CULTURA
Si hay un artista que no necesita presentación, ese es Ozzy Osbourne. Muchos pueden no ser partidarios de sus letras a veces cargadas al oscurantismo o al lado más privado de la personalidad, pero eso no implica que al menos, todo aquel que se diga amante del rock, sepa quién es, aunque sea más por sus excesos típicos de estrellas del rock o sencillamente, la adulación de un público fiel en todo el mundo, ya que, mal que mal, han sido cinco décadas de impactantes acordes de guitarra eléctrica a todo volumen.
Así aterriza el denominado “Príncipe de la Oscuridad” del rock en una nueva visita a tierras nacionales y con la que promete será su última gira mundial, pero que no significa bajo ningún punto que es el final de su carrera, de hecho, cuando termine la gira, volverá su atención a la posibilidad de hacer un nuevo álbum: tiene «ocho o nueve buenas ideas para hacer canciones», dice, y dará conciertos a medida que se presenten.
«Es lo que hago», dice con naturalidad. «Es mi trabajo. Y cuando digo: ‘Es mi trabajo’, quiero decir que es una pasión para mí. Es la mejor historia de amor que he tenido, estar en una banda de rock y tocar para la gente que viene a los shows» le decía recientemente a la revista Billboard, tratando de aplacar los rumores de un supuesto retiro programado, tal como pasara en 2016 con la gira “The End” con su icónica banda “Black Sabbath”.
Uno de los detonantes para parar esta frenética carrera, es principalmente su ausencia familiar reiterada, que él siente le ha pasado la cuenta y el desencanto con la caída de las ventas de discos. Aunque eso no significa que su amor por la música no permanezca intacto: «Es para lo que vivo. Si no fuera por la música, probablemente estaría muerto «.
Así es como vemos salir al escenario a un Ozzy más energizado y feliz que nunca. El recinto del Movistar Arena repleto de punta a punta se levanta en una ovación al maestro de ceremonia que abre sin ninguna anticipación, con ‘Bark at the Moon’ desatando la locura en los fanáticos, a tal punto que en la platea se puede ver a un grupo de guardias tratando de contener a un fanático que daba la impresión que se iba a lanzar a la cancha.
Otro momento caótico, fue cuando el guitarrista Zakk Wylde descendió del escenario y se acercó a los fans, desatando la locura entre aquellos que querían poder sacar una foto o video de los extraordinarios solos del músico.
Cabe recordar, que Wylde se unió originalmente a la banda de Osbourne hace tres décadas y respaldó al legendario líder de 1987 a 1995, luego nuevamente en 1998, de 2001 a 2004 y también de 2006 a 2009. Su guitarra se puede escuchar en los álbumes de estudio de Osbourne «No Rest For The Wicked “, » No More Tears “, » Ozzmosis “, » Down to Earth “, » Under Cover » y » Black Rain “. El primer álbum con Wylde fue doble platino y «No More Tears» sigue siendo el álbum más exitoso de Ozzy, sumando que también apareció con en tres álbumes en vivo. Además, que los une una profunda amistad y familiaridad, al punto que Ozzy es padrino de su hijo y Wylde se refiere a Sharon Osbourne, como “mamá”.
La única sensación amarga, es sentir que realmente el show de ayer fue una fiesta de despedida. Una que nadie parecía creer, pero que realmente estaba ocurriendo, no menor es que esto ya se había planificado con anterioridad, pero había quedado en nada, quedando la esperanza que Osbourne continúe entreteniendo a personas de todo el mundo, como uno de los mejores vocalistas en la historia de Heavy Metal.
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