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Investigación enumera los «graves» conflictos que mantienen  en crisis a la ciencia en Chile «Manifiesto por la ciencia» de Pablo Astudillo fue elogiado por ex editor de la revista Sciencie

Investigación enumera los «graves» conflictos que mantienen en crisis a la ciencia en Chile

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Marco Fajardo Caballero
Por : Marco Fajardo Caballero Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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Aparte de problemas como el financiamiento, la institucionalidad y la precariedad laboral, Astudillo advierte que la comunidad científica no ha logrado crear un relato alternativo al discurso economicista de «la ciencia para la competitividad». «Siento que debemos enfatizar la idea de que es importante que se valore la contribución de la investigación científica al conocimiento acerca de nuestro mundo, en el más amplio sentido», explica.


La ciencia chilena está aquejada por un grave mal, y necesita con urgencia un nuevo relato. Pablo Astudillo (1980) –uno de los fundadores del movimiento “Más Ciencia para Chile”– revela en el libro «Manifiesto por la ciencia» (Editorial Catalonia en alianza con Fundación Ciencia & Vida) el entramado de cómo se implantó en Chile una política científica que busca reducir la investigación a su dimensión económica y que con el tiempo ha demostrado su fracaso.

Sin embargo, hay esperanza; al diagnóstico le sigue una serie de propuestas para superar la crisis de la ciencia en Chile.

«La ciencia es crucial para el progreso, puesto que provee conocimiento fundamental para tomar decisiones informadas acerca de un gran número de temas relevantes para nuestro desarrollo», escribe Astudillo. «Cuesta pensar en algún tema de relevancia pública y política que no requiera del aporte del conocimiento científico».

La obra ya ha recibido importantes elogios. «Este libro debería ser tomado muy en serio por todos quienes se interesen en el futuro de Chile», señala Bruce Alberts, presidente emérito de la US National Academy of Sciences y ex editor jefe revista Science. «En las democracias se suelen tomar decisiones motivadas por ciclos electorales de corto plazo y se precisa de un liderazgo sabio y visionario para comprometer las inversiones de largo plazo necesarias para el éxito futuro de una nación».

«Pablo Astudillo disecta el contexto actual con la precisión de un agudo observador y hace un llamado a la comunidad científica, política y social a tomar conciencia de la responsabilidad que recae en nuestras manos», dice por su parte Cecilia Hidalgo, Premio Nacional de Ciencias Naturales. «Deberíamos acoger la invitación de Pablo y responder a su llamado sin vacilaciones».

La presente publicación marca el inicio de una nueva colección de ensayos de divulgación científica co editados por Catalonia y la Fundación Ciencia & Vida, que buscará abrir un espacio estable y de calidad para divulgar la ciencia nacional, y cuyas portadas estarán a cargo del ilustrador Alberto Montt.

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Necesidad de recuento

Astudillo es un científico de tomo y lomo. Es ingeniero en Biotecnología Molecular de la Universidad de Chile y Doctor en Ciencias Biológicas con mención en Biología Celular y Molecular de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Realizó su entrenamiento de postdoctorado en el Wellcome Trust Centre for Cell-Matrix Research de la Universidad de Manchester, Reino Unido, y ha trabajado los últimos años como investigador.

Es uno de los fundadores del movimiento “Más Ciencia para Chile”, que nació el año 2010 con el objetivo de promover el debate en torno a la necesidad de un mayor apoyo para la ciencia en Chile, y también de la “Fundación Más Ciencia”. Ha escrito numerosas columnas relacionadas con el estado de la ciencia en Chile en medios nacionales e internacionales.

Su trabajo en ambas entidades lo motivó a reunir en un trabajo «al menos parte de la historia reciente» de todo lo que ha estado sucediendo con la ciencia en Chile, desde la protesta de los jóvenes científicos por su precariedad laboral hasta la constante rotación de autoridades al frente de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (CONICYT), por falta de apoyo político. Hoy el gasto en ciencia está estancado en el 0,35% del PIB, lejos del 2,4% de la Ocde o de la inversión de Brasil (1,2%).

«Muchas cosas han sucedido desde aquella protesta frente a las dependencias de Conicyt del año 2007, y creo que había llegado el momento de hacer una especie de recuento. Desde ahí surgió también la inquietud por poner algunos temas sobre la mesa, y todo eso finalmente se transformó en un ensayo, que espero motive a otras personas a hacer su propia contribución a la conversación en torno al presente y futuro de nuestra ciencia», comenta.

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Pablo Astudillo.

Los problemas de la ciencia

Este ensayo es una reflexión, aunque contiene algunos análisis y recuentos de eventos recientes. Al revisar los eventos que han estado sucediendo en los últimos diez a quince años, algunos temas comenzaron a surgir como cruciales.

«Por ejemplo, la fuerza del discurso de la ciencia como una herramienta productiva, y la falta de entusiasmo de la comunidad científica por ampliar dicho discurso, haciendo insuficientes esfuerzos por llamar a valorar la investigación científica en su amplitud de contribuciones», comenta.

En relación a la ciencia en Chile, hoy los temas en la agenda ya no son sólo el financiamiento o la institucionalidad, sino que también de las condiciones laborales de los investigadores. Otro de los problemas es «que la comunidad científica se encuentra dispersa, fragmentada, con muchos grupos, cada uno con sus demandas y propuestas».

«Un elemento importante del ensayo es, por ende, la idea de que como comunidad científica no hemos logrado reunirnos en torno a un proyecto común», afirma. «Creo que hemos conversado muy poco al respecto, tal vez porque estamos demasiado ocupados tratando de apagar los incendios del presupuesto, las condiciones laborales del personal de investigación, la institucionalidad, etcétera».

Diagnóstico

Hoy muchas personas opinan que la ciencia en Chile vive una situación crítica. Existen diferencias en la gravedad de la situación, pero hay entre los científicos existe una amplia sensación de que enfrentan problemas en diversos aspectos.

«Mi diagnóstico va en esa misma dirección», reflexiona. «Más allá de algunos buenos indicadores, siento que la ciencia vive un momento mucho más crítico de lo que muchos piensan».

Esto no significa que en dos o cinco años se acabará la investigación científica en Chile, «sino que seguramente esta no podrá desarrollarse en todo su potencial, sin contar que muchos investigadores e investigadoras jóvenes no podrán insertarse, y el sistema en su conjunto vivirá una tensión creciente, todo esto sin una hoja de ruta para el futuro».

La precariedad laboral es uno de los puntos de tensión, tal como ha denunciado reiteradamente la agrupación «Ciencia con Contrato». Hoy son miles los investigadores, especialmente jóvenes, que trabajan a honorarios, por proyecto, sin cobertura de salud ni previsión.

«Encuentro muy preocupante el que hasta ahora no tengamos soluciones para este problema. (…) Son muchas las personas que han alertado que no tenemos suficiente espacio y oportunidades para todos los científicos en formación. Siento que a este aspecto del problema todavía no se le otorga la importancia que corresponde».

Son muchas las preguntas que Astudillo se hace al respecto. «¿Corresponde que un postdoctorante no pueda acceder a financiamiento y a liderar su propia línea de investigación, una vez finalizado el postdoctorado? ¿Qué harán quienes se gradúen de doctorado en el extranjero, una vez que retornen a Chile para retribuir, si no contamos con suficientes oportunidades? ¿Quién se preocupa de los graduados de universidades nacionales?».

Causas de la crisis y posibles soluciones

¿Cuáles son las causas de la crisis de la ciencia en Chile?

«Es una pregunta compleja, y seguramente encontraremos varias causas», responde. «Creo que una importante es la falta de una hoja de ruta, una política que ponga a la ciencia como una actividad que sea apoyada de manera ambiciosa por el Estado, que motive a otros actores a hacer su propia contribución, y rescatando la investigación científica en toda su amplitud».

«En ese sentido, debemos preguntarnos por qué no tenemos esa hoja de ruta. Existe un organismo llamado a entregar orientaciones estratégicas en la materia, el Consejo Nacional de Innovación. Pero la ciencia tal vez no ha sido la prioridad de ese organismo de manera constante en el tiempo, o tal vez los distintos gobiernos no han tomado nota de las recomendaciones».

También apunta a que en otros países existe una cultura que valora muy fuertemente la investigación científica. «Un desafío para nuestro país es hacer que para la clase política no sea tan fácil el ignorar la ciencia. Pero en este aspecto hemos mejorado, y existen políticos que hoy dan mayor importancia a la ciencia, algo que comienza a notarse, por ejemplo, en la discusión del presupuesto de Conicyt en el Congreso Nacional».

En cuanto a las soluciones, Astudillo cree que es una labor que debe ejercer la comunidad científica en su conjunto. «En ese sentido, el ejercicio que hago es invitar a la comunidad científica a actuar de manera más unida y avanzar en crear una hoja de ruta, una narrativa que amplíe la forma en la que se discute sobre la ciencia en Chile», dice.

«La existencia de una institucionalidad con mayores capacidades, presupuesto y relevancia pública y política será fundamental, pues cualquier política o estrategia de desarrollo científico deberá ser encauzada por dicha institucionalidad», afirma.

«Desde hace aproximadamente seis años que venimos trabajando con la campaña ‘Más Ciencia para Chile’, y más recientemente con la Fundación Más Ciencia, para poner en la agenda la necesidad de una institucionalidad de rango ministerial, y desde entonces dos comisiones asesoras presidenciales, además de un gran número de expertos y actores, han coincidido en ese diagnóstico, al menos en líneas generales. Creo que la primera misión que tendrá la eventual nueva institucionalidad, en caso de concretarse, es la de desarrollar una política de desarrollo científico. Pero será de vital importancia que dicha política incorpore de manera decidida la visión y opinión de la comunidad científica».

Falta de relato

El autor piensa que si bien la situación es crítica, por primera vez en años el tema por fin tiene una visibilidad importante, y varios medios han hecho un gran trabajo en el último tiempo, dando más espacio a estos temas. Sin embargo, lo que es aún más relevante es que la comunidad no ha podido contraponer un discurso al relato la «ciencia para la competitividad».

«Siento que es importante que cualquier discurso que impulsemos rescate la idea de que la investigación científica busca más que simplemente resolver las necesidades empresariales o económicas, por más que estas sean por supuesto importantes para el país», explica. «Más aún, siento que debemos enfatizar la idea de que es importante que se valore la contribución de la investigación científica al conocimiento acerca de nuestro mundo, en el más amplio sentido».

Astudillo recuerda que un famoso investigador y divulgador británico decía en uno de sus trabajos que las nuevas generaciones tomarán mejores decisiones que la generación actual gracias al conocimiento, gracias a que aprenderán acerca de nuestra existencia y nuestro significado en el universo.

«Creo que esta idea debe ser parte fundamental de ese nuevo discurso para nuestra ciencia», dice. «Una ‘ciencia para la competitividad’ tal vez puede asegurarnos el contar con recursos para tomar decisiones, pero, ¿sabremos cuáles son las decisiones más sabias si no logramos entender nuestra existencia, nuestro pasado, presente y futuro, nuestro lugar y significado en el universo?».

 

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