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Le Corbusier en América Comentario

Le Corbusier en América

El académico de la Universidad de Chile, Federico Galende, comenta las peripecias del famoso arquitecto suizo en nuestro continente, a propósito de una exposición de sus obras en el MAC del Parque Forestal.


La tarde de octubre de 1929 en la que se vino a pique la Bolsa de Nueva York, Le Corbusier estaba en Montevideo dando una conferencia sobre lo que por entonces designaba la “máquina de habitar”. La “máquina de habitar” había sido evocada con anterioridad por los artistas experimentales de la URSS durante los años que siguieron a la revolución y trazaría sin saberlo uno de los derroteros más significativos de la vanguardia latinoamericana: el derrotero residía en no seguir haciendo del arte un pasatiempo de las clases letradas, sino un dispositivo para el diseño libertario de la nueva vida colectiva.

Lo curioso es que ese fue el mismo año en el que Le Corbusier transitó definitivamente de su teoría sobre las fábricas y las casas como artefactos estéticos a la de una mirada integral sobre la planificación urbana. El tránsito se produjo al interior de la cabina de un avión: lo habían invitado a participar del primer vuelo comercial Buenos Aires-Asunción, los aviones partían por entonces desde el aeródromo de General Pacheco y desde una altura de no más de mil metros el célebre arquitecto había tenido la panorámica completa de un pantano sobre el que valía la pena trazar una suerte de tajo civilizatorio. La máquina mutaba así hacia el encuadre de los paisajes que la mirada cenital habilitaba desde esa cabina aislada.

El Latecoere en el que viajó tenía una particularidad que se resaltó poco: lo piloteaba Antoine de Saint-Exúpery. De esos viajes el piloto-escritor conservaría en un cuaderno los esbozos que irían a dar más tarde a las ilustraciones de El Principito (en el cuaderno había planetas pequeños, puestas de sol y una gran extensión celeste), mientras que el planeador-arquitecto retendría las notas fundamentales con las que comenzaría a anudar la vida urbana al clima, el ciclo del sol y a la naturaleza como bastidor o trasfondo de una ciudad integral. Los artistas locales empezaban a incorporar la poesía bruta del hormigón como matriz de un nuevo artefacto estético en el mismo momento en el que Le Corbusier exploraba en una topografía contemplada desde la altura las piezas esenciales para el diagrama de una planificada línea urbana.

Del malentendido (del que alguien como Roberto Matta supo exceptuarse a tiempo, haciéndolas más de dibujante inocuo que de surrealista pendenciero) no participaron solo las vanguardias locales, sino también algunos de los miembros más conspicuos de la alta sociedad, la latifundista argentina Victoria Ocampo y el diplomático chileno Matías Errázuriz entre otros. La latifundista esperaba con ansias la antigua caja ortodoxa en la que estarían presentes los típicos pilotes a la vista, la estructura de hormigón armado, las ventanas horizontales, el techo sembrado y la planta despejada; el diplomático, en cambio, soñaba con una casa a la europea emplazada sobre un acantilado frente al pacífico en el exclusivo balneario de Zapallar. Le Corbusier envió sus diseños y no le dio el gusto a ninguno de los dos: en los bocetos ideados para Zapallar se permitió trazar un techo-palomita de tejas coloniales con el fin de fusionar el ideario de nuestra vanguardia con los atributos singulares que le parecieron propios de la región.

Pero la vanguardia de la época no quería todavía tener mucho que ver con el espacio en que residía y el malentendido empezó. A un año más de los cincuenta de su muerte y de la mano del curador Maximiano Atria, el MAC celebra la trayectoria del arquitecto más importante del siglo XX exhibiendo por primera vez en Chile una exhibición de dibujos y planos originales que sirven para rememorar la remota exquisitez de aquel desencuentro, a partir del 4 de noviembre.

 

LE CORBUSIER Y EL SUR DE AMÉRICA

4 de noviembre – 22 de enero de 2017 / MAC Parque Forestal – Nivel 1. Hall central + salas 1 y 5

Ismael Valdés Vergara 506, Metro Bellas Artes

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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