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La oposición cultural en el campo de concentración de Chacabuco

La composición de poemas y canciones, pero también la realización de un show dominical, fueron parte de prácticas culturales de oposición en el campo de concentración que funcionó en el norte de Chile entre 1973 y 1975, por donde pasaron más de mil detenidos. «Me sorprendió que los presos, en una situación adversa, tan hostil, pudieron generar esos espacios cotidianos», comenta la historiadora Francisca Durán, que dirige la obra junto al documentalista Roberto Riveros.


Un documental que muestra cómo los presos usaron la poesía, la música, el teatro y el dibujo para resistir la dictadura en el campo de concentración de Chacabuco, en el norte de Chile, será pre estrenado este jueves en Santiago. Allí hubo procesos individuales y subjetivos de artistas en soledad, pero también obras colectivas, como un «show dominical» destinado a aliviar las penas de los presos, en un montaje que ellos mismos realizaban los domingos.

«La resistencia de los metales» (2016), dirigida por el documentalista Roberto Riveros y la historiadora Francisca Durán, será mostrado en el Centro Les Halles (María Luisa Santander 0443, Providencia, Metro Salvador), a las 19:00 horas. Dicho lugar es un sitio habitual de reunión de los miembros de la Corporación Memoria de Ex Prisioneros Políticos de Chacabuco. Antes el film fue mostrado en Chacabuco y Antofagasta. El 6 de abril de 2017 será exhibido en el Museo de la Memoria.

El evento es organizado por el Departamento de Extensión U. de Santiago, Unidad Memoria y Derechos Humanos, Departamento de Ciudadanía Cultural del Consejo de la Cultura y las Artes (CNCA), y la Corporación Memoria de Ex Prisioneros Políticos de Chacabuco. La obra además fue posible gracias al apoyo de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano y el Instituto Alemán de Cultura Goethe.

Afiche la resistencia de los metales

Ilustres prisioneros

Durán (Santiago, 1978) estudió historia en la UC. Realizó un magíster en la misma área en la U. de Chile y es docente de la Universidad de Academia de Humanismo Cristiano. La historia llegó al tema en una investigación sobre los cordones industriales de Santiago: uno de los entrevistados había estado detenido en el Estadio Nacional y luego fue trasladado a Chacabuco, un pueblo salitrero ubicado a 100 kilómetros de Antofagasta.

Unos 1.200 hombres, en su mayoría de la zona central del país, pasaron por ese centro entre 1973 y 1975, que ocupadaba una porción del pueblo salitrero. Había profesionales -como médicos, abogados, profesores y periodistas- pero también obreros. Según su profesión, armaron un policlínico, un comité de asistencia jurídica, una escuelita o un diario mural.

Por allí pasaron destacados personajes como el reportero Alberto «Gato» Gamboa, director del diario «Clarín»; y el cantautor Ángel Parra. También políticos como Luis Corvalán, hijo homónimo del secretario general del PC (fallecido a los 28 años en Bulgaria en 1975 a consecuencia de las torturas), y el ex alcalde de la comuna de San Miguel, el PS Julio Palestro.

El documental, que ganó el Fondart 2015, mezcla entrevistas con sobrevivientes del campo con imágenes actuales del lugar, además de otras que pudieron rodar durante su funcionamiento los documentalistas Walter Heynowski y Gerhard Scheumann, de la antigua República Democrática Alemana (RDA), específicamente de su obra  «Yo he sido, yo soy, yo seré» (1974).

El músico Ernesto Parra, uno de los protagonistas del documental.

El músico Ernesto Parra, uno de los protagonistas del documental.

Espacios de resistencia

«Me impresionó mucho que los presos, en una situación adversa, tan hostil, pudieran generar esos espacios cotidianos de resistencia», comenta Durán. En Chacabuco, al igual como ocurrió en otros campos de concentración y cárceles del país, los y las detenidas comenzaron a hacer arte como una manera de catalizar la situación que estaban viviendo y responder a la represión que ejercían los militares a través de los secuestros, la tortura y los asesinatos.

En la búsqueda bibliográfica, la historiadora notó que muchas obras estaban centradas en el horror, más que en las actividades cotidianas de los prisioneros, «en estas pácticas culturales que son maneras de resistir, de transgredir ese orden impuesto. En ese sentido, el arte y la cultura posibilitaron esa resistencia» a través de obras de teatro, canciones y poemas.

Uno de los protagonistas de este film es el ingeniero Mario Molina, un simpatizante de la UP que siempre tuvo inclinaciones artísticas. Fallecido este año, por ejemplo, se dedicó en Chacabuco a escribir pequeños gags, no sólo para subirle el ánimo a los presos y que no tomaran caldo de cabeza -al menos uno de ellos se suicidó allí- sino también para reírse, aunque fuera subliminalmente, de la autoridad militar. Muchos años después publicaría «Teatro en Chacabuco – Relatos y notas» (2008, Cesoc).

En el documental se cuenta cómo incluso encontró un lugar especial dentro del campo para poder escribir, «y cómo halló a los actores (entre los presos) para sus obras. Un hombre muy potente, tanto en su obra como persona».

Otros protagonistas son el poeta Jorge Montealegre, hoy director de Extensión de la U. de Santiago. «El desarrolló la poesía como oficio de resistencia y de alguna manera se encuentra como poeta en Chacabuco», comenta Durán. O Juan Sáez, que se dedicó a dibujar en el lugar, y quien se convertiría en el escenógrafo de lo que luego sería el «show dominical». «Él encuentra el dibujo como una manera de estar en calma, una salida» a la prisión que vivía.

También está el músico Ernesto Parra, que en el campo tocaba a dúo con Angel Parra. «Él nos habló de la dimensión musical de Chacabuco, de los ensayos, de cómo los músicos se fueron juntando, componiendo, ensayando. Hay todo un mundo por sí solo en el ámbito musical», que entre otros se encuentra en el sitio Cantos Cautivos, un archivo sonoro sobre la canción hecha por los prisioneros en todo el país.

 

Mario Molina

El dramaturgo Mario Molina.

Show dominical

En Chacabuco, todo ese arte se condensó, en alguna medida, en lo que se denominó el «show dominical». Realizado primero en el comedor de los presos y luego en el teatro del pueblo, era un show de variedades que incluía música, poesía y teatro. Los militares también asistieron, y de hecho en una ocasión sancionaron a varios detenidos por «pasarse para la punta» en un show que se burlaba de los uniformados.

«¿Cómo era ese show? ¿Quiénes eran?», fueron las preguntas que surgieron de los realizadores. Un ex preso, Orlando «Caliche» Valdés, cuenta en la cinta que  surgió sobre todo para enfrentar el terrible estado de ánimo de los detenidos. «Muchos venían de haber pasado por el Estadio Nacional, todos habían sido torturados. Cuando ocurrió el suicidio fue muy impactante, porque podría haber sido cualquier de ellos. Montelagre dice que eso no sólo generó un espíritu de autociudado, sino de cuidado colectivo».

Valdés, junto a otro preso, Luis Cabezas, comenzaron a contar chistes a sus compañeros. Hugo Valenzuela, otro compañero de infortunio, les sugirió entonces teatralizar las bromas. «Valenzuela comenzó a generar el concepto del show, de espectáculo. Ahí comenzaron a sumarse los músicos y gente que tenía conocimientos de escenografía y vestuario, y comienza toda una organización en torno al show dominical».

Este terminó haciéndose periódicamente, con el montaje en el teatro como punto cúlmine en su espectáculo donde trabajan 40 personas, con una duración de tres horas. Valenzuela, como director y libretista del show, «pensaba en una temática tomando la contingencia de lo que pasaba en el campo, las dificultades del día a día. Todos los conceptos y palabras estaban muy permeadas por las circuntancias».

«Hubo un show en que se pasaron un poco del límite los presos, y luego hubo una serie de sanciones para ellos. Se burlaron de los militares. La poesía, la música, el teatro, permitían referirse a las cosas de una manera no literal, y eso permitía transgredir ese orden que había. Era una resistencia a lo que les imponen y una forma de darle un sentido a esa cotidianeidad extrema que vivían», tanto por la característica del campo como el paisaje desértico.

¿Por qué se dio tanto el arte en Chacabuco? «Montealegre nos dice que todos los que estaban allí por lo bajo habían sido presidentes de curso. Todos venían con una experiencia política, sindical y también artística, y eso se traslada al campo. El mundo obrero estaba muy cercano a la poesía, al teatro. Eran hombres de una dinámica social muy activa y la resistencia -combatir la locura, los captores, el desierto- era el motor de toda esta actividad cultural».

Ficha Técnica

Nombre: La Resistencia de los Metales
País: Chile
Año: 2016
Duración: 65 minutos
Idea Original, Producción e Investigación: Francisca Durán
Guión, Fotografía y Montaje: Roberto Riveros
Postproducción sonido: Pamela Cañoles
Postproducción video y gráficas: Herman Jopia
Casa productora: Esquina Sur Producciones

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