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Chile, capital de los datos astronómicos Opinión

Chile, capital de los datos astronómicos

El mundo y las tecnologías están cambiando a una velocidad digna de las películas futuristas, generando una colección de data que excede la capacidad de cómputo.


Una nueva rama de la ciencia se asienta en Chile hace algunos años. Se trata de la astroinformática, que construye un puente entre la astronomía, las ciencias de la computación, las ingenierías y las matemáticas. Y es que el “Big Data”, o más precisamente el Data Driven Science, permite extraer información del enorme volumen de datos de alta complejidad que emana del estudio de los cielos en nuestro país.

Hacia el año 2020, se espera que Chile concentre el 70% de la infraestructura astronómica y hace ya más de una década, son los observatorios instalados en nuestro país los que han servido de incubadora para formar capital humano experto, que si bien nace de la astronomía, hoy tiene las competencias para cualquier industria relacionada con data driven science, con chilenos exitosos que partieron en observatorios en Chile, y que hoy se desempeñan en algunos casos en empresas como Amazon y Spotify. La pregunta que surge es: ¿por qué no potenciar nuestros recursos humanos como motor de desarrollo de la industria nacional?, ¿por qué conformarnos con esta exportación de cerebros chilenos?

El observatorio ALMA genera un terabytes de datos al día, el LSST alcanzará los 30 terabytes por noche en el año 2022 y el SKA 360 terabytes por hora en el 2030. Esta evolución supone un desafío de almacenamiento y análisis de datos, y Chile puede liderar este progreso con apoyo de plataformas informáticas, comunicacionales, tecnológicas y capital humano experto. Bajo esta lógica, Chile puede convertirse en una capital de los datos astronómicos y líder en astroinformática.

Prueba de este protagonismo es que Chile fue elegido para la realización de la Conferencia Internacional de Astroinformática ADASS, con más de 350 inscritos de más de 30 países, donde participan representantes de observatorios astronómicos del mundo, universidades, industrias inteligentes y Gobierno. Es también la primera vez que ADASS escoge en 27 años de trayectoria a un país latinoamericano y la segunda vez que se realiza en el hemisferio sur. Los ojos del mundo están puestos en nuestros cielos y ahora en nuestro motor de innovación para almacenamiento y análisis de los datos realizado por astrónomos e ingenieros que trabajan en nuestro país. Cabe hacer notar que alrededor del 25% de la asistencia a ADASS son profesionales afiliados a instituciones basadas en Chile.

El mundo y las tecnologías están cambiando a una velocidad digna de las películas futuristas, generando una colección de data que excede la capacidad de cómputo. Por doquier  existen sensores personales que sumados a sensores de las industrias logran generar un entramado de redes de datos capaz de predecir el comportamiento humano y las fallas de una maquinaria, construyendo el mapa de la siguiente revolución industrial: la digitalización.

Sabemos que solo Estados Unidos requerirá de un millón de puestos asociados a la astroinformática y Chile ya cuenta con hombres y mujeres profesionales, con conocimientos en estadística, algorítmos, instrumentación astronómica, además de expertos en redes, generación eléctrica y sustentabilidad, que nos permiten aventurarnos a co-crear este tejido laboral especializado, con apoyo de plataformas colaborativas virtuales, protocolos de acceso a información pública, estándares e interoperabilidad que nace de la observación del universo y cuyo límite son las estrellas. La astronomía puede y debe ser nuestro catalizador de innovación y  desarrollo de la industria digital.

Por Jorge Ibsen, director del departamento de computación de ALMA

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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