciones y abriéndose a que las columnas pasen en muchos casos de la opinología al dato duro y la argumentación más elaborada.

Matemática en Chile: un proceso educativo obsoleto

– Hace pocas semanas salió el informe de la OCDE sobre evaluación de competencias de los adultos y el resultado fue desastroso: los adultos chilenos estamos entre los de peor desempeño a nivel mundial.  ¿Por qué crees que estamos tan mal? ¿Qué falla en la educación de las matemáticas?

-Primeramente, debo decir que no soy experto en educación, y mi opinión va más bien desde la experiencia y no desde un trabajo sistemático en esta línea.

Cuando se analizan datos sobre población adulta, estamos a través de ello constatando el resultado de lo que fue un proceso educativo en generaciones pasadas. En ellas, a nivel matemático, la enseñanza era muy mecánica: se priorizaba la resolución de largas listas de ejercicios, en general cálculos, y el planteo y resolución de problemas era un aspecto menos considerado. Eso, sumado a los problemas de comprensión lectora, dan como resultado lo que la OCDE está hoy constatando.

-Es un proceso erróneo y obsoleto

-Mira, por muy bueno que hubiese sido el proceso educativo el de otras generaciones, este necesariamente hubiese quedado en parte obsoleto hoy en día. Uno de los problemas es que los contenidos de la escuela aparecen desligados del mundo en el cual nos desenvolvemos hoy en día. Por ejemplo, no tiene sentido seguir insistiendo en operatoria compleja si se tiene calculadoras a disposición masiva. La enseñanza de la matemática debe ir enfocada hacia el razonamiento y no hacia la operatoria. Es el razonamiento el que nos dará las pautas sobre lo que debemos hacer frente a determinado problema. La operatoria la puede ejecutar una máquina.

A lo anterior debemos añadir el hecho que las formas de aprendizaje cambian de acuerdo a los recursos disponibles. Esto ha sido así a lo largo de toda la historia. Si se analiza, antes de la imprenta, para llegar al conocimiento había que llegar a las personas que lo poseían: los grandes maestros de la antigüedad. Luego, los libros hicieron que esta sabiduría fuese más accesible, pero aun así se necesitaba de profesores capaces de reproducir la sabiduría contenida en los tratados de los grandes maestros. ¡Pero hoy todo está libre y muchas veces gratis en internet! No solo los libros, sino también clases, cursos dictados por premios Nobel, todo. Es el momento más maravilloso de la historia para el conocimiento, y las Universidades aún no reaccionan!

¿Qué debe hacer un profesor universitario hoy en día? ¿Seguir dictando el mismo curso todos los años, que más encima está disponible en youtube? Es una dilapidación de recursos catastrófica. El rol del profesor debe, en el futuro, ser el de un orientador del alumno en ese mar de conocimiento que está en la red. La enseñanza, tal como está planteada hoy en día, debiera ir quedando rápidamente absoleta.

En 50 años, las mejores universidades del mundo cambiarán radicalmente su forma de transmitir el conocimiento, incorporando los medios tecnológicos en ellos. En Chile no he visto ninguna autoridad planteando el tema.

-¿Según tu experiencia existe un interés real por las matemáticas en Chile?

-El interés existe en toda sociedad y toda época histórica. El problema es cómo llegar a la gente, cómo poner en contacto a la academia con el público masivo interesado. Respecto a los niños, la Olimpiada, El Campeonato y otras actividades en matemática nos permite tener un catastro de gente talentosa de corta edad (14-17 años) y poder guiarla en su carrera, a veces orientándolos a seguir la vía científica. El Campamento de Matemáticas fue una actividad pensada en hacer compartir a estos niños durante una semana en torno a la matemática. Ahora estamos organizando el primer festival de matemática de Valparaíso, esta vez para público amplio:
http://www.municipalidaddevalparaiso.cl/HistoricoNoticias.aspx?Accion=Ver&IdNoticia=19394

En fin, ideas siempre hay, pues las carencias a nivel divulgativo son muchas. Solo por poner un ejemplo; en los museos de ciencia y tecnología chilenos, la matemática está prácticamente ausente. Sin embargo, en países como EEUU, Francia o Alemania tienen museos dedicados exclusivamente a la matemática.

Conocimiento científico

– ¿Qué visión tienes del estado de los científicos matemáticos chilenos en comparación con los de la región y Europa?

-Aquí hay que considerar el aspecto histórico. Chile no tenía matemática hasta los años 60. La única excepción fue el caso aislado de Ramón Picarte, quien hacia fines del siglo XIX hizo -entre otras cosas- una tabla de cálculos, más precisamente, de divisiones, muy original y precisa. Estos eran libros muy valiosos en la época, pues no había calculadoras. Picarte quizo publicar su obra en Chile pero no encontró quién lo financiara. Viajó a Francia, presentó su tabla ante la Academia Francesa, tuvo el beneplácito de Charles Hermite (uno de los grandes matemáticos de la época), pudo imprimir sus tablas y éstas se hicieron populares en buena parte de Europa, pues eran más precisas que las usadas en esos años…

Pero Picarte no pudo, a su regreso, crear una escuela. Creo que Chile aún no estaba preparado para ello. Hubo que esperar transformaciones sociales que dieron una base más sólida y de las cuales surgieron las primeras generaciones sistemáticas de científicos y, en particular, de matemáticos. Así, en 50 años, Chile ha pasado de no producir conocimiento de vanguardia en matemática a tener una producción respetable, que lo posiciona en el grupo de países de avanzada en América Latina junto a Brasil, México y Argentina. Esta producción involucra avances de primer nivel a nivel mundial, con publicaciones en las mejores revistas especializadas. Hoy en día se puede perfectamente hacer estudios en Chile y terminar publicando en estas revistas o encontrando puestos de trabajo en universidades de prestigio en el extranjero.

El problema es que este avance que en algún momento fue muy acelerado está un poco estancado: debemos acelerar el ritmo, y pasar de la producción de los alrededor de 25 doctores anuales que producimos en al área a por lo menos 80. Y esto, con la incertidumbre en cuanto a políticas científicas, se ve un poco cuesta arriba.

-¿Existe un traspaso de información o investigación conjunta de matemáticos con científicos de otras ciencias?

-Ciertamente que existe, aunque si hubiese mayor masa crítica ésta debiera ser mayor. Un ejemplo es lo que sucedió con el problema de la marea roja. Sucede que en el mundo se ha repertoreado problemas similares y se ha constatado que la evolución de estos problemas se ajusta a ecuaciones muy complejas. Hubiese sido sano por ejemplo que la Comisión creada por la Academia de Ciencias incorporara al menos un matemático para analizar este aspecto. Pero no se hizo. Eso fue un error.

-¿Cuál es el principal problema para el desarrollo de la ciencia en Chile?

-El principal problema hoy en día es político. Chile tiene hoy en día un modelo de desarrollo estancado que no ha apostado a la ciencia y la tecnología como un motor esencial. Mientras esto siga así, difícilmente la situación cambiará.

En su manifiesto, Nicanor Parra decía: «Para nuestros padres, la poesía fue un objeto de lujo, pero para nosotros, es un objeto de primera necesidad».

Pues bien, cambie «poesía» por «ciencia» y tendrá una frase que se ajusta plenamente a la actualidad, y que lamentablemente la clase política y el mundo empresarial no entienden como se debiera.

-Para solucionarlo se requiere, entonces, del concurso no solo del Estado, sino también de los privados…

-Por supuesto, un gran actor prácticamente ausente en este paradigma es el sector privado, que aún no ve a la comunidad científica como un aliado y no ha comprendido la importancia económica que puede llegar a tener la inversión en esta materia.

Centros de investigación

-¿Cómo analizas las últimas crisis de Conicyt y sus fondos concursables?

– Conicyt tiene, ante todo, un grave problema de financiamiento. Sin embargo, arrastra más problemas estructurales que no se solucionan con la simple inyección de recursos. El nivel de burocracia se ha vuelto increíble y el sistema de control de gastos ha llegado a niveles kafkianos lo que hace sino entorpecer el trabajo de los investigadores y su efecto de transparencia es cuestionable. Estos problemas no se resuelven sino con repensar la estructura.

El anuncio de la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología apunta en la buena dirección, pero ciertamente no es la solución misma. Por lo demás, de aquí a que el ministerio esté operando habrá que lidiar con el problema por varios años.

-¿El problema de financiamiento en ciencia afecta por igual a científicos jóvenes y a los que ya están instalados en centros de investigación?

-Mientras los jóvenes luchan por cosas muy esenciales, como la falta de plazas de trabajo para la investigación, los centros e institutos ven problemas con la continuidad de su trabajo. Ciertamente uno es sensible a todos los problemas: como director de un proyecto Anillo me causa consternación el que, finalizado los 3 años de financiamiento y actividades, todo un proyecto deba replantearse por falta de continuidad financiera. Por otra parte, dentro de este mismo tipo de proyectos hemos debido dar espacio a jóvenes que están evidentemente subvalorados por el sistema tal cual funciona actualmente.

A esto se suma la centralización ¿no? que es problema cultural en Chile

– Sí y es un un problema serio: mientras los grandes centros en institutos florecen en Santiago, Valparaíso, Concepción, muchas otras ciudades siguen marcando el paso. La ciencia no opera como motor de desarrollo para ellas. Chile debiera tener un gran centro de investigación del cobre en Rancagua, del Litio en Antofagasta, de la Marea Roja en la décima región, etc.

Cada uno de esos centros debiera incorporar gente joven que hoy en día busca trabajo, tiene cargos de ayudante de investigación o simplemente se lo pasa el día haciendo horas de clase.

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