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Nicole Krauss incluye a poeta chileno, víctima de la dictadura de Pinochet, en su tercera novela Reseña literaria

Nicole Krauss incluye a poeta chileno, víctima de la dictadura de Pinochet, en su tercera novela

En «La gran casa» (Editorial Salamandra) el insólito protagonista es un viejo escritorio que fue usado por un poeta chileno, desaparecido por la DINA.


Un poeta chileno, víctima de la DINA, es uno de los protagonistas de La historia de amor, la tercera novela de Nicole Krauss (Nueva York, 1974).

Krauss se hizo conocida con la publicación de La historia del amor, su extraordinaria segunda novela, que fue traducida a treinta y cinco idiomas, y la situó en el panorama de la literatura internacional al ser elegida entre los mejores veinte escritores estadounidenses menores de cuarenta años.

Ahora ha escrito una nueva aproximación al insondable tema del amor, la memoria y la pérdida, una historia que llevará al lector a lo largo de un viaje lleno de pasión y melancolía, desde Nueva York a Jerusalén, de Londres a Budapest, y desde los años cuarenta hasta nuestros días.

Un escritorio como protagonista

El insólito protagonista es un viejo escritorio que pudo haber pertenecido a Federico García Lorca y que se vuelve un objeto de fascinación o repulsión para aquellos que conviven con él. El imponente mueble, uno de cuyos diecinueve cajones está permanentemente cerrado, se torna así el hilo conductor entre los distintos ámbitos donde se desarrolla la novela.

El libro comienza el libro con el dueño del escritorio, un joven poeta chileno exiliado en Nueva York de la dictadura de Pinochet y quien asegura que, alguna vez, ese escritorio perteneció a Federico García Lorca. El poeta Daniel Varsky lo deja al cuidado de una escritora que lo atesora durante 25 años y en el que escribe toda su obra.

Cuando regresa a Chile, el poeta luego desaparece a manos de la DINA. Un día, una mujer que dice ser la hija de Varsky reclama el mueble, y la vida de la escritora ya no será la misma.

Obsesión con Chile

Krauss relató al diario argentino Clarín que la novela nació, en gran parte, por su obsesión con la primera época de la dictadura chilena sobre la cual leyó todo lo que pudo.

«Estaba embarazada de mi primer hijo, y mirando para atrás, me parece claro que mi interés por el tema fue una manera de enfrentar un miedo increíble que tenía en darme cuenta de que mi felicidad, desde ese momento, dependería de la seguridad y el bienestar de mi hijo. Leer sobre las madres de estos desaparecidos fue una manera de confrontar ese terror», afirmó.

Llevando su arte narrativo a un nivel insospechado, Krauss reúne pacientemente los elementos en apariencia dispares de un relato fragmentado hasta convertirlo en una cautivante metáfora de la memoria y de la herencia, no sólo material sino sobre todo emocional.

Gran lectora de Bolaño

Hay que destacar que Krauss es una gran lectora de autores hispanoamericanos, incluido Roberto Bolaño, tal como reveló en su momento.

“Casi todos mis autores favoritos escriben en castellano: Aira, Vila-Matas, Gabriela Mistral, Donoso, Parra… Estaba predispuesta tras haber adorado a Borges durante años, porque es el autor que les dio a los demás la libertad de escribir en sus ficciones acerca de otros escritores y sobre la literatura en sí misma. Él inoculó esa obsesión en Bolaño, que es mi héroe», dijo a la revista Literaturas.

«Los detectives salvajes o 2666 me confirmaron que todo es posible en la novela, al tiempo que me hicieron pensar que la literatura sajona está muerta. Es lo que llamó el efecto Bolaño: escritores involucrados en política. Nosotros tuvimos aquella tradición pero la perdimos, porque en Estados Unidos la política está mucho más codificada. Por no hablar del conflicto que existe en mi generación entre las obras de sentimientos y las intelectuales. Bolaño es la solución: logró unir ambas cosas sin fisuras».

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