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La limitada cosmovisión en la educación chilena CULTURA|OPINIÓN

La limitada cosmovisión en la educación chilena

Samuel Toro
Por : Samuel Toro Licenciado en Arte. Doctor en Estudios Interdisciplinarios sobre Pensamiento, Cultura y Sociedad, UV.
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La cosmovisión, básicamente, es el principio “motor” que mueve a una cultura, sociedad o individuo  en la forma de como crea, concibe o siente que es la realidad. Existen variedad “ilimitadas” de ellas. Las más radicales prefieren no arriesgar, o arriesgar lo mínimo posible de la formación o educación que se haya obtenido hasta cierto período de la vida. El cuestionar la educación de un Yo sería un conflicto, el cual preferirá mantener lo ya (re)conocido para mantener cierta cordura ontológica, epistémica y espiritual. El misterio de lo desconocido, la religiosidad sin dudas, las constantes posverdades, teorías de conspiración, etc., no son excluyentes a este grupo, pues estas pseudoaperturas forman parte de la extensión de sus imaginarios ya preconcebidos, solo que más sofisticados en el apremio hacia un orden.

Ninguna cosmovisión es libre (¿y qué cosa lo es?), ni siquiera la científica, pues, de una forma u otra, estas, a pesar de ser extremadamente menos conservadoras que la mencionada antes, también necesita de algún orden (incluso el de la entropía y del caos) para abordar y digerir los constantes descubrimientos y perspectivas que intentan acercarse a lo que se denomina como verdad. Sin embargo, claramente, esta última tiene una cosmovisión mucho más abierta a las posibilidades creativas de descubrimiento y formación de múltiples realidades.

[cita tipo=»destaque»]Parte de los mejores resultados en rendimiento escolar se dan en países que no estimulan a sus estudiantes a competir con un Otro, sino a extenderse lúdicamente durante años; experimentar formas creativas de resolver cuestiones no relacionadas con logros técnico instrumentales. Es lo que se denomina educación retardada, la cual, en un mediano plazo genera individuos curiosos y atentos a los conocimientos de alto rendimiento para cualquier medida competitiva hoy.[/cita]

El deseo y producción a corto plazo es una necesidad inmediata, sobre todo para países no ricos económicamente como el nuestro. Gran parte de la derecha mas conservadora de Chile cree y siente que esta es la forma de crecer a un país. Pero ¿qué se entienden por crecimiento? Ahí se encuentra un tipo de cosmovisión en la cual el espíritu de esta educación es técnico efectista. La ciencia, la cultura, el arte, el pensamiento reflexivo son miras de segundo plano necesarias una vez se alcance un piso económico mínimo que pueda sustentarlas (no olvidemos que este piso ya existe hace mucho, solo que la concentración de los capitales es desproporcionada).

Una cosmovisión política genera las políticas educativas concernientes a ella. Los cortoplacismos de la tecnicidad (y no tecnología) generan hijos, nietos y bisnietos que observan y sienten el mundo desde los alcances y logros materiales como fin, y no como medios. En esta lógica (que es la que tenemos en Chile hace muchas décadas), en un mediano y largo plazo, estaremos obsoletos dentro de un mundo científico y creativo. En este punto mencionaré dos ejemplos de perspectivas de realidad “diferenciados” que pueden analogizarse. Uno es historia, y el segundo es coyuntura.

El primero es lo referente a la educación normalista. Recordemos que el Normalismo se desarrolla en Argentina a fines del siglo xix. Hace más de un siglo atrás la oligarquía perteneciente al poder político y económico quiso extender su competencia en el mercado internacional el capital producido en la nación argentina. Su principal estrategia para este logro fue fortalecer la educación, luego de la llegada de migrantes, al extender la la exportación de materias primas e importación de de producción elaborada. Una vez que una gran cantidad de población migrante se estableció en el territorio, la oligarquía en el gobierno tomó la decisión de fortalecer la educación al más alto nivel conocido hasta la época. Esta estrategia, obviamente, no era a partir de una consciencia social para el fortalecimiento de la población en sus formación cultural y social, sino una estrategia para que, a partir de una educación de primer nivel dirigida a todxs, lograr una población rica en cualidad de cosmovisones de un ciudadano que se adaptara a los niveles de exigencia de lo que se consideraba culto y poseedor de derechos necesarios para participar de las condiciones del humano que “debía” convivir en la ciudad, el cual antes era considerado como no digno o perteneciente a esas cualidades de dignidad ciudadana. Este ejercicio, o experimento, sin pretensiones socio humanitarias, logró generar un paradigma de escuela y enseñanza sin precedentes en América Latina. Es decir, a partir de intereses de poder y economía se generó una estrategia inteligente de educación en gran parte de la población que generó réditos culturales y sociales en toda latinoamérica. Esta oligarquía, quizá, sin darse cuenta generó igualdad educativa, lo contrario al ideal de la competencia capitalista clásica como la conocemos. En Chile la formación normalista se extinguió a principio de los 70.

El segundo ejemplo relacionado con la coyuntura es concerniente a las inversiones que se planifican en Chile concernientes a cultura y educación. Las formas de entender el mundo en números por parte del actual gobierno le hacen pensar que mientras más acumulación de capital es posible inyectar mayor recursos a ciencia, cultura y humanidades. El error es que es a la inversa como expliqué, brevemente, en el ejemplo de hace cien años atrás: mientras mayor la inversión en las áreas señaladas, mayor la posibilidad de aumento, no solo en economía, sino en calidad de vida, de ciudadanos cultos, empoderados y capaces de contribuir, creativamente, al fortalecimiento integral y, hoy, sistémico de una cultura.

Parte de los mejores resultados en rendimiento escolar se dan en países que no estimulan a sus estudiantes a competir con un Otro, sino a extenderse lúdicamente durante años; experimentar formas creativas de resolver cuestiones no relacionadas con logros técnico instrumentales. Es lo que se denomina educación retardada, la cual, en un mediano plazo genera individuos curiosos y atentos a los conocimientos de alto rendimiento para cualquier medida competitiva hoy.

Los dos ejemplos muestran que, históricamente, y, a la vez, revisando experiencias y experimentos actuales en educación, nuestro país está corriendo el riesgo de generarse así mismo su propia obsolescencia cultural programada, o al menos anticipada a modelos que, claramente anticipan el futuro. Si generamos estudiantes que no conocen o reconocen paradigmas históricos y actuales de rigor en las potencialidades del conocimiento, somos un país que pronto tratará de migrar en masas a países donde el conocimiento sea parte integral del valor (en un sentido que, en parte ignoro por el momento), o ,simplemente, no nos acepten por ignorantes integrales con limitadas cosmovisiones de una anacronía de conocimientos menos humanos y sistémicos y, por ende, con desconocidos valores de (in)productividad desconocidas por nosotros.  

Samuel Toro. Licenciado en Arte. Candidato a Doctor en Estudios Interdisciplinarios sobre Pensamiento, Cultura y Sociedad, UV.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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