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Obra “El pacto de Renv”: Apuntes para una historia imaginada Crítica teatral

Obra “El pacto de Renv”: Apuntes para una historia imaginada

El montaje busca generar una inversión irreverente y provocadora a la historia oficial, situando al reino de la Araucanía como un estado independiente que no solo no se moderniza -según la mirada occidental- si no que hace crecer su cosmovisión ancestral como su gran poderío político.


En la cosmogonía mapuche, el renv es una caverna mítica cercana a lagos y volcanes que posee largos túneles que se expanden en el tiempo y el espacio. Es desde ahí que Leftraru (Lautaro), el héroe épico más trascendente del pueblo mapuche, lideró la resistencia contra los españoles con un mágico don de la ubicuidad que le permitía librar batallas en distintos lugares.

Este relato, cuya dimensión épica fue aludida por Pablo Neruda en el poema Canto General, es una figura que sobrevuela referencialmente este montaje que intenta reescribir desde la ficción la relación entre el estado chileno y la cultura mapuche. Ficción porque se trata de una construcción alternativa de la historia conocida como ucronía, la que permite generar diversas lecturas para un análisis más distanciado –y crítico- de los episodios aludidos y que parece ser uno de los ejes de esta obra que se presenta en el Teatro del Puente.

Ese espacio o “tiempo que no existió”, que es el significado etimológico de Ucronía, tiene su punto de partida en un hecho real: la proclamación en 1860 del francés Orélie Antoine de Tounens como Rey de la Araucanía y la Patagonia, designación pactada con algunos líderes del pueblo mapuche, como el lonko Quilapán, quien estaba a la cabeza del Wente mapu, la tierra de los valles y espacio de los wenteche. Este hecho, uno de los sucesos más peculiares de la historia patria, nunca fue reconocido oficialmente por el Estado chileno y dio vida a una breve monarquía constitucional y hereditaria avalada por el propio pueblo originario.

El montaje dirigido por el actor Roberto Cayuqueo y escrito por el también actor Cristián Martínez y el propio Cayuqueo, imagina que este improbable reino es aceptado en 1860 por el Estado de Chile luego de una negociación entre el presidente Manuel Montt, Orélie Antoine y Quilapán, acuerdo que evita la “Pacificación de la Araucanía”, la acción militar iniciada ese año y origen del conflicto actual.

En esta construcción ficcionada, se presenta un orden mágico-racional que responde a la cosmovisión mapuche y que pone a la naturaleza como eje del poder político sumado a la herencia de la ilustración europea y sus principios de razón y libertad como contraparte, a través de la figura de este francés delirante.  Ante esta combinación de saberes, el estado chileno cede y se muestra como inoperante. Esta imagen del poder central desdibujado cobra fuerza en el segundo acto, cuando luego de la Guerra del Pacífico que Chile pierde ante Perú y Bolivia, el país es invadido y se ha desintegrado, donde los chilenos sobrevivientes son obligados a huir y se convierten en apátridas.

El montaje busca generar una inversión irreverente y provocadora a la historia oficial, situando al reino de la Araucanía como un estado independiente que no solo no se moderniza -según la mirada occidental- si no que hace crecer su cosmovisión ancestral como su gran poderío político. En este punto hay algunos detalles ingeniosos que refuerzan un sentido irónico que ayudan a mostrar más contemporánea esta idea: la condición del hijo de Orélie Antoine, el lonko Quilapán convertida en la mujer del francés, y una suerte de dimensión proscrita del país, un Chile que no se menciona y que se vincula con algo prohibido y olvidado.

Con un mínimo de elementos escenográficos y de iluminación, hay un intento por presentar desde un espacio nuevo, poco discursivo y escasamente politizante, los viejos conceptos de identidad y territorio, si se quiere más livianos y juguetones. Hay apuntes muy interesantes que se desprenden del relato, como la figura proscrita de un Chile que ya no existe y unas figuras mesiánicas que a ambos lados detentan cierta sabiduría en un contexto de fin de mundo, una desde el establishment y otra en la clandestinidad. Es una original manera de repensar la historia en función de esta ucronía (fundamentalmente en la desaparición del concepto país), pero que carece de la mordacidad necesaria para convertir este juego ficcional en un artefacto incómodo, donde todo lo construido se entrampa en un énfasis poético que hace naufragar el texto.

Con ideas agudas pero una ejecución más que dudosa, “El pacto de Renv” se entrampa en su propio discurso, queriendo ser original e irreverente más que reflexiva. Sin duda que las complejas aristas que han generado tensión en el conflicto mapuche-estado chileno, es una sombra que opaca esta mirada que intenta desacralizar la historia.

“El pacto de Renv”

Dirección: Roberto Cayuqueo

Dramaturgia: Cristián Martínez y Roberto Cayuqueo

Elenco: Gabriela Arroyo, Cristián Martínez, Jorge Ortiz, Simona Díaz Moyano

Diseño Integral: Cynthia Salgado

Teatro del Puente, Parque Forestal s/n, Santiago Centro.

Hasta el 25 de junio. Viernes y sábado, 20:30 hrs. Domingo, 20:00 hrs.

Entrada general: $6.000.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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