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«El diario de Francisca», el conmovedor relato de una niña sobre el golpe y el régimen militar de Pinochet en Chile CULTURA

«El diario de Francisca», el conmovedor relato de una niña sobre el golpe y el régimen militar de Pinochet en Chile

«Son las 11:45 am. El ejército, la marina y la aviación han decidido echar a (Salvador) Allende y a sus ministros. Allende está en La Moneda y el ejército, la marina y la aviación le dijeron a Allende que se rindiera porque, si no se rendía, iban a atacar por tierra y por aire. Resultado: Allende no se rindió y bombardearon La Moneda».


Así comienza el relato escrito el 11 de septiembre de 1973 por Francisca Márquez, una niña chilena que en ese entonces tenía 12 años. En su diario de vida, Francisca plasmó desde su perspectiva lo que sucedió antes, durante y después del golpe militar liderado por Augusto Pinochet, que terminó por derrocar al entonces presidente Salvador Allende y que cambió para siempre la historia de Chile.

La serie de textos fueron recientemente publicados en un libro llamado «El diario de Francisca», de la editoral Hueders, y presentan un reflejo de cómo se fue polarizando la sociedad chilena en esa época, siendo ella, Francisca, testigo del quiebre institucional durante el gobierno de la Unidad Popular liderado por Allende, y de la posterior vida bajo el régimen militar.

Allende en La Moneda en 1973

Salvador Allende en La Moneda el 11 de septiembre de 1973, cuando fue derrocado por el golpe militar

El relato escrito ese 11 de septiembre continúa así:

«No he podido saber nada más porque por la radio no dicen mucho. En mi calle, todas las casas pusieron una bandera chilena en la ventana. Y unas personas sacaron una mesa para la calle. Y empezaron a dar café. En la esquina viven unos UP (Unidad Popular) y su casa está llena de personas UP. Ahora tenemos un nuevo gobierno. Junta militar de gobierno. Espero que todo llegue a ser como antes».

Cómo comenzó a escribir

Francisca Márquez, actualmente antropóloga y académica de la Universidad Alberto Hurtado, comenzó a escribir diarios de vida cuando tenía 7 años, luego de ser operada de un riñón.

«La operación significó que pasase mucho tiempo en cama, años. Además leía mucho, tenía una obsesión por leer. Había una relación con la literatura muy natural y muy fluida que permitió que yo escribiera tanto», recuerda hoy Francisca en conversación con BBC News Mundo.

francisca márquez

«Yo represento lo que la infancia en ese momento podía percibir. No fui víctima. Yo, la verdad, solo soy testigo», reflexiona hoy Francisca Márquez

En total, escribió 17 diarios de vida que su mamá conservó durante décadas hasta que, para el aniversario número 40 del golpe militar, en 2013, decidió donar el que correspondía al año 73 -que ya se estaba desintegrando- al Museo de la Memoria de Chile, que entre otras cosas expone algunos testimonios de víctimas del régimen militar.

«Siempre pensé que ese diario del 73 era especial. Es lo más cercano a un evento excepcional que hay en mi vida, lo demás es la vida de una niña pequeña», dice la antropóloga.

Sin embargo, nunca creyó que sus relatos fueran a ser expuestos más allá del Museo del la Memoria, hasta que un día la revista estadounidenseThe New Yorkerpublicó un fragmento de su diario sacado directamente del museo. Fue entonces cuando Francisca vio la necesidad de publicar su relato completo, con contexto histórico.

Y así fue como nació «El diario de Francisca».

Padres no militantes y colegio tradicional

Pero ¿cómo era la vida de Francisca Márquez en la década del 70′?

Sus padres eran arquitectos y vivían en una casa en Ñuñoa, una comuna céntrica de Santiago y mayoritariamente de clase media. Ella, sin embargo, asistía al colegio privado Las Ursulinas, un tradicional y conservador centro educativo ubicado en Vitacura, una de las comunas más ricas de la capital de Chile.

Esto hace que su relato tenga algo especial pues su material no está enfocado en las víctimas (como pasa con muchos archivos de memoria), sino en una experiencia neutral de una niña que no tiene padres militantes, que no es de familia conservadora -pero que sí acude a un colegio conservador- y que le toca vivir ese momento histórico escuchando la radio y las conversaciones de los adultos de ambos lados.

«Yo represento lo que la infancia en ese momento podía percibir. No fui víctima. Yo, la verdad, solo soy testigo», dice Francisca. Y agrega: «Este diario, y esta prolijidad en la escritura, responde a que yo vivía en Ñuñoa, yo no vivía en Vitacura. Es decir, es una escritura de fronteras, de ir y venir, donde se constituye una mirada distanciada», afirma.

«Dios mío, he sabido una cosa espantosa: Allende se suicidó»

Ese 11 de septiembre de 1973, Francisca retoma su relato sobre el golpe militar cuando se entera de lo que sucedió en La Moneda.

«Dios mío, he sabido una cosa espantosa: Allende se suicidó. La mamá tiene una radio donde se oyen las noticias que dan en Argentina. Y dijeron en la radio de Argentina que Allende se había suicidado de un balazo», escribe a las 9:50 de la noche.

Horas antes, la niña había descrito sus propios sentimientos hacia Allende: «A mi me da pena que maten o destierren a Allende. Porque aunque nos haya hecho un gran mal, él sigue siendo un humano. Y él pensaba solo en lo mejor para los pobres. Yo creo que Allende es bueno y que él puede pensar lo que quiere. Hizo lo que creía mejor para Chile».

Hoja del diario de Francisca

«Allende no se rindió y bombardearon La Moneda», dice Francisca en uno de los fragmentos de su diario de vida escrito el 11 de septiembre de 1973

Francisca también describe en detalle los acontecimientos políticos que siguieron al golpe militar, el toque de queda y la serie de normas impuestas a la sociedad chilena, siempre desde su mirada de niña de 12 años.

Para la antropóloga, esto es justamente lo que hace de su diario una pieza interesante.

«Creo que el diario interesa porque recoge esa relación entre cotidianeidad y política. Es como si los niños no tuviesen capacidad de percibir los acontecimientos políticos y este diario demuestra que eso es errado. Los niños perciben y son capaces de integrar -a través de sus dibujos, conversaciones con amigos y diarios de vida- los conflictos que lo rodean», explica.

Así, por ejemplo, Francisca escribe lo que sucedió en su colegio días después del golpe, el 23 de octubre de 1973, cuando las monjas de su establecimiento educacional recolectaban dinero para entregarlo a la Junta Militar: «Desde septiembre, cada curso está juntando plata para la restauración de Chile. Y hoy día, como es el día del colegio, una monja fue a dar la plata a la junta», relata.

También describe la crispación de la sociedad chilena que, incluso, se podía ver dentro de su sala de clases.

«La Angélica y la Paula ya no son muy amigas mías. La Paula me cae como ‘pata’ en la guata’. La pelea fue por una niñita que es amiga mía. Ella se llama Francisca Sotomayor. Sus padres son UP. A la Angélica y a la Paula les cae pésimo la Francisca. Ellas me dijeron que si yo era amiga de la Francisca ellas no eran amigas mías. Yo elegí por la Francisca», señala.

Su comparación con Ana Frank

Mientras Francisca escribía su diario de vida el año 73′ -y mientras ocurrían una serie de sucesos políticos en Chile-, leyó el libro de Ana Frank.

«En clases de castellano nos hicieron leer el libro de Ana Frank. Yo lo estoy leyendo y es lo más triste. Ella tenía 13 años y por lo que ella dice tenía los mismos problemas míos (…). Se parecía bastante a mi aunque era mucho más inteligente y estudiosa», dice en uno de los fragmentos.

Días más tarde, agrega: «Me he dado cuenta de que yo no soy nada de especial. Cuando empecé a leer el diario de Ana Frank creía que todo era un cuento. Pero me doy cuenta de que Ana Frank existió. Ella se parece mucho a mi (…). Soñaba con tener un amor y se besaban. Yo he soñado muchas veces eso. Y me gustaría tener a alguien para amar», escribe.

ana frank

Francisca leía el libro de Ana Frank mientras escribía su propio diario. «Ella tenía 13 años y por lo que ella dice tenía los mismos problemas míos», escribe Francisca en uno de sus textos

Probablemente Ana Frank fue una inspiración para esta niña chilena que sintió la necesidad de escribir lo que sucedía a su alrededor.

En ese sentido, Patricia Castillo, editora del libro «El diario de Francisca», asegura que los documentos registran «las transformaciones subjetivas en términos ético-político de los niños».

«Más allá de que sea Francisca, me parece que representa el proceso de los niños que tenían 10, 11 o 12 años y que vieron, desde un lugar de testigos, el proceso del quiebre institucional, sus días previos, la convulsión social y los distintos niveles de resistencia de los sectores conservadores», le dice a BBC News Mundo.

El testimonio de Francisca hoy es una pieza histórica que sirve para reconstruir lo que Chile vivió en una época dolorosa.

Es una mirada completamente distinta, una mirada neutral, de un personaje que vio cómo todo sucedía frente a sus ojos y que encontró en su diario de vida una forma de retratarlo.

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