Publicidad
El Indio Solari, la “Misa Ricotera” y la experiencia de estar ahí Crónica vivencial “POGO” más grande del mundo

El Indio Solari, la “Misa Ricotera” y la experiencia de estar ahí

Las imágenes de las cerca de 500 mil personas según cálculos no oficiales, marcaban un antes y un después entre los fans de Carlos Alberto Solari, quienes a nuestro haber, tenemos el recuerdo de al menos uno o más muertos registrados luego de alguno de sus conciertos, pero claramente, esto que ocurrió el fin de semana pasado en Olavarría, dejó al Indio con una actitud distinta ante todos, especialmente los medios, que comenzaron a especular que ya no tocará más, cerrando así, una de las historias más conmovedoras de fanatismo y devoción de algún músico en Sudamérica, mientras más de 300.000 personas, que somos las que cada vez que el Indio nos convoca, vamos, solo piden “Indio, una más…”


Ver al Indio Solari no es fácil.

Primero, porque toca cada 1 o 2 años, y porque cuando lo hace, es en lugares alejados o rurales de Argentina.

Tandil, Mendoza, Gualeguaychú y Olavarría han sido las ciudades elegidas por el artista para sus últimas “Misas”, que a pesar de las distancias, moviliza a cientos de miles de personas con un único objetivo en común: Asistir al “POGO” más grande del mundo.

A Olavarría llegaron personas hasta 4 días antes del concierto a acampar. Ya el viernes se notaba el movimiento de buses de turismo en las calles de la capital trasandina y en la estación de Retiro, todos iban camino a Olavarría.

Mi viaje partió el jueves desde Pudahuel a Buenos Aires y el viernes en la noche salimos desde el Luna Park camino a Olavarría. Después de 7 horas de viaje ya estábamos en la “previa” de la “Misa”.

Por todos lados poleras y banderas con la cara del Indio Solari, con frases de sus canciones o con el logo de su ex banda, “Patricio rey y sus Redonditos de Ricota”. Los que no alcanzaron a comprar sus entradas hicieron filas de hasta 5 horas para llegar a la boletería del predio, mientras: llueve, graniza, y vuelve a salir el sol. Pero nada de eso importa, falta poco para que comience el concierto.

A las 18:00 hrs las calles toman un único sentido, todos caminan al Predio Rural “La Colmena”, donde horas más tarde aparece el Indio en el escenario, haciendo explotar el espacio con “Barbazul vs el amor letal” de su época en Los Redondos.

Fotografías de Macarena Escalona

Después del tercer tema, es el propio Indio quien Interrumpe el show, y pide al público que retroceda unos metros, dice que hay gente caída y que los van a aplastar: «¿Hay alguien desmayado? ¿Qué es lo que está pasando ahí? ¡Hay gente en el piso, por favor! A ver, la gente de seguridad, la gente del…» gritaba Solari. Algunos medios hablan de “avalancha” aunque al parecer, los 2 muertos que dejó el concierto a esa hora ya estaban en la urgencia del Hospital de Olavarría. Ambos murieron por problemas cardiacos.

El recital se reanuda con un Indio Solari distinto al que abrió el show, notoriamente molesto y nervioso. Tocó menos temas de los que estaban programados, y fue cortando el espectáculo a medida que avanzaba pues no podía suspenderlo; si ya había caos con su sola presencia, más los rumores de los muertos y aplastados, el suspender el espectáculo habría sido el peor error.

Lo que se había previsto como una fiesta, terminó en un drama. Las personas que nos encontrábamos más cerca del escenario, comenzamos a movernos hacia los laterales. En lo personal, experiencias como las vividas en el recital de la banda “Doom”, en Santiago, me hicieron pensar en ese momento, que las cosas podían ponerse peor.

Un par de veces más interrumpió, hasta que vino “Jijiji”, una especie de himno de despedida de cada concierto, aunque esta vez sonó un último tema, conocido por la mayoría de nosotros ya que fue uno de los sencillos promocionales de Los redondos: “Mi perro dinamita”, y se apagaron las luces. El Indio no dijo ni una palabra de despedida a diferencia de otras ocasiones. La “Misa” había terminado, de la nada y mucho antes de lo previsto.

A pesar de la alegría vivida, dejar el predio fue caótico, sin muchas señales que indicaran la salida, calles cortadas y gente por todos lados.

Tardé 2 horas hasta encontrar el bus de regreso y 15 horas hasta llegar a Buenos Aires. Cuando estábamos a una distancia aproximada de 6 o 7 desde la Capital Federal.

A medida que pasaban las horas, comenzaron a saberse las primeras noticias sobre lo que había ocurrido realmente. En redes sociales se comienzan a organizar las familias y en Facebook se crea la página Recital del Indio- Dónde estás?, y en Twitter aparece el hashtag #YoBuscoA, notando, para mi asombro, que además de los dos muertos confirmados, hay decenas de heridos y más de 30 personas desaparecidas, cosa que no era tan complicada en vista de los hechos y del caos tanto de llegada como de salida.

Una vez en Buenos Aires, los medios comienzan a informar y mostrar el caos que una vez más había producido el Indio entre sus miles de fans que lo siguen y peregrinan donde sea que el convoque para la Misa Ricotera.
Horas después se hacía conocida una misiva del propio Solari escrita en el muro de Facebook de un amigo antes de Olavarría, donde decía que luego de este concierto se tomaría un tiempo por temas de salud. Primero se desconoció la autoría, para luego ser la propia producción quien reaccionara ante la divulgación del texto en los medios, del cual podemos ver nuevamente su postura ante los poderes fácticos: “Soy un hombre de la psicodelia y por lo tanto comparto, con pocos, una visión diferente a la que abunda en la sociedad. No voy a exponer en éstas líneas lo que deja la experiencia lisérgica. Lo importante, lo desconocido y al mismo tiempo ignorado, es la transformación metafísica que se da en uno durante esa aventura. Desde allí creo que, mi codiciada por muchos políticos, llegada a las gentes, se debe a simplezas que exhiben mis canciones mientras transportan emociones.”

Las imágenes de las cerca de 500 mil personas según cálculos no oficiales, marcaban un antes y un después entre los fans de Carlos Alberto Solari, quienes a nuestro haber, tenemos el recuerdo de al menos uno o más muertos registrados luego de alguno de sus conciertos, pero claramente, esto que ocurrió el fin de semana pasado en Olavarría, dejó al Indio con una actitud distinta ante todos, especialmente los medios, que comenzaron a especular que ya no tocará más, cerrando así, una de las historias más conmovedoras de fanatismo y devoción de algún músico en Sudamérica, mientras más de 300.000 personas, que somos las que cada vez que el Indio nos convoca, vamos, solo piden “Indio, una más…”

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias