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Rafael Yuste y el hackeo cerebral: «Todos tenemos derecho a la neuroprotección, de lo contrario podrían leer nuestras mentes» CULTURA|CIENCIA

Rafael Yuste y el hackeo cerebral: «Todos tenemos derecho a la neuroprotección, de lo contrario podrían leer nuestras mentes»

«Brain» es el proyecto de investigación de la mente y el cerebro más ambicioso del mundo. Con la finalidad de elaborar un mapa de análisis y registro de la actividad neuronal, el año 2013 el ex presidente Barack Obama, invirtió 6.000 millones de dólares para concretar esta pionera investigación que marcó un hito, ya que abrió la posibilidad de leer mentes, manipular pensamientos, alterar recuerdos, entre otras intervenciones mentales, que despertaron la necesidad de crear un nuevo derecho humano: la neuroprotección.


Rafael Yuste es el ideólogo del revelador proyecto BRAIN, la investigación colaborativa basada en las innovaciones del campo de la neurotecnología. El neurobiólogo español, propuso resolver los enigmas del cerebro humano, a través del registro de los circuitos neuronales que permiten la creación de un mapa de la actividad cerebral, permitiendo el acceso a los datos almacenados en el cerebro de un ser vivo.

Dentro de un período que estima 15 años de investigación, actualmente, el proyecto BRAIN está en su cuarta etapa donde colaboran alrededor de 500 laboratorios en Estados Unidos y en el exterior.  El catedrático de Ciencias Biológicas y Neurociencia, comenta a El Mostrador, que el proyecto pretende «desarrollar los métodos ópticos y eléctricos para mapear y manipular la actividad de todas y cada una de las neuronas del cerebro».

Dentro de esta meta a largo plazo, el investigador de la Universidad de Columbia, comenta que se están «desarrollando técnicas para medir la actividad del cerebro de animales y personas de una manera mucho más completa», por lo que los primeros experimentos se han realizado en gusanos C-Elegans, mosca Drosophila, pez cebra y ratones.

Rafael Yuste y Camila Toro en Congreso Futuro 2019. Crédito: Koji Furukawa

«Estamos desarrollando técnicas para manipular la actividad cerebral, con la finalidad de ayudar a  pacientes que tengan problemas neurológicos o enfermedades mentales», comenta Yuste, y enfatiza en que «el  proyecto no va a solucionar las enfermedades, simplemente, generará herramientas para que médicos e investigadores en el futuro puedan saber qué ocurre en el cerebro de sus pacientes y los ayuden».

La mente es un refugio

Según Rafael Yuste, la actividad mental define a los seres humanos, quienes viven en sus mentes. Esta actividad se genera en la corteza cerebral -parte superior externa del encéfalo-, por ende, si una persona presenta lesiones en esa zona, desarrolla déficits cognitivos en su comportamiento y formas de pensar. «Sabemos que la mente humana está ahí, lo que no hemos podido saber es cómo funciona».

En la actualidad se están desarrollando múltiples técnicas de investigación para el proyecto BRAIN. En el caso del laboratorio de Yuste, se están utilizando «láseres infrarrojos que pueden penetrar el tejido cerebral sin causar daños, permitiendo la visibilización de neuronas vivas».

Rafael Yuste durante su exposición en Congreso Futuro 2019. Crédito: Koji Furukawa

Códigos éticos: El derecho a la neuroprotección

No sólo basta con descifrar la actividad mental de las personas. Las innovadoras tecnologías utilizadas para BRAIN, permitirían la alteración del pensamiento y el actuar de los individuos. «Esto abre la caja de Pandora, en la cual las reglas para la utilización de estas técnicas no existen, por lo que es necesario implementarlas para que la ciencia las utilice de manera positiva y para el beneficio de las personas», afirma el neurobiólogo.

Además, el acceso a la información almacenada en el cerebro podría utilizarse como una especie de «hackeo cerebral», donde el hacker podrá ver lo que la persona piensa. Ante este fenómeno, Rafael Yuste propone establecer un nuevo derecho para todos los humanos: el derecho a la neuroprotección. «Implicaría que los datos cerebrales no se puedan vender, porque representan las mentes de las personas y es su intimidad más grande. Este derecho debería regirse por la misma legislación protectora que impide la venta de órganos», afirma.

En el marco de los dilemas éticos, BRAIN también despertó cuestionamientos en torno a la utilización de esta tecnología para fines militares. En este sentido, Rafael Yuste enfatizó que estaba prohibido utilizarlo para este tipo de objetivos. «Estas neurotecnologías o quedan prohibidas para el uso militar, o se regulan de una manera muy severa donde no se puede perjudicar a la gente», explica Yuste, y agrega que, «el 2017 publicamos un listado en la revista científica Nature, sobre las prioridades éticas del uso de la neurotecnología e inteligencia artificial».

La unión en nombre de la ciencia

El extenso trabajo en torno a BRAIN, ha permitido que cientos de científicas y científicos del mundo, derriben las prácticas competitivas y trabajen en conjunto por esta revolución en la historia de la ciencia.

Esta alianza no sólo se vio en el mundo científico, sino que también, en la esfera política de Estados Unidos. «BRAIN tiene el apoyo de demócratas y republicanos desde un comienzo, y es un apoyo tan sólido que el último presupuesto recibido para la elaboración del proyecto, fue mucho más de lo que se había pedido», comenta anonadado, y añade que «eso nunca ocurre, pero el Senado y el Congreso de Estados Unidos pensó que era tan importante para el futuro de la humanidad, que la situación financiera pasó a segundo plano».

Una sociedad más libre

El proyecto BRAIN es un hito en la revolución del conocimiento. Para el neurobiólogo, esta investigación anuncia un nuevo renacimiento para la humanidad, porque «vamos a entender la única parte de nuestro cuerpo que aún no entendemos: el cerebro, y con él, nuestra mente».

En cuanto a las proyecciones futuras, Yuste cree que «habrán muchísimas repercusiones para nuestra cultura, sociedad, y por supuesto, para la medicina, ciencia y economía, porque entenderemos la razón por la cual hacemos lo que hacemos y eso, nos hará más libres».

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