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Brian Deer: el periodista que destapó el fraude que vinculaba las vacunas con el autismo CULTURA

Brian Deer: el periodista que destapó el fraude que vinculaba las vacunas con el autismo

El periodista británico vino a Chile para participar en conferencia científica de la U. Andrés Bello. «Estamos perdiendo algo muy valioso e importante, porque el Internet, los blogs y Facebook son un crisol de ilusiones y mala información. Creo que es muy importante que la gente tenga fuentes en las cuales confiar, incluso cuando a veces esas fuentes se equivocan».


Aunque ha realizado múltiples investigaciones, al periodista británico Brian Deer «lo persigue» hasta hoy el haber destapado un fraude médico que vinculaba las vacunas con el autismo. «Mi papel no es convencer a la gente de que las vacunas son buenas o malas, solo estoy contando una historia, soy un periodista, recolectando documentos,  entrevistando personas», asegura.

El profesional vino a Chile –es apenas su segunda vez en Sudamérica, tras una reciente estadía en Brasil– para participar en la Conferencia Internacional de Cultura Científica 2018, que comenzó este martes y se realizará hasta el miércoles, organizada por la Universidad Nacional Andrés Bello en Santiago y Concepción.

Deer, periodista de investigación especializado en industria farmacéutica y biomedicina del Reino Unido, dio inicio con su exposición a la VI Conferencia Internacional de Cultura Científica de la UNAB con la charla «Miedo a las vacunas: historia de una moda mortal».

Conflictos de interés

Este reconocido periodista ganó notoriedad tras un reportaje que reveló las malas prácticas del cirujano Andrew Wakefield, quien en 1998 publicó un artículo donde señalaba que la vacuna triple vírica (que protege contra el sarampión, rubeola y paperas) se vinculaba al desarrollo de autismo en niños.

En 2004, el periodista reveló los conflictos de interés en la tesis de Wakefield, además de los procedimientos médicos innecesarios en niños menores de cinco años. Análisis posteriores concluyeron que el descenso de la vacunación condujo a muertes innecesarias por paperas y sarampión en Estados Unidos y Europa.

La Conferencia Internacional de Cultura Científica se ha convertido en uno de los hitos anuales más relevantes de divulgación de la ciencia en el país. Su objetivo es profundizar el vínculo entre el quehacer científico y la sociedad, haciendo de la cultura científica algo accesible y familiar.

En el evento, diez participantes de diversas áreas del conocimiento comparten sus investigaciones y experiencias, abordando distintas disciplinas y áreas de estudio: la interacción humano-máquina, los sistemas microbianos y su relación con la salud humana, el nacimiento de las estrellas y el humor como objeto de estudio científico, entre otros.

Sin incentivo para investigar

La investigación que lo hizo famoso solo fue una entre varias que hizo sobre el tema de las vacunas, entre ellas, una acerca de una fallida vacuna contra el Sida. Para cada una de ellas demoró meses, mientras en paralelo escribía sobre otras cuestiones. Destaca que las vacunas son un tema complejo, porque combina inmunología y pediatría, entre otras áreas, «y si quieres entender, debes asegurarte de entender cada palabra».

Hoy admite que en la actualidad sería imposible, porque los medios en general ya no invierten tanto tiempo en investigar una cuestión. «Es algo pasado de moda», apunta.

Había llegado al tema en 1988, al entrevistar a una víctima que obtuvo una gran compensación tras sufrir daños por una vacuna. «Esa persona me dijo cosas que me preocuparon, y quise saber si eran ciertas», cuenta.

Tras estos años de investigación, su conclusión es que el fraude en revistas médicas, por desgracia, es algo normal. «El problema es identificarlo», señala.

«Solo pude hacerlo en el tema de la vacuna (de Wakefield), porque afectó a tanta gente que pude disponer de suficiente tiempo para sumergirme en él», sobre todo para entender un asunto «tan complejo». De hecho, Wakefield lo demandó varias veces, pero nunca llegó a un juicio. Sin embargo, las investigaciones judiciales por las vacunas le proporcionaron abundante material para su propia investigación.

«Ni los periodistas científicos ni los académicos tienen incentivo alguno para investigar», lamenta.

Crisis de los medios

Deer insiste en que hoy no podría realizar una investigación de este tipo.

«Cuando partí, el ‘Sunday Times’ tenía unas páginas enormes. En aquella época había mucho dinero, nadie se preocupaba del presupuesto editorial. Solo el magazín del diario hacía enormes sumas de dinero. Teníamos los avisos clasificados y publicidad», recuerda.

Sin embargo, con la masificación de Internet todo eso se fue perdiendo progresivamente. Primero con los clasificados –arriendo de casa, ventas de coches–, que hoy están disponibles gracias al Big Data, «como Google y Facebook». «Toda esa tecnología está metiendo presión a los medios y matándolos en su forma tradicional. Tal vez alguien encuentre una solución, un modelo de negocios», dice.

Lo cierto es que «a medida que se va la publicidad, la posibilidad de hacer investigaciones también. La crisis de los medios tiene implicaciones en todas las áreas de la vida personal. Los medios son como el sistema nervioso, de comunicaciones».

«Estamos perdiendo algo muy valioso e importante, porque el Internet, los blogs y Facebook son un crisol de ilusiones y mala información. Creo que es muy importante que la gente tenga fuentes en las cuales confiar, incluso cuando a veces esas fuentes se equivocan», plantea.

Un libro sobre Wakefield

Hoy Deer escribe un libro sobre Wakefield que espera publicar en 2019. Actualmente el médico vive en Estados Unidos.

Aunque el cirujano lo demandó varias veces, nunca llegó a la Corte, algo que Deer lamentó, porque cree que ello habría servido para demostrar que tenía razón.

Deer pone como ejemplo el caso del historiador británico David Irving, quien niega el Holocausto y perdió un juicio contra su colega estadounidense Deborah Lipstadt y la editorial Penguin Book. Un tribunal británico determinó que Irving había manipulado evidencia por «razones ideológicas» y cerró el caso en 2001.

En Estados Unidos, en cambio, Wakefield puede decir lo que quiera, porque se lo permite la Primera Enmienda.

«Es incapaz de admitir que se equivocó. Si lo hubiera hecho, no hubiéramos llegado tan lejos y nos hubieran enfocado en otra cosa. Pero él lo negó todo y nos demandó», precisa.

Ambos tuvieron contacto solo una vez, en 2004, cuando Deer lo enfrentó en una conferencia en Indianápolis. Wakefield daba una conferencia y el británico llegó con un equipo de televisión. «Él solo apartó las cámaras, tomó su maletín y salió», detalla.

«Mi libro es sobre esto, sobre este hombre, sobre lo que hizo, y lo que hizo la gente de alrededor, los padres».

¿Siente Deer que, entre otros, con este caso, ha hecho su trabajo como periodista?

«Llegué al periodismo porque creía que en la verdad yace la libertad y aún creo en eso. Muchas veces la verdad te dice cosas que no quieres escuchar», responde.

«Si alguien te demanda, tienes que lidiar con eso», concluye. «No puedes irte caminado. No tenía un interés especial en las vacunas, ni quería convencer a nadie. No hago campaña. Solo me interesaba la historia, la investigación. Pero cuando alguien se comporta de la forma en que él lo hizo, haciendo demandas y diciendo cosas que sé son deshonestas, creo que sería erróneo simplemente darle la espalda al tema y decir ‘estoy harto de las vacunas’. Tenía que terminar el trabajo».

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