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Cuando el país cambió: el primer enlace realizado desde Chile por Internet cumplió este año sus bodas de oro Opinión

Cuando el país cambió: el primer enlace realizado desde Chile por Internet cumplió este año sus bodas de oro

Kenneth Pugh Olavarría
Por : Kenneth Pugh Olavarría Senador. Vicealmirante (R)
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En 1992 dos jóvenes visionarios desde distintos laboratorios en sus respectivas universidades establecieron los primeros enlaces. Ambos se disputan quien fue el primero, pero es justo darle el crédito a ambos. Formado en la Universidad Santa María pero trabajando en la Universidad Católica en Santiago entonces, el joven ingeniero electrónico Eduardo Díaz logró, al igual que el joven académico de la Universidad de Chile y actual administrador del NIC .cl José Piquer, conectar por primera vez y usando módems telefónicos y enlaces satelitales precarios, los primeros enlaces de Internet con los servidores en Estados Unidos.


Conversando con una amiga rapanui la semana pasada, me comentaba que le había llamado profundamente la atención que todos quienes viven en la Isla, al llegar al continente, lo primero que hacen es encerrarse a usar la banda ancha, dado que en Isla de Pascua la conexión es precaria, porqué dependen de un enlace satelital, que por su naturaleza técnica es más limitado que el enlace que hoy soporta las comunicaciones digitales de alta velocidad del mundo.

La globalización del mundo comenzó precisamente bajo el mar. A fines del siglo XIX, cuando la Reina Victoria, monarca del imperio más grande que haya existido por su extensión en la faz de la Tierra, le pidió a sus científicos que crearan un sistema que le permitiera comerciar y controlar las operaciones del Imperio Británico en el mundo.

Nace así, lo que los historiadores han denominado “La Internet Victoriana”, un sistema de comunicaciones digitales por cables submarinos, fabricados con nuestro cobre, reforzado con alambre y como aislante eléctrico y del agua, el látex solidificado extraído de un arbusto de Malasia llamado gutapercha. Nacía así en Gran Bretaña “The Indian Rubber Gutta Percha Co”, que fabricó los cables submarinos que conectaron Londres con Valparaíso en 1890, siendo desde entonces el “Puerto de Datos” de Chile hasta la fecha.

El modelo de comercio mundial de la globalización fue precisamente ese, un cable bajo el mar que permitía el envío de órdenes de compra, instrucciones de pago, control de mercaderías, contratos, etc., junto a barcos a vela y luego a vapor que surcaba los mares, casi sobre el mismo lugar donde estaba tendido el cable, llevando la carga.

Un siglo después, para ser exactos en 1992, los chilenos nos conectábamos a la nueva carretera de la información, que permitía acceder a velocidades de transferencia no soñadas y un poco tiempo después al arribo al mismo puerto de Valparaíso del cable de fibra óptica que nos conectaba definitivamente a la alta velocidad del comercio mundial. Sin embargo el modelo de comercio continuó siendo el mismo, un cable bajo el mar y ahora los barcos súper post Panamax con sus contenedores. Lo único que ha cambiado es la velocidad y vaya que ha cambiado.

En enero pasado, se cumplieron precisamente 25 años del vínculo o casamiento con Internet, lo que tradicionalmente se conocen como “las bodas de plata”.

Parece que este año nos las saltamos, por lo que es justo reconocer a quienes hicieron esto posible, dos jóvenes visionarios que desde laboratorios en sus respectivas universidades establecieron los primeros enlaces. Ambos se disputan quien fue el primero, pero como nos une una ciberamistad, es justo darle a ambos el crédito. Formado en la Universidad Santa María pero trabajando en la Universidad Católica en Santiago entonces, el joven ingeniero electrónico Eduardo Díaz logró, al igual que el joven académico de la Universidad de Chile y actual administrador del NIC .cl José Piquer, conectar por primera vez y usando módems telefónicos y enlaces satelitales precarios, los primeros enlaces de Internet con los servidores en Estados Unidos.

Precisamente esta amistad nos llevó a convocarnos en Ciberaliaza y participar de la consulta ciudadana para dar forma a la primera política nacional de ciberseguridad que fue firmada este 27 de abril en Santiago, tomado nuestra recomendación de incluir el término “Robusto” en la definición del objetivo número uno. Robusto significa que nuestro sistema nacional basado en Internet, que integra al mundo público y privado, no se debe caer ante el primer ataque o desastre natural, porque debe contar primero con personas capacitadas y contratadas, no a honorarios como ocurre en muchas reparticiones, con equipos de última generación y sistemas de misión críticos y redundantes, con centros especializados para intercambio de información ante emergencias en el ciberspacio y de respuesta, conocidos como CSIRT.

El ciberespacio o “la nube” están precisamente bajo el mar, donde ha estado desde fines del siglo XIX, por lo que necesitamos conectar a nuestras Islas oceánicas con cables de fibra óptica submarina. Estas islas son las que le dan “el ancho” a la Región de Valparaíso, desde Rapanui hasta Los Andes.

El nuevo imperio globalizador del mundo en el siglo 21 es China, que ya ha anunciado que está estudiando el tendido de un cable de fibra óptica submarino desde su continente al americano y que nuestras costas podrían ser el destino de uno de sus terminales. Si logramos que pase por nuestras islas, tal vez llegue a Valparaíso y así nuestros amigos rapanui sentirán de verdad que no están tan lejos del continente, dado la tecnología digital de internet de alta velocidad, permite estar cada vez más cerca de todo.

Kenneth Pugh Olavarría. Vicealmirante en retiro. Ingeniero Naval Electrónico

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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