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“La vuelta al día” de Philippe Fénelon: El documental de Aurora, Julio y todos los cronopios Opnión

“La vuelta al día” de Philippe Fénelon: El documental de Aurora, Julio y todos los cronopios

El documental “La vuelta al día”, centrado en la vida de Aurora Bernández y Julio Cortázar, se presentará durante el mes de diciembre en la sección Latinoamérica en perspectiva del Festival de Cine Latinoamericano de La Habana.


“Siempre empezó a llover / en la mitad de la película, / la flor que te llevé tenía / una araña esperando entre los pétalos”,

Julio Cortázar

Primera escena: Aurora lee a Cortázar. Recuerdos, trazos de memoria. Buenos Aires. París. Años 50. Con una memoria sólida e iluminadora que precisa fechas, lugares, conversaciones, Aurora Bernández (1920-2014), exesposa del escritor argentino Julio Cortázar y a la postre, su albacea y heredera, nos narra, nos cuenta, nos revela,  lo que para nosotros ya es parte de la literatura de todos los tiempos, nuestra universal pero a la vez íntima historia latinoamericana, la historia del más grande cronopio.

Construido a partir de material de archivo, registros familiares, fotografías, hasta de audiolibros que el escritor argentino grabó, con su peculiar acento, a lo largo de los años, pero principalmente a través de la entrevista filmada a la propia Aurora, el documental “La vuelta al día” (2014), dirigido por Philippe Fénelon, músico y cineasta francés, amigo personal de Aurora, se (y nos) adentra en un territorio del cual es imposible huir tan fácilmente, un lugar personal, cotidiano, envolvente, que unió al autor de Rayuela con una mujer delicada, elegante y con una profunda cultura. Un lugar también real, tangible, la casa en París que los cobijó mientras fueron pareja, y que ella conservó después de la muerte de Julio en 1984.

Debe ser extraño ver un espacio ahora vacío, después de la muerte de la carne, de los protagonistas. Más aún, después de la muerte de la propia Aurora. Pero detrás de las paredes, de los sillones, de la mesita de centro, de los cuadros, de la multitud de libros, hay siempre un juego temporal, que te permite avanzar o retroceder. Porque la vida es una invención, un juego, con reglas, claro está, porque sin reglas no hay juego. El juego del tiempo traído por las imágenes. Pasado, presente o futuro, no existen sino a través de ese juego cómplice. Allí, por medio de la voz y la figura de Aurora, podemos encontrar a Julio, por esos años un muchacho alto y escuálido, en un café de Buenos Aires de estilo inglés, de la calle Florida. Se habían conocido luego que ella leyera Casa tomada en una revista.

“Julio desplegó su estatura para saludarme, se desdoblaba como una cinta que se va abriendo, abriendo, muy alto”.

Aurora Bernárdez fue más que una pareja. Era la compañera de Cortázar. Del Cortázar escritor, del Cortázar político, del Cortázar lúdico. Como ambos eran traductores de la ONU pudieron recorrer el mundo, Europa, la India. Testigo del proceso creativo, del orden terrenal, hasta maniático, de un autor tras bambalinas, Aurora tuvo un rol fundamental en la vida de Julio. Por ejemplo, inspiraciones como el relato Instrucciones para subir una escalera, contenido en Historias de cronopios y de famas, a partir del viaje a la India, surgen por y con Aurora.

Philippe Fénelon

“Cuando escribía (Cortázar), escribía ya con una idea bastante clara, salvo cuando se trató de un libro como Rayuela, que era una experiencia para él y que le llevó años hasta conseguir él mismo tener una idea de lo que quería hacer. En general, no mostraba los borradores, Julio. Cuando mostraba algo era algo que él consideraba, si no definitivo, por lo menos ya básicamente inmodificable. Así leí yo todo lo que escribió en esos años. Lo iba leyendo a medida que Julio lo iba escribiendo”.

“El juego es una realidad para Cortázar, es salirse de las normas que rigen la vida cotidiana, crear otras normas y de acuerdo a estas normas cumplir con el paso o pasaje de una realidad a otra. Cuando habla de Rayuela, es eso”.

La libertad, el humor, la inagotable imaginación, la alegría de vivir y la generosidad. Así describía Aurora Bernández a Cortázar, en las muchas dimensiones de un hombre multifacético, que fue más que un simple hacedor de palabras. Un hombre también comprometido con su época.

Aurora Bernández

“Julio se divertía mucho y quería que todo el mundo se divirtiera. Se divertía y era muy divertido. Él personalmente era muy divertido. Se le ocurrían constantemente cosas que me hacían morir de risa, juegos de palabras, nombres que aplicaba a unos y a otros, de una manera absurda”.

“A Cortázar siempre le interesaron dos o tres cosas, mucho, una es la libertad como condición esencial del hombre. Y después, cierto tipo de crítica que en su momento tal vez no fue bien entendida, por ejemplo creer Rayuela era una crítica a la burguesía cuando ya la crítica a la burguesía estaba agotada. No es una crítica a la burguesía, es una crítica al espíritu burgués, entendido como el espíritu convencional, pero que se da tanto en la gran burguesía como en la pequeña burguesía, como en el proletariado”.

“La vuelta al día”, cuyo título bien nos recuerda al libro La vuelta al día en 80 mundos del autor de Rayuela (y, quizás también, al original de Verne, que poco y nada tiene que ver con el ejemplar de Cortázar), es un testimonio único, imprescindible, para entender a Aurora y, a través de ella, a Julio, y a través de ambos, al lenguaje en su despliegue, en su curvatura, en los bordes de una realidad que de pronto se nos vuelve a revelar, revolucionaria y fantástica.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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