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«Año nuevo” de Jaime Lorca, Paulina García y Rodrigo Gijón: El inexorable (y amargo) paso del tiempo Crítica de teatro

«Año nuevo” de Jaime Lorca, Paulina García y Rodrigo Gijón: El inexorable (y amargo) paso del tiempo

La obra se organiza en torno a esta celebración: siempre hay una mesa en preparación para la cena, música bailable y ejecutada prestamente por la pareja, cotillón, champañas recién abiertas, globos y una dinámica familiar tan desordenada como cercana. El primer acto se ambienta en la década del 80’, con la visita de un militar a la casa del matrimonio para celebrar el año nuevo y un negocio con Miguel que revela una difusa transparencia.


Si bien es un trabajo escrito y dirigido por tres cabezas pensantes (Jaime Lorca, Paulina García y Rodrigo Gijón), “Año nuevo” es un montaje con el sello característico del creador de la compañía Viajeinmóvil: la combinación lúdica e imaginativa de objetos, muñecos y actores, con un humor juguetón e incisivo y un trabajo de voces por momentos deslumbrante, estilo con que Lorca ha brillado en “Gulliver”, “Otelo” y “Chef”, títulos fundamentales de la escena teatral de los últimos años.

Pero una cosa es la forma y otra la dramaturgia. A diferencia del aliento que ha marcado su trayectoria al mando de la destacada compañía, aquí Lorca se sumerge en una escritura que busca una verosimilitud con la realidad que la hace ser un texto más convencional o si se quiere, más apegado a la palabra.

Uno de los formadores de la compañía La Troppa se unió en este montaje a sus ex compañeros de Actuación en la UC con un atractivo pie forzado: narrar las últimas tres décadas de historia del país bajo los ojos de un matrimonio (Isabel y Miguel, interpretados por Paly García y Lorca) durante la celebración de año nuevo en diferentes momentos, que van ilustrando no solo distintos episodios de su vida en común sino que revelan rasgos de la idiosincrasia que se ha ido construyendo en la sociedad chilena reciente.

La obra –primer estreno de la temporada en el GAM- se organiza en torno a esta celebración: siempre hay una mesa en preparación para la cena, música bailable y ejecutada prestamente por la pareja, cotillón, champañas recién abiertas, globos y una dinámica familiar tan desordenada como cercana. El primer acto se ambienta en la década del 80’, con la visita de un militar a la casa del matrimonio para celebrar el año nuevo y un negocio con Miguel que revela una difusa transparencia.

Con ritmo trepidante van apareciendo diversos personajes interpretados por la misma pareja de actores y otros personificados por objetos, donde Lorca da rienda suelta a su notable manejo de técnica corporal y vocal para crear con mínimos cambios a personajes nuevos que entran y salen a gran velocidad, secundado con esmero por García.

Este desdoblamiento físico e interpretativo tiene en este acto un sentido del timing tan ajustado que el desplazamiento espacial, diseño de sonido y escenografía (a cargo de Eduardo Jiménez, ex colaborador de La Troppa) alcanza momentos de especial brillantez en la búsqueda de una estética esperpéntica para da cuenta de ciertas figuras tan reconocibles como el abuelo gagá.

“Año nuevo” es comedia, pero una agridulce que examina de manera sutil pequeñas miserias que se han enquistado en el alma nacional, como la ambición exacerbada por el dinero, la ilusión permanente de una bonanza económica y el arribismo. Pero por sobre todo ilustra el paso del tiempo y las vicisitudes que implican el envejecer en un país tan inhóspito como Chile, donde las utopías personales y familiares dan paso a una realidad cada vez más amarga y apenas contrarrestada por la mecánica celebración de una festividad que se aprecia desvencijada y desprovista de sentido.

A medida que el tiempo pasa y los protagonistas van envejeciendo, esta idea predomina el tono de la narración, dominado por un elemento eje que es la figura de la hija, quien nunca aparece pero organiza el relato en ausencia y resume simbólicamente una idea tanto a nivel político como individual: Chile visto como un lugar del que hay que escapar, un páramo afectivo y social que condiciona el futuro. Bajo esta idea se revela una potente reflexión en torno al presente que le da a “Año nuevo” una densidad bastante más de lo que su ligereza de estilo podría suponer.

Como ya está dicho, la labor de Lorca es solidísima en cuanto es un actor completo y versátil, un artista en plena posesión de sus medios y con una presencia física que va mutando con un mínimo de elementos. Su manejo de objetos y el ritmo que imprime ya lo habíamos disfrutado con extraordinaria brillantez en “Gulliver” y “Otelo”, pero aquí se aprecia más desatado y juguetón. Paly García debuta en el teatro de objetos y responde adecuadamente aunque su registro realista se luce más en la interpretación de la protagonista. El decorado en base a cartón de Eduardo Jiménez mantiene ecos de su antiguo trabajo en La Troppa, con el énfasis en lo modular y la trasformación dramática de las piezas desde sus aspectos más simples.

Montaje ágil e inteligente, “Año nuevo” abre un camino más realista para la compañía Viajeinmóvil pero manteniendo el espíritu lúdico y la observación detallista ya conocida, y es un salto mayor respecto a su anterior montaje, la muy discreta “La venganza de Ricardo”. Y por sobre todo, la confirmación del talento de Lorca, un actor y director con una de las carreras más distintivas y personales del teatro local.

“Año nuevo”

Dirección y dramaturgia: Paulina García, Jaime Lorca y Rodrigo Gijón

Elenco: Paulina García y Jaime Lorca

Escenografía: Eduardo Jiménez

Iluminación: Tito Velázquez

Música: Juan Salinas

Centro Cultural Gabriela Mistral, Sala A2. Alameda 227. Hasta el 8 de abril. Miércoles a sábado, 20:30 hrs. $8.000 general, $4.000 estudiantes y tercera edad, $6.000 preventa general.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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