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Directora de festival Toccata Rancagua: «La música clásica es fantástica cuando te conectas» La tercera versión del evento parte este jueves y se extenderá hasta el domingo

Directora de festival Toccata Rancagua: «La música clásica es fantástica cuando te conectas»

Alejandra Kantor estudió derecho, pero se dedicó en cuerpo y alma de la difusión de la música clásica, especialmente la ópera. Para ella hay «que luchar contra algo que es importante, la desigualdad que tenemos en Chile, que es evidente en el acceso a la cultura y la oferta cultural» entre Santiago y regiones.


Estudió derecho, pero lo suyo siempre fue la música clásica. Alejandra Kantor, directora ejecutiva de Fundación Toccata, organizadores del festival Toccata Rancagua, prácticamente ha dedicado su vida a difundir en todo el país lo que hace mucho dejó de ser un objeto cultural de la élite.

El evento reunirá en la Región de O’Higgins a partir de este jueves y hasta el domingo lo mejor del género, además de jazz y música infantil, junto a los homenajes a Violeta Parra en su centenario y a José Victorino Lastarria en su bicentenario.

“Ofreceremos numerosos conciertos, recitales, sesiones de jazz, mesas redondas, conferencias y exposiciones durante las cuatro jornadas del festival. Tendremos actividades para todo tipo de público», adelantó Kantor recientemente.

Alejandra Kantor junto al equipo de voluntarios de Toccata Rancagua.

Las novedades de 2017

En esta entrevista Kantor destaca, entre las novedades de la próxima edición, la expansión territorial, con actuaciones en siete comunas más allá de Rancagua, como localidades de Doñihue, Codegua y Machalí en la región de Cachapoal; Pichilemu en Cardenal Caro y Peralillo en Colchagua.

También habrá mucho jazz, tanto la banda rancagüina Yaslahora como una santiaguina (Pancho López Band), además de un grupo francés, Un Poco Loco. Serán tres actuaciones que culminarán con una jam session.

Las conferencias y debates, en tanto, permitirán que «el público disfrute en jornadas entretenidas que además permiten hacerse preguntas y conocer». Un programa educativo además trabajará con dos colegios.

En tanto, los artistas que incluirán en su repertorio obras de la gran Violeta Parra son: el guitarrista Mauricio Valdebenito, el Dúo Cruz & Souper y el grupo infantil Zapallo.

Además, cuatro orquestas juveniles (Coltauco, Peralillo, Machalí y Rancagua) mostrarán el orgullo de los jóvenes talentos musicales de la región. El Coro Polifónico de Rancagua, en la dirección de Eduardo Díaz, tiene el rol de abrir el festival con un concierto inaugural en el Teatro Regional de Rancagua.

Tradición familiar

Su pasión viene por el lado familiar. Su padre, el empresario Rodolfo Kantor, que llegó con su familia en la posguerra desde Praga, siempre fue un fanático de la ópera. No sólo asistía regularmente al Teatro Municipal de Santiago junto a su familia, sino que hacía que sus hijos actuaran sobre el escenario en algunas obras.

«El mundo de la música, y de la música clásica, es un lenguaje que puede ser complejo para algunos, pero que en realidad es fantástico cuando te conectas y cuando lo conoces», explica Kantor.

A esta pasión familiar se sumó que luego residiera un lustro, por temas laborales de su marido de entonces, en Alemania, donde nacieron sus tres hijos. Un país donde artistas como Bach y Beethoven son una parte intrínseca de la cultura. Vivir en un país donde en cada ciudad, por pequeña que sea, hay una ópera o un festival de música clásica en el verano, hizo que se hallara «en su salsa». De la mano de la actriz Carmen Barros, agregada cultural de Chile, se dedicó a recorrer la escena local.

Pero Kantor no se quiso quedar sola con ese deleite. Cuando volvió a Chile, se metió de lleno en la gestión cultural e incluso estuvo un largo periodo en el Teatro Municipal de Santiago. Destacó en el Pequeño Municipal, un programa de espectáculos de ópera, ballet y conciertos, en pequeño formato destinado a público familiar y escolar.

Es en la gestión donde siente que «puedo acercar a la comunidad a algo a lo que tuve acceso desde pequeña. Creo que puedo devolver a la comunidad a través de estos proyectos, que son festivales multiculturales y además descentralizados, en Rancagua y en Valdivia».

Su padre es fundamental para explicar la actividad que hoy despliega Alejandra Kantor. Le dejó dos herencias: el amor por la música clásica y la preocupación por el prójimo.

Sobre el escenario

Rodolfo Kantor era un fanático que viajaba para ver ópera por todo el mundo y enviaba reportes de lo que había visto.

«Mi padre era un apasionado de esto y me lo transmitió. Es una herencia de él. Me llevaba a la ópera desde los cuatro años. Vi la ópera ‘Carmen’ cuando tenía cuatro años, y él me conectaba con las historias de las óperas y me contaba de los personajes, y de la magia que había detrás de eso».

El empresario además era miembro de una sociedad de amigos de la ópera, lo que además le permitía ubicar a sus hijos como «comparsas» (personajes sin canto) en óperas como «Tosca» y «Cavalleria Rusticana».

«Ser parte de eso me permitió sentir la emoción de estar esperando que se abran las cortina y estar ya caracterizada. Tenía 8 o 10 años», recuerda ella.

De hecho, cuando era pequeña, ella invitaba a sus amigas a jugar a mi casa y les decía “vamos a escuchar ópera y después jugamos”.

«Por supuesto después de un tiempo ninguna amiga quería venir a mi casa (risas). Yo les decía ‘por qué no vamos a escuchar la ópera, si es lo más entretenido’, y les trataba de explicar la ópera, yo sentía que la ópera era todo, era el mundo mágico, y revisando ese momento ahora como adulta, creo que era el mundo de cuentos que me conectaba con el otro yo mío, el de la emoción, de la conexión con la belleza, la armonía, con el arte, tiene que ver con los equilibrios, con las búsquedas, lenguajes que son inagotables».

Kantor padre además era un importante filántropo, con una preocupación por los demás que también posee su hija.

«Mucho de lo que hoy son hogares Sename, anteriormente fueron casas que mi padre compró en conjunto con corporaciones de sacerdotes del Verbo Divino, que tenían mucha vinculación, cunado no existía el Sename, con el mundo de los niños de escasos recursos que no tenían hogar. Mi papá acompañaba a los curas, encontraban una casa que servía para crear estos hogares donde recibir a estos niños. Eso lo viví desde chica, para nosotros era un padre que era un ejemplo».

Por eso «la otra herencia importante (de él) es esta parte de devolverle a la comunidad lo que recibiste, este es un legado de él muy importante, por el hecho de que él sentía que tenía que devolverle a la comunidad a través de la entrega social, sobre todo en el sur».

La ópera en La Legua

Hoy Alejandra Kantor debe ser una de las personas que más sabe de ópera en Chile. Siempre estuve ligada a ese mundo. De joven participaba en el Club de Amigos que funciona en el Teatro Municipal de Santiago y hacía entrevistas a los cantantes y clases para hacer la extensión en colegios a los profesores de música.

«Y esto que era un placer, un deslumbramiento, avanzando el tiempo, con los años, me di cuenta que podía transformarse en un trabajo, que tenía que darle una forma. Y así es como de repente me vuelvo a encontrar con el que hoy es mi socio en esto, Eduardo Brown, que es un director de orquesta y que es muy creativo y el me planteó la idea de armar óperas y llevarlas a sectores que jamás podrían ver ópera, algo divertido y entretenido».

Fue así como, en los 90, la gestora, tras volver de Alemania y realizar estudios en gestión cultural, se vio trabajando con el director de teatro Andrés Pérez, en el sector sur de Santiago, en La Legua, cuando el alcalde de la comuna de San Joaquín era el actor Ramón Farías, en el proyecto «Ópera para todos».

«Comenzó en los sectores más pobres de Santiago, fue al alero de la buena voluntad de todos», rememora. «Llevamos una ópera de cámara, donde todo el texto era en español y cantaban la arias en italiano, una comedia de equivocaciones, a gente que nunca había visto teatro cantado y además montado por Andrés Pérez, que era súper ingenioso. Lejos esa es de las experiencias que más me siento contenta».

La reacción del público no hizo más que reafirmar su deseo de seguir por el mismo camino: llevar el género adonde pudiera.

«La gente estaba fascinada. Este es el único lugar, incluso más que en Alemania, en donde teníamos que repetir el final. Todos explotaban. Estuvimos en San Joaquín en varios colegios, en Quillota, la Estación Mapocho, La Granja, lo hicimos durante dos años, estos programas».

En aquel momento, su casa matriz era la Estación Mapocho, donde Arturo Navarro los acogió para poder ensayar. La orquesta era pequeña: seis músicos de cámara. Brown había logrado convencer a los músicos para sumarse a sus proyectos.

«Esa es una de sus grandes fortalezas y sobre todo proyectos que permitan que la música salga de la élite y se acerque a muchos lugares donde la gente no la conoce. Por eso el proyecto de la Toccata tiene sentido».

Entre medio, Kantor hizo mucho más: el Festival de Coro, por varios años, y ciclos de música de cámara con la Universidad Andrés Bello. Trabajó con Nicola Schiess, que ahora dirige el Teatro del Lago, en ciclos donde, entre otros, hacían ocho conciertos de acuerdo a los instrumentos, por ejemplo, Bach en la flauta, clavecín, piano, guitarra, violín o voz. Todas actividades que podrían ser en plazas pero también en lugares como el Alto Las Condes.

Después la contrataron en el Teatro Municipal, en el cargo de coordinación artística, una institución donde estuvo ocho años, del 2004 al 2012. En ese cargo tenía la responsabilidad de apoyar en todas las decisiones artísticas para hacer las óperas: «contactar a todos estos cantantes del casting del elenco estelar, hacer los presupuestos, pelearlos, luchar por hacer los contratos, cerrar los contratos, firmar los contratos, pagarle a los cantantes, toda la gestión, todo el proceso».

«Ahí tuve la oportunidad de ser parte del proceso inicial y me siento en parte fundadora de lo que fue el fomentar las audiencias con el Pequeño Municipal. Es algo de lo que me siento muy orgullosa porque es un proyecto emblemático que ya tiene más de diez años y siento que es un proyecto que permite que los niños se acerquen a la música. Yo misma he ido con mis hijos y sobrinos y he visto el impacto y la magia que producía en ellos, ya el mismo teatro te produce un impacto y todo lo mágico que se produce ahí es fantástico».

De allí estuvo en la primera etapa de la Fundación Puerto de Ideas, hasta que en 2015 surgió la iniciativa de armar el festival Toccata Rancagua.

Toccata Rancagua

Este «tiene por objeto acercarse a la comunidad de manera transversal, inclusiva, reflexiva, tiene el formato de ofrecer conciertos, conferencias, mesas redondas, cine exposiciones, alianzas con artesanos, con rutas literarias, con el CineMovil, es una plataforma para ofrecerle al espectador, sobre todo de Rancagua, que es donde partimos».

En un principio se evaluó hacerlo en Santiago, pero a Kantor le parecía que había que luchar contra «la desigualdad que tenemos en Chile, que es evidente en el acceso a la cultura y la oferta cultural, que es Santiago es muy amplia y en regiones hay tan poco».

Lo mismo sucede con Toccata Valdivia, que se realiza junto a la Universidad Austral, «un gran apoyo en contenido, en poder unir la música con la neurociencia, la música con la literatura, la música con la poesía, la música con la arquitectura, la música con el patrimonio, la música con la matemática».

Ha sido duro: no sólo coordinar con los músicos, sino convencer a las autoridades y también buscar a los auspiciadores. Porque el financiamiento, en el mundo de la cultura, es todo un tema.

Financiamiento

Kantor cuenta que el financiamiento de la fundación se logra a través de los fondos públicos y privados.

En el caso de los financiamientos públicos, «el Fondart es súper complejo, los dos formatos de conseguir fondos son difíciles, y hoy para que un proyecto sea realmente exitoso y pueda proyectarse es cada vez más necesario que el financiamiento sea público y privado», dice.

También «es complejo el tema de los fondos concursables. Hay años que hemos postulado con más de un proyecto y no hemos sacado ninguno, otros hemos obtenido algunos. El año pasado participamos con el tema de Violeta Parra, incorporando su figura a la Toccata. Obtuvimos un puntaje de 98 pero nos dijeron que faltaba curatoría. No entendimos mucho esa justificación».

Para los festivales, en cambio, se acerca a las empresas que tienen que ver con la región. En el caso de Rancagua, por ejemplo, ha trabajado mucho con Agrosuper.

«Las empresas que participan porque tiene beneficios muy grandes y ellos ya han financiado otros proyectos, por ejemplo educativos o deportivos, entonces ya tienen claro cómo llevar a cabo su responsabilidad social empresarial e incorporar estos proyectos a su empresa», comenta.

Para Kantor, las grandes empresas tienen una misión en lo que respecta a la vinculación con el medio. En el caso del Toccata, «permite que todo un sector de la comunidad acceda a distintos espacios culturales que los vana a vincular con el conocimiento, la emoción, la belleza con una riqueza interior con los valores más intrínseco que tiene el arte».

También recalca la importancia de mantener un financiamiento sostenido, ya sea privado como fiscal, más allá de las coyunturas económicas.

«En Alemania no se quitaría el financiamiento a un teatro de un pueblo porque ya es parte de la comunidad es parte de su cultura, es algo esencial, no es algo de lo que se pueda prescindir. Acá es diferente siempre se puede prescindir de la cultura, si hay problemas es lo primero que se recorta. Por eso es necesario que las actividades como Toccata se tomen los espacios para que se vayan haciendo necesarios, parte de una ciudad».

Contra la precariedad

La estabilidad del financiamiento además tiene que ver con la reducción de la informalidad laboral, que Kantor ve muy normalizada en el ambiente.

«De alguna manera el mundo cultural es súper informal. Hay que entender que es importante ser riguroso con las formalidades. Una política cultural adecuada sería ayudar a que el mundo cultural se formalice, porque en el fondo es proteger el futuro de cada artista».

«Yo soy de las personas que cree que el Estado debería ser más eficiente. El Ministerio de las Culturas puede ser que sirva para contratar a mucha gente y puede ser que en un comienzo se generen problemas de organización, pero espero que la filosofía y la misión del nuevo ministerio se fortalezca y logre que personas que nunca pueden participar de grandes decisiones con respecto a la cultura puedan participar, que las personas que tiene esos proyectos que permiten visibilizar lo más genuino y lo más propio, lo identitario, puedan ser escuchados, y deje de ser el hermano pobre que se queda atrás».

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