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Película ‘Nosotros’: lo que pasa por arte en la era de Trump CULTURA|OPINIÓN

Película ‘Nosotros’: lo que pasa por arte en la era de Trump

Enfrentar verdaderamente lo que ha pasado con Trump requeriría valentía y rigor en grados que «Nosotros», con su insoportable obviedad, con su sátira política como telón de fondo para un blockbuster de poca monta, con su estética de cómic barato, ni siquiera consigue fingir.


Hay que dejar algo bien claro: Nosotros, la nueva propuesta de Jordan Peele, quien antes dirigió ¡Huye! (Get Out!) y aún antes protagonizó la serie de cortos de comedia Key & Peele, no es exactamente una mala película. De hecho, salí del cine con una buena sensación. Es entretenida. Sin embargo, con el paso de los días, Nosotros solo se ha empequeñecido en mi memoria.

Como su predecesora, la cinta combina la comedia y el terror de un modo que no debería funcionar, pero funciona. Especialmente durante su primera mitad, Nosotros es una digna heredera de ¡Huye!, aumentando lentamente la tensión y contrastándola con un humor que no la desactiva, sino que consigue incrementarla.

[cita tipo=»destaque»]Pero ante la idea de que existen un sinfín de copias de la gente que habita la superficie, dobles extraños y abusados de cada uno de nosotros, que surgen vestidos de rojo a destruirnos, y especialmente ante la imagen de todos estos dobles agarrándose las manos para formar un inmenso “muro” que divide Estados Unidos de costa a costa, surge un cierto agotamiento por el hecho de que en ese país, hoy, baste con gesticular un poco hacia la actualidad política, sin el más mínimo grado de delicadeza o humanidad, para que un relato sea elevado como una obra maestra indiscutible.[/cita]

Cuando chica, Adelaide (Lupita Nyong’o) se perdió en la playa de Santa Cruz. Mientras sus padres discutían incansablemente paseando por un parque de diversiones costero, la niña se distrajo y comenzó a deambular, topándose con una casa de los espejos.

Ahí, Adelaide vio algo que no olvidaría nunca más: no solo muchas imágenes de sí misma, sino que a una niña exactamente igual a ella. Una niña de carne y hueso. Adelaide huyó de la casa de los espejos, pero siempre mantuvo la horrorosa sensación de que esa otra niña la estaba acechando.

La premisa nos dirige hacia un lugar predecible y la película parece encantada de llevarnos hacia allá. Años después, Adelaide tiene esposo e hijos y vive una vida de cierta comodidad. La familia veranea cerca de Santa Cruz. Cuando aparecen los primeros indicios de que otra familia los acecha constantemente, difícilmente cabría sorprenderse, pero sí surge el placer de contemplar cómo un concepto tan simple es ejecutado con gran habilidad.

Y luego ocurre el resto de la película. En su segunda mitad, Nosotros combina la acción, la ciencia ficción, el comentario político y las revelaciones de último minuto al estilo de M. Night Shyamalan. Lo único que la mantiene funcionando es la excepcional actuación de Lupita Nyong’o. Si hubiera que hacerla calzar con un género, se parece más a una película de zombies que una comedia o un film de terror.

Pero ante la idea de que existen un sinfín de copias de la gente que habita la superficie, dobles extraños y abusados de cada uno de nosotros, que surgen vestidos de rojo a destruirnos, y especialmente ante la imagen de todos estos dobles agarrándose las manos para formar un inmenso “muro” que divide Estados Unidos de costa a costa, surge un cierto agotamiento por el hecho de que en ese país, hoy, baste con gesticular un poco hacia la actualidad política, sin el más mínimo grado de delicadeza o humanidad, para que un relato sea elevado como una obra maestra indiscutible. Es lo que pasó con Nosotros, cuya recepción en el país nortino solo podría ser calificada como “excesiva”.

Enfrentar verdaderamente lo que ha pasado con Trump requeriría valentía y rigor en grados que Nosotros, con su insoportable obviedad, con su sátira política como telón de fondo para un blockbuster de poca monta, con su estética de cómic barato, ni siquiera consigue fingir. El fracaso de las grandes ambiciones de la película, que además de política quiere ser graciosa, terrorífica, ingeniosa y entretenida, solo realza ese otro gran éxito de la sátira de actualidad, a la que los cineastas norteamericanos contemporáneos podrían prestar un poco más de atención: El doctor insólito de Kubrick.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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