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«Así se torturó en Chile», el crudo libro de Editorial La Copa Rota con los informes de la Comisión Valech CULTURA

«Así se torturó en Chile», el crudo libro de Editorial La Copa Rota con los informes de la Comisión Valech

El libro es una síntesis del informe Valech que por su extensión, entre otras razones, «no tuvo y probablemente no tendrá la difusión esperada y necesaria», comenta el editor Pablo Dittborn. «Hemos hecho una reducción muy respetuosa junto con una edición muy práctica y contextualizada del tema de la tortura en Chile», con «antecedentes de la tortura en otros países, lugares de aprendizaje y formación de los militares latinoamericanos».


Un libro sobre la tortura en Chile, basado en relatos del Informe Valech, acaba de publicar la editorial La Copa Rota, de Pablo Dittborn.

«Así se torturó en Chile (1973-1990)» está dividido en tres capítulos, que abordan los métodos de tortura, incluidos testimonios, así como recintos de detención y consecuencias.

«El libro es una síntesis del informe Valech que por su extensión, entre otras razones, no tuvo y probablemente no tendrá la difusión esperada y necesaria», comenta Dittborn.

«Hemos hecho una reducción muy respetuosa junto con una edición muy práctica y contextualizada del tema de la tortura en Chile», con «antecedentes de la tortura en otros países, lugares de aprendizaje y formación de los militares latinoamericanos», según Dittborn.

Y precisa que «pudimos llevar a cabo esto en virtud de la Resolución Exenta N 7808 del 4 de diciembre de 2018 firmada por el ministro del Interior, Andrés Chadwick Piñera».

Una política de Estado

El informe Valech fue publicado en 2004 y su impacto fue sintetizado en una frase: «nunca me imaginé que se hubiera llegado a tanto».

Fue producto de la comisión encabezada por monseñor Sergio Valech y reconoció a casi treinta mil chilenos como víctimas del terrorismo de Estado en este aspecto.

Entre los métodos de tortura más frecuentes reseñó la aplicación de electricidad, la inmersión en líquidos, colgamientos prolongados, quemaduras con cigarrillos, vejaciones sexuales, privación de sueño y alimento, entre otros.

Muchas de estos métodos llegaron a Latinoamérica a partir de 1959 desde Francia, y luego fue reforzada desde Estados Unidos.

Además tuvo cómplices locales no solo en la prensa, sino entre personal médico que «cuidaban» a las víctimas para que se les pudiera seguir flagelando.

En el caso chileno, casi el 90% de las víctimas fueron hombres, en su mayoría menores de 30 años al momento de los vejámenes. Más de mil eran menores de edad y más de 200, mujeres embarazadas. Además varios niños nacieron producto de violaciones y hubo víctimas sin militancia política.

Drama en Valdivia

Un ejemplo de este último es la historia de una familia de Valdivia, cuyos dos hijos adolescentes, por un alcance de nombre, fueron acusados de asaltar un retén. Los muchachos de 15 y 16 años fueron torturados y asesinados: cuando su madre los halló, a uno le faltaba parte de la cara y tenía la boca lleno de excremento.

Cuando la madre viajó con su hermano a Santiago a denunciar el caso, ambos también fueron detenidos y torturados. Ella quedó con secuelas invalidantes, mientras su hermano perdió el juicio, al igual que el padre de ambos. «Desde el 73 jamás hemos sido felices», sintetiza.

Otra estudiante, obligada a practicar sexo oral a militares encapuchados, testimonia que «lo único que sé es que mi vida nunca volvió a ser como antes, ya que en ese tiempo era sólo una estudiante (…) Lo único que sé es que no puedo olvidar nada». «Después de 30 años, sigo llorando», testimonia una tercera.

Sin embargo, no sólo sufrieron las víctimas directas, sino también sus familiares. «Mi niñez fue una vida llena de tristezas, trauma y depresión debido al daño emocional de mis padres, que produjo la ruptura de su matrimonio», cuenta el hijo de una mujer torturada mientras estaba embarazada.

Por caso como éste, el informe concluyó que «la prisión política y la tortura fueron una práctica institucional de Estado», es decir, se trató de una política  sistemática y no de casos aislados.

 

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