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El peor año de Ch.ACO: artistas y galeristas resaltan arribismo y califican de «falta de respeto» versión 2018 CULTURA

El peor año de Ch.ACO: artistas y galeristas resaltan arribismo y califican de «falta de respeto» versión 2018

En el tercer año consecutivo realizándose la feria de Arte Contemporáneo de manera itinerante en espacios residenciales en construcción, la versión 2018, llevada a cabo en el Parque Arboleda de Lo Curro, acumuló sendos cuestionamientos de parte de artistas, galeristas, críticos y público en general, no solo por la alta segregación socioeconómica que dispuso naturalmente el lugar, sino también –acusan– por la improvisación y carencia de profesionalismo de las organizadoras, el descuido con las obras y la falta de condiciones mínimas del espacio. «Dejaron una mala imagen país», advierten.


La pasada versión de la Feria Ch.ACO (Chile Arte Contemporáneo) tenía como propósito simbólico celebrar su décima versión con una muestra que rompiera todos los estándares nacionales e internacionales; que junto con consolidarse como el principal evento de arte contemporáneo del país, también se superaran los récords de asistencia; que las ventas aumentaran a través de una segregación socioeconómica cada vez más elitista, y que posicionara el coleccionismo y se consagrara el galerismo nacional.

Una semana después, artistas, galeristas y visitantes coinciden en que efectivamente la feria Ch.ACO 2018 rompió los estándares internacionales, pero de la improvisación, la precariedad, la mala gestión y la desorganización. Algunos incluso, so pena de ver perjudicada su participación en la próxima edición de la feria debido a sus críticas, afirman que el servicio prestado en esta oportunidad atentó contra el arte y lesionó la dignidad de los artistas.

Pero no es todo. Asistentes criticaron, además, «el mal gusto» de permitir la presencia de captadores de la inmobiliaria que facilitó el espacio para la feria, para aprovechar el interés del público por el arte para intentar venderles departamentos de lujo, donde podrían exhibir las obras.

Precariedad en la Nave de Ediciones

Después de varios años de realizar, con éxito de público pero bajas ventas, la Feria Ch.ACO en la nave central del Centro Cultural Estación Mapocho, bajo el concepto de democratizar el arte, la organización de la feria decidió desde 2016 volver al sector oriente de Santiago –de donde originalmente surgió– para potenciar la característica principal del evento, que es su función comercial.

Por las bajas ventas, sumadas a la ausencia de coleccionistas con poder adquisitivo que no bajaban hasta Santiago Centro, Ch.ACO contempló itinerancias por distintos proyectos residenciales en construcción para vincular la arquitectura de vanguardia con el arte contemporáneo. Así fue que en 2016 la feria se realizó en el edificio Las Condes Design, en 2017 en CV Galería y, en esta última versión, en Parque Arboleda de Lo Curro, donde tuvo lugar entre el 22 y 26 de noviembre.

La precariedad de este último lugar causó que las críticas –reservadas generalmente a espacios íntimos– se hicieran públicas, rompiendo de este modo el código de silencio que impera en el mundo artístico, donde artistas y gestores culturales prefieren callar antes de perder los pocos espacios destinados a la promoción comercial del arte.

Apenas comenzó la décima versión, los editores de revistas y libros de arte, acogidos en el espacio Nave de Ediciones, detectaron fallas en múltiples aspectos relacionados con la difusión y la mala señalética, pero principalmente apuntaron a la «hostilidad» y «mala calidad» técnica del espacio destinado a la promoción de la literatura de arte.

A través de una carta dirigida a Elodie Fulton, directora del evento, los editores escribieron que «la ubicación en un espacio a la intemperie no es adecuada para la visibilización de libros y proyectos de edición. El viento, el sol directo, la falta de paredes, y el polvo proveniente de la obra en construcción, son agente físicos que agreden los productos con los que contamos en nuestros catálogos, impidiendo que estos se puedan mostrar de manera idónea».

Con evidente molestia, los representantes de autores y editoriales, que decidieron abandonar la feria el último día en señal de protesta e inconformidad, criticaron que Ch.ACO carecía de «una infraestructura mínima y puntos eléctricos para los puestos».

«Los espacios destinados a cada proyecto carecen de una infraestructura adecuada y no cuentan con puntos de electricidad que permitan, por ejemplo, cargar los aparatos de Transbank o teléfonos móviles, o conectar aparatos eléctricos que son parte de los dispositivos de exhibición. Del mismo modo, la iluminación del lugar es en extremo deficiente», señalaron en la carta, al tiempo que denunciaron la instrumentalización que hicieron las organizadoras de la actual Feria Ch.ACO 2018, Irene Abujatum y Fulton.

En respuesta a esta carta, Fulton agradeció «la extensa explicación de su molestia» y aseguró que los puntos serían  «completamente considerados para las ediciones futuras». Asimismo, afirmó «que el público no sintió los aspectos logísticos que mencionan, o mejor dicho, su experiencia no fue alterada por tales inconvenientes».

Para un editor, que prefirió mantener su nombre bajo reserva, que la feria se realizara en este espacio responde «al arribismo» de las organizadoras y a su vez a «la segregación típica chilena».

«Los que compran obras sí iban a la estación Mapocho y no porque lleves las obra al barrio donde viven van a comprar más obras. Es una visión equivocada, porque en otros países la élite va a donde sea que se realicen las ferias», sostuvo.

Falta de respeto al arte

El compromiso de mejorar la próximo edición choca con la experiencia de 2017, donde siguiendo el mismo modelo de negocio, los grandes perjudicados fueron precisamente las galerías. En este sentido, los mismos galeristas recuerdan la abrupta salida de la galería Metales Pesados Visual en plena feria, luego que un improvisado panel de su stand se cayera y destruyera una obra.

Para Arturo Duclos, artista contemporáneo de dilatada trayectoria, la falta de profesionalismo en el 2018 rayó simplemente en una falta de respeto, que «atenta contra la dignidad de los artistas».

«El espacio no cumplía con las condiciones mínimas para la instalación de obra de arte. De hecho, un artista chino vio cómo una de sus obras se rompió producto del viento, ya que todo era al aire libre», comenta.

Para Duclos, que participó de la feria en representación de una galería de Hong Kong, la improvisación de Ch.ACO dejó una pésima imagen país. Aunque los galeristas no quisieron dejar constancia por escrito de su frustración, Duclos afirmó que le expresaron que «nunca más vendrían a una feria de arte en Chile».

«Está muy lejos de ser una feria internacional. Los chinos se quedaron con la impresión que parecía una feria callejera. En lo particular, si no fuera porque conocía a una persona de la producción, no me habría podido conseguir un alargador para traer corriente, y mostrar un video, porque ni siquiera había luz, y eso que los chinos pagaron 20 mil dólares en un espacio en la feria», afirmó.

A su juicio, la falla evidente es el modelo de negocio, que privilegia el ahorro del arriendo, llegando a establecer convenios con inmobiliarias que no están capacitadas para instalar espacios para la venta de arte. «La organización corre el riesgo de perder la marca, y para no hacerlo tendrían que cambiar de administración, traer a gente que sepa de gestión. En Miami por 20 mil dólares te pasan un lugar espléndido».

En esta misma dirección apuntó el crítico de arte José Tomás Fontecilla, en su artículo «CH.ACO diez años para el olvido», publicado en la revista Artishock.

«La tabiquería era escandalosa, no solo porque los metros lineales concertados en el contrato con las galerías participantes no coincidían con la realidad, sino porque muchos de los stands no estaban terminados ad portas de la inauguración, y los que estaban listos tenían las paredes chuecas o separaciones entre paneles de entre 0,3 y 2 cm. Sumado a esto, estaban las condiciones adversas de un espacio/sede en obras: sol directo, polvo, intemperie y viento. No aclares que oscureces, dice el dicho, así que, frente al reclamo de los participantes, la solución fue malla raschel y parches de masking tape pintados de blanco», escribió el crítico. Atribuyó la falta de profesionalismo a » la testarudez y tacañería de la organización que eludió las sugerencias y prefirió ahorrarse la plata del arriendo –por tercer año consecutivo– y hacer el evento lo más inaccesible posible» y no preparado para albergar obras de arte.

Arte y parte

Otro de los puntos que tanto Duclos como Fontecilla critican es el «provincianismo» de las organizadoras: son las que organizan Ch.ACO, las dueñas de la galería AFA, las que se llevan los premios y, además, las directoras de la Fundación FAVA, que se favorecen de las donaciones e indemnizaciones por incumplimientos de contrato.

«La adquisición de una obra de la feria con fondos recaudados en la gala benéfica de FAVA para ser donada a un museo, que ya había sido controvertido en años anteriores –en 2015, cuando lo ganó un artista de AFA– por triangular dinero de terceros provenientes de esa gala con una fundación (FAVA) y una galería de intereses privados (AFA), recayó nuevamente en una artista de AFA, sí… de las mismas dueñas de la feria y la galería», escribió Fontecilla en su columna de Artishock.

«El problema es que AFA es arte y parte y eso es peligroso. Es muy provinciano», acusó Duclos.

Venta de autos y departamentos

Si bien unas de las principales críticas de los galeristas fue lo inaccesible del espacio en que se llevó a cabo la feria en Lo Curro, y que terminó por incidir en la cantidad de público (10 mil personas), lo que más afectó el prestigio de Ch.ACO fue la incapacidad de potenciar la venta de arte, ya que esta habría bajado más de un 50% en comparación con años anteriores.

Nicole Andreu Cooper, de Galeria Nac, señaló que»las ventas fueron muy pocas. En general, las galerías vendieron menos que años anteriores, pero por poca convocatoria. No llegó mucha gente porque el lugar era alejado y difícil de llegar… Además no llegaron muchos coleccionistas nacionales y los invitados internacionales eran pocos».

«No, no fue una inversión asistir a Ch.ACO», agrega. «Se vendió poco. Es una pena, porque Ch.ACO es una muy buena iniciativa para que el arte chileno y las galerías entremos en una red internacional. Chile tiene que tener una feria de arte contemporáneo. Pero siento que hay poco apoyo de todas las partes que implican el mundo del arte y el mundo comercial».

Tal evaluación fue la misma que tuvo la galerista Isabel Aninat, consignada en Emol, que aunque no reveló cifras admitió que las ventas disminuyeron un 50%. «El lugar era muy difícil, porque no tiene acceso. Por ejemplo, yo tengo a mis ayudantes, que tenían que caminar 20 minutos, las tenía que ir a buscar yo».

Pero, sin duda, la mayor sorpresa para quienes sí pudieron llegar hasta la feria en Lo Curro, fue la presencia de vendedores de autos y captadores de la inmobiliaria que facilitó los espacios, para aprovechar la presencia de visitantes con poder de adquisición para venderles departamentos.

Gloria Marabolí, artista visual y asistente frecuente a las ferias Ch.ACO, no pudo ocultar su molestia.

«El lugar no era el más apropiado, muy abierto, había espacios que estaban aún sin terminar, es evidente que aprovecharon ese lugar para hacer la feria, sin muchas razones de peso, pero yo creo que la intención finalmente era la venta de los departamentos. Era raro el lugar, creo que en comparación con las versiones que he visitado, este era el espacio más exótico para instalar la feria. Con esto se evidenciaba que el fin no era mostrar obras sino vender departamentos», sostiene.

«Se trató de arribismo en estado puro», agregó un editor de la Nave de Ediciones, quien añadió que no solo se aprovechaban los conversatorios y visitas guiadas para «tratar de venderte un departamento», sino también autos. «El arte brilló por su ausencia», apuntó.

«Nuestra apuesta es el arte contemporáneo»

Frente a las numerosas críticas, Fulton, de Ch.ACO, AFA y FAVA, señaló a El Mostrador que «pensamos es interesante para la actividad inmobiliaria que tiene un país como Santiago (sic) y como es una feria internacional, nos parecía interesante mostrar esta visión».

«Este año la idea era mostrar la arquitectura y el paisajismo de Juan Grimm, por eso nos asociamos con esta inmobiliaria, les pareció buena idea promover la arquitectura. Te insisto, la creación, más que el aspecto comercial. Aquí lo que hace Ch.ACO es: arrienda espacio, construye paneles, paga cada centímetro de las cosas que hace y obviamente es un espacio donde la apuesta nuestra es arte contemporáneo».

Aunque Fulton admite que realizar la feria en un lugar tan inaccesible en Lo Curro fue un desafío para la organización, «siempre hemos decidido instalar la feria más cerca de donde el público lo exigía, es una ecuación bastante difícil de combinar y a veces funciona mejor que otras».

«El décimo año será una versión donde nada de estos riesgos pueda peligrar, como ninguna apreciación, como ningún tipo de público. Igual tengo la convicción que la cantidad y la variedad de público es un gran valor y eso no lo hemos perdido», acota.

Uno de los planteamientos frecuentes de la organizadora es que la feria, pese a ser una actividad enmarcada en lo cultural, es intrínsecamente una actividad comercial.

Pese a ello, eso no impidió que fuera buscar apoyo al Ministerio de las Culturas, donde precisamente el carácter comercial le jugó en contra.

 

 

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